Sería un experimento social tremendo probar de borrar el fútbol de la vida de Sergi Darder (Artà, 1993). Lo ha sido todo para él y desde pequeño estuvo destinado a vivir de ello. Dice haber tenido suerte, porque para ser futbolista influyen muchos factores, y muchas veces, de niño, quiso dejarlo. Ahora es uno de los estandartes del Espanyol e incluso creador, sin haberlo planeado, de una corriente casi filosófica, como es el darderismo. Autocrítico, pensativo (muy pensativo) y sincero, Darder es pasado, presente y futuro blanquiazul. Su tope, asegura, está por llegar.
¿Cómo está el equipo en lo anímico tras el empate en el derbi contra el Barcelona?
El ánimo está mucho mejor que antes. Pero cuando cambias tanto de entrenador es complicado. No terminas de adaptarte. Siempre digo que mejor estar cinco años con un entrenador que seis meses. Ojalá Abelardo sea el último para mucho tiempo y que consigamos salvarnos.
¿Qué ha cambiado con el nuevo técnico?
Ha incidido en el tema táctico. No voy a decir en no inventar, pero sí en lo que hemos hecho toda la vida. Son dos líneas de cuatro, bastante juntos, el equipo no estaba con una confianza suficiente para salir jugando desde atrás. Lo que ha hecho es permitirnos el fallo, hacernos ver que somos buenos jugadores. Intenta sacar nuestra mejor versión y no la que hemos mostrado hasta ahora.
Con 13 años lloraba todos los días, me quería ir de Barcelona. No quería estar aquí sino con mi familia”
Este curso ha jugado con todos los entrenadores, aunque en diferentes posiciones, ¿dónde se siente más cómodo?
Cuanto más atrás mejor, para el fútbol de cara. Este año, los tres entrenadores han intentado aprovechar mis virtudes ofensivas por la falta de gol que hemos tenido. Pero yo siempre me he considerado un pivote. Por cabeza, no digo por condiciones, prefiero tocar 100 balones, no tres y ser más decisivo.
Dicen de usted que le da muchas vueltas a las cosas, ¿es su talón de Aquiles?
Para mí cada detalle es importante. Me cuesta mucho estar quince minutos sin tocar el balón. Eso me ha lleva a ser quien soy, pero si no fuese tan ‘rayado’ a lo mejor en algunos aspectos sí que me iría mejor.
Además de futbolista, ¿es futbolero?
Después de nuestros partidos me meto en Internet para ver los resultados de Primera, Segunda, Inglaterra, Alemania… me encanta saber de fútbol y también intento ver baloncesto, ya no solo porque me guste, si no para intentar salir un poco del fútbol.
¿Cómo fueron sus inicios?
De Artà me fui al Manacor, que es como la Damm aquí. Una vez vinieron ojeadores a ver a un chico de un equipo rival, pero en ese partido me fue bien y se quedaron con mi nombre. Después fui a la selección balear y a partir de ahí me llamaron bastantes equipos. Tenía 13 años entonces.
Raúl de Tomás es un delantero que nos va a ir muy bien porque es diferente a todo lo que tenemos”
¿Qué equipos le llamaron?
Estuve a nada de irme al Villarreal, fui a ver las instalaciones y hasta tenía el contrato. Me decidí por el Espanyol por lo que insistieron y porque aquí estaba un compañero mallorquín, Miquel Mas. Si tuviese 18 años a lo mejor no hubiera venido aquí. Pero mis padres se sintieron más protegidos con uno de Mallorca. Cuando llegué a la residencia me pusieron con él, que era más veterano, y ya estuvimos siempre juntos.
Y, ¿qué fue de Miquel Mas?
Es de María, a veinte minutos de mi pueblo. Ahora está trabajando como repartidor, igual que mi padre. Se rompió la rodilla y tuvo que dejar el fútbol. Eso es algo que suele pasar, los futbolistas somos unos privilegiados pero tenemos que tener mucha suerte, el 90% es suerte. Tienes que ser bueno, pero has de aguantar momentos difíciles. Yo con 13 años lloraba todos los días, me quería ir. No quería estar aquí sino con mi familia y con mis amigos. No podía ir al colegio, abría un libro y me ponía a llorar.
¿No podía estudiar?
Se dice que los futbolistas son unos catetos, y es cierto que el fútbol te despista, pero yo dejé el colegio dos años con 14 o 15 años. Iba un día sí y tres no, y yo era muy responsable, pero no podía. Iba y lloraba. Yo que he llegado a Primera no pasa nada, pero el que esté trabajando en una obra... Si no llegas, los sacrificios que haces para esto son muy grandes.
Y después tuvo que irse.
Yo sentí que me echaron. No es que me echasen. Tenía contrato en el filial y me decían que en el primer equipo no jugaría. Así que me fui. Pero también por eso volví después. En el Lyon tenía mucha competencia y si jugaba mal me iba a la grada cinco semanas. Si me tengo que ir a segunda a jugar, me gusta tanto el fútbol que estaría dispuesto.
¿Cómo lleva la presión en la situación actual del equipo?
Lo que necesito es jugar. Hay jugadores que son fuertes mentalmente, que están preparados para entrenar, irse a su casa y desconectar, no ver un partido. Creo que es una virtud saber evadirte de las críticas y saber llevarlo. Yo no lo sé y no quiero porque me encanta el fútbol y lo veo mucho, tengo problemas en casa, pero bueno -dice entre risas-.
Llevo un tiempo aquí, salgo de la cantera, pero la capitanía está muy bien cubierta”
¿Se ve como capitán?
Llevo un tiempo aquí, salgo de la cantera, pero la capitanía está muy bien cubierta. Asumir roles importantes nunca me ha dado respeto. Soy consciente del mundo en el que vivo.
Con 26 años, ¿el mejor Darder está por venir?
Por mi juego, por mis características, mi mejor momento debería estar por llegar. No soy el típico jugador explosivo que con la edad va perdiendo virtudes. Cuantos más años y más experiencia, mejores serán mis virtudes. Cuanto menos corra, menos piense y más intuya las cosas, creo que es cuando mejor podré mostrar mi juego.
¿Qué cree que puede aportar Raúl de Tomás?
Raúl es un delantero que nos va a ir muy bien porque es diferente a todo lo que tenemos. Es otro perfil. Por sí solo te puede sacar peligro. Tiene virtudes que el equipo no tiene. Como pasador, tener un jugador que le das un balón y te soluciona jugadas te hace mejor a ti también. Es un delantero bueno para complementarse con lo que tenemos.
¿Cree en la salvación?
El primer paso es saber lo que hemos hecho mal. Todo lo que sea sumar y escalar posiciones va a ser moral para nosotros. Tenemos que conseguir que equipos que ahora se ven con 20 puntos, de repente en cinco semanas se vean rozando el descenso y tengan que jugar con ese miedo que nosotros ya habremos superado.