Las universidades europeas no destacan por el número de patentes registradas ni tampoco por la explotación comercial de esas patentes. Destacan por lo contrario. Esta es la poco sorprendente conclusión de un estudio de la Oficina Europea de Patentes (OEP) en el que se analizan las solicitudes de origen académico. Pocos meses han pasado desde que el informe elaborado por Mario Draghi, exgobernador del BCE, advirtiera que la capacidad de comercializar los resultados de la investigación universitaria en determinadas ramas constriñen la competitividad y con ello debilitan el crecimiento económico. Lo decía el expresidente del BCE a propósito de la UE, pero parece ser extensivo a 39 países.
En este contexto, el profuso documento de la OEP llueve sobre mojado: en el 2023, universidades y centros de investigación presentaron sólo el 8% de todas las solicitudes registradas por el organismo paneuropeo. Al prestigioso Fraunhofer Institut se le acredita la coautoría del estudio y este detalle se nota. Los autores han optado por no circunscribirse a las 20 principales universidades europeas –que suelen dominar todas las listas– porque esta élite sólo representa el 30% de las solicitudes nacidas del mundo académico. Así pues, la muestra se compone de 1.203 universidades y a ella contribuye España con 75, el 6%. Un quinto puesto que merece comentario.
Tres de las cinco universidades punteras en la lista de centros de España son catalanas
En realidad, la participación española en el número de solicitudes es modesta: de las casi 200.000 registradas el año pasado por la OEP, 2.111 fueron presentadas por universidades españolas (1,05%) de tal modo que del quinto puesto cae al vigesimoquinto de una tabla encabezada por Suiza con 9.410
solicitudes.
Los porcentajes no lo dicen todo, pero ilustran: en el 5% de las 1.203 universidades analizadas se concentra la mitad de todas las patentes solicitadas. Uno de los hallazgos de la Oficina Europea de Patentes apunta que buena parte de los resultados no son patentados por ellas, sino por terceros asociados a la investigación: un 80% de las solicitudes, que el estudio llama indirectas, han sido presentadas por empresas, correspondiendo un 34% a las pymes. Entre estas, el papel de las startups es relevante para la comercialización de las invenciones porque participan en un 12% de las patentes académicas: con sólo 51 startups representadas, España queda muy lejos de los puestos de cabeza, pero podría decirse que con un rendimiento superior porque registraron 104 patentes (casi dos por
empresa).
La supercomputación gana en potencia y relevancia
El mercado fragmentado y la falta de financiación se señalan como dos de las causas principales
Las causas del desequilibrio, según la OEP, se encontrarían en la fragmentación del mercado, la insuficiente financiación y, en el fondo, una actitud de excesiva cautela ante el riesgo. En fin, que el ritmo de innovación de las universidades europeas no es alentador: casi dos terceras partes (63%) presentaron menos de una solicitud de patente al año entre el 2015 y el 2019. Una paradoja que la OEP subraya recordando que “Europa es generalmente considerada como una potencia académica mundial porque de las 100 mejores universidades del mundo –según el llamado Ranking de Shanghai– 29 son europeas, una ventaja aparente que no se traduce en los resultados esperables”. Los ingresos comerciales de la propiedad intelectual universitaria habrían ascendido a 822 millones de euros, cifra notoriamente baja.
Se observa una alta concentración de patentes en unas pocas universidades en cada país. Lo confirma España: tres de las cinco que dominan el ranking están en Catalunya: Universitat de Barcelona (350 patentes), Autònoma (325) y Politècnica de Catalunya (298). Las acompaña la Politécnica de València (301) y cierra el quinteto la Politécnica de Madrid (260).
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