El atletismo keniano se mancha de los pies a la cabeza

La lucha contra el dopaje

Tres kenianos han ganado los cinco últimos títulos mundiales de 1.500 m; sin embargo, dos de ellos, incluido Elijah Manangoi, están sancionados por dopaje

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Tim Cheruiyot, Elijah Manangoi y Asbel Kiprop, en los Mundiales de Londres 2017

Matthias Hangst / Getty

–Debemos replantearnos nuestra relación con Kenia– decía un alto dirigente del atletismo internacional a este diario.

Estaba hablando bajo el paraguas de la anonimia.

Pero hablaba claro.

En aquellos días se apagaba el atletismo ruso, maldito definitivamente al asumirse que Moscú había elaborado un sistema de dopaje de Estado. Aquello era el 2016. Desde entonces, no ha habido atletas rusos en los campeonatos internacionales. Quien ha competido lo ha hecho bajo la bandera ANA (Authorised Neutral Athletes).

Entre bastidores se citaba a otros sospechosos: etíopes, chinos, kenianos...

En materia de dopaje, Kenia es hoy una realidad. Sus atletas caen en fila india , uno tras otro, en un asunto que tiene encolerizada a World Athletics, la Federación Internacional de Atletismo.

La guindilla la ha puesto Elijah Manangoi (27).

Bajo la lupa

“Debemos revisar nuestra relación con Kenia”, contaba un alto dirigente de IAAF a este diario

–Estoy devastado. El año pasado había sido el peor de mi carrera. Estaba hundido por culpa de una lesión que me ha afectado en todo, dentro y fuera de las pistas –ha dicho Manangoi en estos días.

El jueves, World Athletics comunicaba que le castigará por saltarse tres controles antidopaje durante 2019. En el argot deportivo, tres ausencias en doce meses equivalen a un positivo. La hipotética sanción es de dos años.

En Kenia, Manangoi es leyenda.

En 2017, su gran año, se apropiaba de los 1.500 m en el Mundial de Londres. Lo había hecho tras un magnífico ejercicio coral, al aliarse con sus compañeros Tim Cheruiyot y Asbel Kiprop para diseñar una carrera a la medida de los kenianos. Cheruiyot fue plata. Kiprop se dejó ir en la última vuelta.

En la imagen, los tres celebran aquel éxito colectivo.

La imagen tiene un trasfondo grosero. Entre los tres campeones se han apropiado de los cinco últimos títulos mundiales de 1.500 m. Sin embargo, dos de ellos tienen problemas con el dopaje.

Asbel Kiprop (31), una mantis religiosa de 1,90 m, campeón en 2011, 2013 y 2015, se encuentra inhabilitado por cuatro años: en 2018 daba positivo por EPO.

Y ahora, Manangoi.

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Elijah Manangoi, por delante de Tim Cheruiyot, en los Juegos de la Commonwealth de 2018

Mark Schiefelbein / AP

–Es cierto que fallé en tres controles. Pero nada de ello tiene que ver con el dopaje. Ahora estoy centrado en mi defensa y diga lo que diga seré criticado –ha dicho en estos días.

El caso enturbia nuestra percepción del atletismo keniano, hoy tan aplaudido por sus proezas como denostado por la impureza de algunos registros.

En la memoria reciente quedan positivos de importantes atletas, como los maratonianos Wilson Kipsang, Abraham Kiptum y Jemima Sumgong, plusmarquistas mundiales o campeones olímpicos, ejemplares que nos hacen dudar.

¿Qué debemos pensar de Kenia?

¿Que su virtud está en la altitud, en la genética o en las transfusiones sanguíneas?

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