Han pasado seis años, una cirugía en la rodilla derecha (en abril le pusieron una prótesis de titanio) y una pandemia, y estos son los tiempos de Mikaela Shiffrin. Y sin embargo, las tribunas se agitaban este sábado en Saint Moritz, emocionadas y sobrecogidas al contemplar el ejercicio de Lindsey Vonn (40).
–Ha pasado mucho tiempo desde mi última competición. Pero no importa: he vuelto a sentir la presión, la que yo me impongo y la que también me imponen los aficionados –decía la dama estadounidense, ganadora de 82 pruebas de la Copa del Mundo (solo la superan Shiffrin, con 98, e Ingemar Stenmark, con 87).
Hablaba desde Saint Moritz, nueva parada de la Copa del Mundo de esquí alpino, tras acabar 14.ª en el Supergigante, tras acaparar el escenario, pues la disciplina estaba de enhorabuena.
–Ha ido bien. Pero mañana (por este domingo, cuando disputará otro Supergigante) saldrá aún mejor –decía Vonn, mientras justificaba su ejercicio, más austero de lo habitual–: No era el día de arriesgar.
Nadie, ni siquiera ella misma, había previsto un regreso a la élite. Vonn se había retirado en febrero del 2019, superada por sus lesiones y los dolores que sufría en la rodilla derecha, esa que recuperaba en primavera.
¿Su objetivo real?
Alcanzar los Juegos de Milan-Cortina d’Ampezzo del 2026.