500 partidos suma Pep Guardiola al frente del Manchester City, y en estos ocho cursos y medio siempre le hemos visto dirigir a unos citizen jugones, dueños del balón, agresivos en la presión, conscientes de sus amplias capacidades.
Así, hasta ahora.
Este City hoy sumido en una crisis existencial luce distinto (con el de ayer, apenas ha ganado dos de sus últimos catorce partidos). Es timorato, abandona la posesión, se abona al arreón sobrevenido y acaba pasándolo mal en su visita a un rival menor como el Leicester, conjunto que apenas ha sumado cuatro de los 18 últimos puntos, hoy en zona de descenso de la Premier (0-2).
En otros tiempos, hará tres o cuatro meses, el City hubiera resuelto esta visita con un fabuloso despliegue de juego y goles. Hubiera sumado cuatro o cinco, jamás hubiera permitido que el Leicester se le subiera a las barbas. Sin embargo, no es ese el encuentro que presenciamos.

Savinho celebra su primer gol como 'citizen' junto a Bernardo Silva, Foden y Håland
Cierto, esta vez Savinho allanaba el camino con un gol en el minuto 21, gol de pillo al aprovechar un pésimo rechace de Stolarczyk, meta del Leicester (era su primer gol como citizen, tampoco dice nada bueno de su rendimiento).
Pero a partir de ahí, el City desaparecía de escena.
Lastrado por los desconcertantes estados de forma de Foden y Bernardo Silva, el City se veía acorralado durante casi cincuenta minutos, agobiado por los magníficos El Khannous y Buonanotte, los líderes del Leicester. Y había tenido que reaparecer Savinho y entregarle un centro perfecto a Håland para que anotara su primer gol en cuatro partidos, otro futbolista desconcertado que, desesperado, se aventura en conducciones que no le acreditan ni le distinguen.
Respira el City, cierra este extraño 2024 con una victoria. Pero de ahí a ganar la Premier, por puntos y por juego, media un mundo.