Nunca hagas nada por dinero
Jordi, padre de Andrea Fuentes
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–¿De qué quiere que hablemos? –me pregunta Andrea Fuentes (41).
–Hábleme de su vida.
Y ella vuelve la mirada hacia Sira, su hija de siete años, que está distraída contemplando una serie en el móvil (tiene otro hijo, Kilian, el mayor), y luego metaboliza la situación y respira hondo.
Nos envuelve la calma en una sala del CAR de Sant Cugat. La sesión del día ha acabado. Las fabulosas sirenas de Andrea Fuentes (el equipo español) se han ido a descansar. Tenemos todo el tiempo del mundo.
Vamos allá.
(...)
–Cuando acabó mi carrera en el agua, tras Londres 2012 (para entonces sumaba cuatro podios olímpicos, tiene tantos como Mireia Belmonte), ya tenía 29 años y pensaba en formar una familia con Víctor (Víctor Cano, gimnasta internacional). Queríamos salir del huevo. Yo había ahorrado para vivir dos años sin tener que trabajar. Necesitaba descubrir quién era. Decidimos viajar.
–¿A dónde se fueron?
–Empezamos por Myanmar. Meditando allí durante diez días, asumí mi retirada. Luego fuimos a Indonesia. Pretendíamos pasar allí un año, pero Jordi, mi padre, enfermó de cáncer. Era un cáncer terminal, así que volvimos para acompañarle en la muerte. Murió en mis brazos.
–Le acompaño en el dolor.
–Era profesor de Filosofía, ¿sabe? Y no olvidaré una de sus frases: ‘Debes dedicarte a lo que te haga disfrutar. Nunca hagas nada por dinero’.
(Su madre, Regina, es profesora de Francés).
Cuando me retiré, murió mi padre y nació mi hijo; nos fuimos a vivir a Mallorca: vivíamos de nuestro huerto”
Luego, me cuenta, se quedó embarazada y nació Kilian y entonces la familia se mudó a una casa rural en Mallorca.
–Teníamos un huerto, vivíamos de lo que plantábamos. Y entonces me salieron ofertas como entrenadora. Empecé a colaborar con Suiza, Australia, Nueva Zelanda... Iba unas semanas y me acompañaba la familia. Víctor diseñaba las acrobacias de los equipos. Era tan perfecto que no podía ser eterno. Kilian había vivido en los cinco continentes, ahora ya tocaba echar raíces. Volvimos a España y Mayuko Fujiki (la penúltima seleccionadora de las sirenas españolas) me quería como ayudante. Pero yo necesitaba mi proyecto. Y además...
–¿...?
–Además mi hermana, Tina (internacional como ella), también enfermó de cáncer. También murió en mis brazos. Era 2018 y me llamó Estados Unidos.
Aquella oferta era un salto al vacío.

Andrea Fuentes, en el CAR de Sant Cugat
En Atlanta’96, Estados Unidos había sido oro. Y luego, mientras la natación artística española crecía, la estadounidense se hundía: no había estado en Londres 2012 y tampoco en Río 2016.
–Cuando me llamaron, su federación estaba en San Francisco y a cargo de Linda Lohendorf, una señora de 70 años que había sido jueza en el 2012. No había estructura, no había dinero. Con esas herramientas ¡podía ser mi gran proyecto!
–¿No se lo pensó?
–Mi madre estaba dolida tras la muerte de Tina, pero me dijo que debíamos ir. Al firmar el contrato, me dijeron que debíamos entrar en Tokio 2020 y subir al podio en París 2024... Teníamos cero becas, el equipo estaba formado por júniors, los desplazamientos se los pagaban ellas, por las noches nos echaban de la piscina...
–Me recuerda a los orígenes de la sincro en España, con Anna Tarrés –le comento.
–Llegaron donaciones, montábamos exhibiciones pidiendo dinero... Diseñamos una coreografía impactante, crecimos. No entramos en Tokio 2020 por 0,2 puntos pero creí en un sistema basado en la inspiración, que no en el miedo, y ya lo ve usted. Con el tiempo, demostré al mundo que no hace falta destrozar al personal y menos a estas generaciones que no son de la letra con sangre entra. Lo que hay que hacer es empoderarlas.
(En París 2024, las estadounidenses recogieron dos platas).
–Y tras París me llamó España: Mayuko Fujiki dejaba el cargo. Estados Unidos contraatacó, me doblaba el sueldo, venían Los Angeles’28, pero el CAR le ofrecía también un trabajo a Víctor como entrenador de gimnasia. No podíamos renunciar. Aquí me tiene ahora, con el equipo español.
(El pasado fin de semana, en el debut de Andrea Fuentes como seleccionadora, España sumaba seis podios, tres oros, en la Copa del Mundo de París).