Manchester City y Liverpool se estrenaron en la Champions League con sendas victorias ante el Oporto y el Ajax. Los ingleses se impusieron, pero portugueses y neerlandeses vendieron cara la derrota.
Lejos de amilanarse ante el caché de los reds, el Ajax, fiel a su estilo, generó numerosas ocasiones y solo cayó con un gol en propia puerta de Tagliafico (0-1). Por su parte, los de Pep Guardiola tuvieron que remontar en el Etihad un golazo de Luis Díaz. Corría el minuto 14 de encuentro cuando Rúben Dias regaló el balón y el colombiano, con un eslalon sensacional, batió con un tiro raso a Ederson.
Penalti polémico
Pepe arrolló a Sterling, pero un instante antes Gündogan pisó claramente la pierna del portero
Como es habitual, los cityzens se refugiaron en la posesión, pero apenas hicieron daño en la defensa ideada por Conceiçao. Solo se metieron en el partido con un polémico penalti. Pepe arrolló a Sterling, pero un instante antes Gündogan pisó claramente la pierna del portero. El árbitro Andris Treimanis no lo apreció así en el VAR y Agüero puso las tablas.
Tras la reanudación, el City fue más incisivo, aunque de nuevo marcó gracias a una acción a balón parado. En este caso Gündogan fue protagonista con un lanzamiento magistral de falta. En ese instante, en el minuto 65, el partido se hizo una montaña para el Oporto. Ferran Torres cerró el duelo con un gran disparo tras asociarse con Foden.
Nicolas Tagliafico lamenta su gol en propia puerta.
En Amsterdam, el Liverpool, en la primera prueba sin el lesionado Van Dijk, lo pasó peor. El partido fue atractivo para el espectador, con ambos equipos llegando al área. El conjunto de Ten Hag, que deslumbró al mundo hace dos años, encara este curso sin otras dos piezas clave, Van de Beek y Ziyech, pero el equipo sigue jugando de memoria. Fabinho salvando en la línea de gol y el palo en un tiro de Klaassen fueron las ocasiones más claras del campeón neerlandés, que mereció más. Pese al marcador ajustado, Klopp se permitió el lujo de cambiar en el minuto 60 a su tridente : Mané, Salah y Firmino. Una osadía que le salió bien al genial entrenador alemán