Al norte de la isla de Manhattan, en el estado norteamericano de Nueva York, el campo de golf de Winged Foot ya tiene todas sus garras afiladas. A partir del jueves acogerá un extraño US Open sin público, el primer grande de la temporada 2020-21 pero el segundo del año tras el PGA que ganó Morikawa. Los golfistas temen al que es uno de los campos más complicados del mundo, una de las joyas del hall of famer A.W. Tillinghast, que ya ha dado muestras en el pasado de su brutalidad.
Entre ellos emerge Tiger Woods, actualmente en el puesto 21 del ranking mundial, que sigue a la caza de los 18 grandes de Jack Nicklaus. En el último Masters de Augusta logró el decimoquinto y en Winged Foot aspira a seguir recortando diferencias. “Cuando envejeces se hace más difícil ganar. Hay que aprovechar los años de carrera en los que estás a tope físicamente para que luego tengas la oportunidad de aspirar a récords como el de Nicklaus”, ha remarcado este martes en la rueda de prensa previa al torneo. “Rafa (Nadal), Fed (Federer) o Serena (Williams) llevan muchos años siendo consistentes y dominantes y por eso pueden aspirar ser los mejores de la historia”, ha añadido.
Winged Foot es uno de los campos más difíciles que jugamos, a la altura de Carnoustie y de Oakmont”
A Woods se le ha visto entrenar en Winged Foot junto a su cada vez más amigo Justin Thomas, otro de los favoritos. De hecho, la organización también les ha puesto en el mismo grupo el jueves y el viernes, con Collin Morikawa como tercer hombre. Estos días de prácticas le han servido para corroborar que Winged Foot no dará tregua.
“Es uno de los campos más difíciles que jugamos, yo lo pondría a la altura de Carnoustie y de Oakmont. Históricamente no se ha ganado precisamente con resultados bajos aquí y no creo que cambie. Habrá que ver qué banderas deciden poner pero con la previsión del tiempo ya sabemos que será una semana complicada, con el campo rápido y seco y un rough muy alto en el que se te engancha el palo”, ha resumido.
Una de las cosas más importantes en el US Open, como es habitual, será intentar coger el máximo de calles posible ya que el rough nunca trae nada bueno. Woods tiene clara la estrategia: “Voy a intentar jugar cada hoyo desde un lugar determinado, si para llegar ahí por el viento necesito el drive pues lo pegaré. Pero puede ser que al día siguiente sea la madera 3, lo iré viendo día a día”.
Como sucede con todos los jugadores, el ex número uno del mundo echa de menos a los aficionados en los torneos. “Su energía y su positivismo aportan mucho, llenan de electricidad el campo, especialmente en Nueva York donde hay tanta pasión por el deporte. Llevo dos décadas jugando con todo eso pero es la nueva realidad y a todos nos toca adaptarnos”, ha zanjado.
Tiger afronta este US Open después de no haberse podido clasificar para el Tour Championship, el último torneo de la temporada, y de pasar sin pena ni gloria por el PGA Championship, que acogió Olympia Fields, un campo también de los complicados. “Este año no he putteado tan bien como me gustaría y encima he fallado en el lado malo muchas veces, lo que me ha impedido estar en la lucha por la victoria”, ha concluido.