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David Antón entra en la élite del ajedrez con un quinto puesto en el torneo Gran Suizo

La nueva promesa española

El español ha dado el paso definitivo para entrar de lleno en ese ramillete de genios que dominan el tablero a su antojo

David Antón y Fabiano Caruana, número dos del mundo, en la ronda diez del Gran Suizo de la FIDE

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Magnus Carlsen viajó a la isla de Man para disputar el prestigioso torneo Gran Suizo de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) con el objetivo de lograr su sexto título del año de los siete disputados hasta ahora. El número uno del mundo desde el 2011 buscaba el récord de 101 partidas sin perder, algo tan difícil como podría ser estar tres Champions League seguidas sin sufrir una derrota. La victoria en este campeonato concede una plaza para el torneo de candidatos del próximo año, de donde saldrá el retador del campeón noruego, por eso allí estaba también la plana mayor del ajedrez mundial. Tras nueve jornadas, el noruego se mantenía en los primeros puestos, pero el liderato era para un joven no demasiado familiar para él. La intriga le pudo al campeón y quiso ver cómo Fabiano Caruana, su último retador en el 2018, se medía contra este intruso. Así que no dudó en irse hacia su mesa, intentando comprender su juego. David Antón era ese joven al que Carlsen quería escrutar en la corta distancia.

David Antón Guijarro (Murcia, 1995) perdería esa partida contra el italo-americano, la única derrota en una semana inolvidable en la que se enfrentó a la élite del ajedrez mundial. Pese a ello, se fue de la isla de Man con un quinto puesto, a medio punto del ganador y una posición por delante de Magnus Carlsen, quizás el mejor jugador de la historia. Para muchos, Antón ha dado el paso definitivo para entrar de lleno en ese ramillete de genios que dominan el tablero a su antojo. Por el camino hizo tablas con el ruso Sergej Karjakin, el protegido de Putin y rival de Carlsen hace dos mundiales, y también empató con el armenio Levon Aronian, número siete del mundo. Sus grandes triunfos llegaron ante el estadounidense Lenderman y el ruso Alexander Grischuk, subcampeón de clásicas en el 2007 y número 10 mundial. Solo cojeó ante Caruana, número dos, cuando parecía que las tablas estaban en su mano. Pero ese traspié no le condicionó y en la última partida se rehizo para terminar a medio punto del ganador final.

Magnus Carlsen y Fabiano Caruana observan el planteamiento de Antón, en el torneo de Isla de Man

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Ningún español había logrado nada parecido desde hace muchos años. De hecho, España no es ninguna potencia en ajedrez. Sólo ha tenido un campeón del mundo en su historia, Rui López de Segura, un sacerdote que está considerado el primer campeón del deporte ciencia allá por finales del siglo XVI. Pero desde ese 1570 han pasado ya casi cinco siglos en los que los españoles ni siquiera han estado cerca de un hito tan relevante. En esa batalla contra el peso de la historia, en los últimos años Paco Vallejo es el único que ha podido acercarse, aunque tímidamente, a los mejores.

El niño , como se conoce en el mundo del ajedrez a David Antón, no fue el típico joven prodigio que se dedicó en cuerpo y alma a su pasión desde pequeño. Para él sólo era un hobby hasta que ganó el Campeonato de España sub-14 en el 2009. A partir de ahí ganaría los ocho siguientes campeonatos nacionales y se convertiría en una de las grandes promesas del país. Ahí comenzó a tomárselo en serio, y en el 2014 llegó el espaldarazo definitivo, al ser subcampeón de Europa con sólo 19 años. Fue entonces cuando dejó sus estudios de matemáticas. Ya era el número dos español.

Salto en la clasificación

El madrileño de adopción es ya el número 45 del ranking FIDE con 2.686 puntos ELO

Hace tiempo que el nivel de juego del niño está por encima del ELO, tipo de puntuación en la que se basa la clasificación de la FIDE. Su último gran golpe se había producido en el abierto de Gibraltar, cuando estuvo a punto de ganar en el desempate a Hikaru Nakamura, el rey del ajedrez rápido, con sólo 21 años.

Sus progresos han sido constantes desde entonces. Sin estridencias. Pausado y sereno, analítico pero nada pedante, Antón hace de la normalidad virtud en su día a día. Es casi una estrella, pero él parece un chaval joven divirtiéndose entre adultos. Su agilidad mental es sorprendente, también lo es la seguridad con la que ejecuta movimientos de alto riesgo.

Todo eso ha llevado a Paco Vallejo, número uno español durante los últimos 15 años, a cederle el testigo, en un gesto repleto de simbolismo, dejándole ser primer tablero en el Europeo que la selección española disputó en Batumi hace unos días.

El siguiente objetivo de Antón es intentar mantenerse entre los mejores en cada torneo y aspirar, por qué no, a estar algún día en el torneo de candidatos. Eso es hoy por hoy lo que diferencia a los buenos jugadores de la élite mundial. Para ello ha trabajado en los últimos años, y con ello sueñan él y el ajedrez español.

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