‘Rock stars’ con silbato
Por la escuadra
Que los árbitros son seres hechos de una pasta especial está fuera de toda duda. Solo ellos, y las grandes estrellas de la música, viven con naturalidad y un punto de vanidad casi innata que haya un estadio lleno de gente pendiente de sus movimientos. La pasta de que están hechos los árbitros es, sin embargo, todavía más especial que la de un Mick Jagger o una Miley Cyrus de turno, que saben que tienen el público a favor. En el caso de los árbitros, su magnánima templanza fluye a pesar de saber que los millares de personas que hay allí no han ido precisamente a verlos a ellos, más bien al contrario, y que cualquier decisión que tomen será juzgada por todo el mundo. Pero la presión, lejos de molestarles, parece que es la gasolina de los árbitros.
La embriaguez protagonista de los árbitros ha dejado fuera de juego al resto de actores del fútbol
Años atrás era una presión muy elevada porque todo el peso de dirigir un partido recaía sobre una sola persona, auxiliada por los árbitros asistentes. Pero entonces apareció el VAR para robar todo el protagonismo a los árbitros y minimizar su huella humana sobre las decisiones que marcan un partido de fútbol. Así de entrada, el VAR venía a ser prácticamente una robotización del arbitraje. Por eso, su puesta en funcionamiento despertó las críticas más feroces de los autollamados románticos del fútbol. ¡Ilusos! Se les escapaba el pequeño detalle que de quien hablamos es de los árbitros. Este colectivo de impartidores de justicia futbolística no permitiría de ningún modo que su figura quedara desdibujada. Y así ha sido. Desde la implementación del VAR y, especialmente en los últimos meses, estamos asistiendo, como perplejos espectadores, a una perversión del fútbol que se cuece entre orejeras, micrófonos y comunicaciones con la sala VOR. Los árbitros han desplegado un superpoder gracias al cual la implantación de una herramienta que tenía que restarles presión, los ha acabado haciendo todavía más protagonistas. Todo por el uso que ellos mismos han acabado haciendo. Los aficionados al fútbol ya no tenemos claro cuándo se señalan unas manos, quién tira las líneas del fuera de juego y hasta cuántos segundos se tiene que echar atrás una jugada para anular un gol. Esta embriaguez de protagonismo ha acabado dejando fuera de juego al resto de actores del fútbol hasta que los audios del VAR publicados por Jijantes FC han ayudado a dar cierto sentido a determinadas decisiones arbitrales. La Real Federación Española de Fútbol, con una ofensa sobreactuada e hipócrita, ha denunciado la filtración de estos audios a la Guardia Civil. Un esfuerzo innecesario por desviar la atención. Como si fuera más grave la filtración que no que el contenido de los audios ponga sobre la mesa unas praxis que en nada se acercan al espíritu con que se introdujo el videoarbitraje. Lejos de eso, todo apunta que estos rock stars con silbato tienen cuerda para rato y ninguna intención de bajarse del escenario.