–Era el tapado –me dice Cristian Llorens.
Es el director de la Zurich Marató de Barcelona, y se refiere a Tesfaye Deriba.
Ha pasado media hora desde el momento en el que el etíope cruzaba la meta. Lo ha hecho a lo grande, rompiendo el récord del circuito y llevando la prueba a otra dimensión, pues el circuito de Barcelona ya puede jactarse de otro hito: es un circuito de 2h04m.
Tesfaye Deriba (26) ha firmado 2h04m13s, ha ido 48 segundos más deprisa que Abraham Tadesse, plusmarquista de la prueba hasta este domingo (tenía 2h05m01s).
Curioso, Deriba y Tadesse, a la par, atienden a los medios. Deriba, como campeón. Y Tadesse, que es suizo nacido en Etiopía, un maratoniano retirado tras los Juegos de París del verano pasado (tiene 42 años), como traductor.
Deriba habla en amárico.
Tadesse lo convierte al inglés.
El cronista se lo da al lector.
–Haber venido a correr en Barcelona tiene sentido. En estos años he estado trabajando muy bien. Esperaba andar cerca de mi plusmarca personal (2h07m52s), pero no pensaba que me superaría con tanto margen –dice.
Circuito impecable
La organización se frota las manos: corren 27.000 almas y los registros bendicen la bondad del circuito
Le preguntamos a Tadesse:
–¿Cómo se siente usted, ahora que le han arrebatado el récord de la prueba?
–Los récords están para batirse y me hace feliz que se mejoren, también los míos –contesta a la gallega.
(En realidad, nadie confesará que le revienta perder un récord...).
(...)
Hay que relativizar la percepción de un récord.
Para Deriba (y también para Sharon Chelimo, la keniana que firma 2h19m33s y bate por once segundos la plusmarca del circuito que Zeineba Worku lucía desde hace dos años), una plusmarca es un hito y un buen achuchón económico (25.000 euros). Para Tadesse, aunque él no vaya a confesarlo, es un sentimiento agridulce: la humanidad avanza, pero su hito se queda un paso atrás.

Un grupo de corredores, a la altura del kilómetro 40 de la Zurich Marató Barcelona, este domingo
Para Cristian Llorens, el director de la prueba, es una fiesta.
Todo le sale redondo en este domingo.
Ha habido 27.000 corredores (que serán 30.000 en el 2026; no hay duda de eso pues la prueba cerró inscripciones en diciembre al alcanzar los 27.000; ahora, echen cuentas de cuántos aspirantes a un dorsal se quedaron fuera), el meteoro ha dado un respiro, no ha llovido, había seis grados en el momento de la salida, luego ha salido el sol tímidamente, corrían personalidades de todo tipo, incluido el president de la Generalitat (Salvador Illa), el secretari general de l’Esport (Abel Garcia, aunque se retira lesionado en el km 20: se le rompe un sóleo) y el regidor d’Esports de Barcelona, David Escudé. Y por delante, el grandullón Deriba saca pecho.

La nube de maratonianos, en los primeros kilómetros de la prueba, este domingo
Realmente es grandullón este etíope, este tapado que se destapa en el km 33, cuando se retira la última liebre (hasta entonces, el ritmo ha sido impecable, siempre a 2m57s por cada kilómetro, un grupo proyectándose compacto hacia 2h04m30s; la tercera liebre se compromete tanto que regala tres kilómetros, pues debería haberse retirado en el 30).
En fin, esa última liebre desaparece de escena y Deriba se crece.
Rompe el bloque, se lleva consigo a Cornelius Kibet y luego acelera más y se marcha en solitario. Por momentos, firma parciales de 2m50s por kilómetro y la organización se frota las manos.
Cuando alcanza el km 40, Deriba está en condiciones de romper, incluso, las 2h04m.

Sharon Chelimo, derrengada tras cruzar la meta, este domingo
Tanto flota, tanto estira la zancada, que parece un mediofondista. Y el cronista tiene que recurrir al banco de datos: en el 2017, Deriba había sido subcampeón mundial sub 20 de 3.000 m obstáculos. Y en ese mismo año, en los Mundiales absolutos de Londres, acababa séptimo.
(Su mejor marca es de 8m13s33; luego, las lesiones le habían mermado como pistero y en 2023 se inclinaba por la ruta).
Los organizadores sueñan, se ven con opciones de saltar dos escalones de un tirón (de 2h05m hasta 2h03m, sin pasar por el peldaño intermedio), pero Deriba se desconfigura en los últimos dos kilómetros, sufre mucho y por detrás nadie le presiona, y al fin acaba en 2h04m13s.
(No se puede tener todo en la vida).