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Sergi Samper: “¡En Kobe me dedicaron una canción!”

Vuelta y Vuelta

Canterano en el Barça, el centrocampista declara su felicidad en Japón: “Veo muchas camisetas con mi nombre”

Sergi Samper, la semana pasada en Barcelona

Mané Espinosa

Dale alegría alegría a mi corazón,

Sergi Samper tú eres mi pasión

Afición del Vissel Kobe

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–Mire esto –me dice Sergi Samper (25).

Enciende la pantalla del móvil y me muestra un vídeo. En las gradas del estadio del Vissel Kobe, miles de aficionados japoneses entonan un cántico.

Cantan en español mientras ondean las banderas del club.

Le cantan a Sergi Samper.

La letra abre esta historia:

Dale alegría alegría a mi corazón,

Sergi Samper tú eres mi pasión

–Se les entiende bien, ¿eh? –me dice.

–¡Qué curioso! ¿Y de dónde sale la letra? –le pregunto.

Sergi Samper se encoge de hombros.

–Ni idea. Pero esto no me había pasado en la vida. Nunca pensé que una afición llegaría a tratarme así. ¡Me han hecho una canción!

Sergi Samper lleva allí una temporada.

Firmó por cuatro años. Jugó mucho el curso pasado, más de treinta partidos. Se alineó junto a Iniesta, Vermaelen, Podolski y David Villa, que ya se ha retirado.

El Vissel Kobe es un club mediático. Ganó la Copa del Emperador, el equivalente a nuestra Copa del Rey. Semejante exitazo le dio el pasaporte para la Asian Champions League: la Champions de Asia.

La aventura de Sergi Samper tiene un punto reivindicativo.

Sergi Samper, en Barcelona

Mané Espinosa

Se formó en La Masia. Llegó al primer equipo del Barça. Jugó con Messi y Puyol.

–En cada equipo tiene que haber de todo. Genios como Messi, que lo ve todo. O Xavi, cómo protegía el balón. Como si tuviera ojos en la nuca. O como Iniesta. Y otros como Puyol y Mascherano, que no te dejaban respirar. Ni entrenándote ni jugando.

Sergi Samper jugó trece partidos de azulgrana, la mayoría de ellos en la era de Luis Enrique. Se quedó a medio camino. Se fue cedido al Granada y el Las Palmas. Se rompió un tobillo y perdió un año.

Apareció en Kobe.

–¿Y cómo son los aficionados japoneses?

–El público japonés me ha sorprendido. Si nos marcan, ni se inmuta. Idolatra a sus jugadores. Por ahí veo muchas camisetas con mi nombre.

–¿Y la prensa?

–Es más light que aquí. No aprieta nada.

–¿Y los futbolistas japoneses?

–Trabajan mucho la táctica. Son muy rectos y obedientes. No son muy fuertes en el choque, pero son rápidos y habilidosos. Quizá les falta algo de imaginación. Son previsibles: hacen lo que les enseñan, no más.

–¿Y cómo se entienden en el campo? ¿Usted habla japonés?

–El lenguaje del fútbol es universal. Y algo hablo. Sé lo suficiente como para decirles: ‘¡derecha, izquierda!’.

Ríe.

Estamos en Farga, junto al Turó Park. Ahora mismo, Sergi Samper se encuentra de vacaciones. Ha venido a ver a la familia. Todos se formaron en el mundo del tenis. Lo jugó de crío, en el Barcino, con sus padres y Jordi, su hermano mayor, tenista profesional (hoy es el 947.º ATP).

–Yo era un buen tenista. De pequeño ganaba los Campeonatos de Catalunya.

Yo era un buen tenista; jugaba en el Barcino, con mi hermano: de pequeño ganaba los Campeonatos de Catalunya”

Sergi SamperFutbolista del Vissel Kobe

Los domingos por la tarde en el Barcino sacaban la pelota de fútbol y se ponían a darle.

El abuelo era culé y supo que había pruebas para chavales en el Barça.

Se llevó al niño.

Sergi Samper tenía seis años.

Se quedó en la escuela azulgrana, y luego pasó al club. Compaginó el fútbol y los estudios. Se matriculó en Publicidad y Periodismo por la Blanquerna. Avanzó dos cursos.

–Lo tuve que dejar por el fútbol. Pero no descarto acabarlo.

–Usted era único: un futbolista en la universidad...

–Escuchaba la cantinela en casa. Me decían: ‘El Barça es ruido mediático. Estudia, estudia’.

A los 18 años supe que era diabético; tenía hambre y sed, perdía peso y me sentía siempre muy cansado”

Sergi SamperFutbolista del Vissel Kobe

Le da un sorbo al té.

Controla todo lo que toma.

Sergi Samper tenía 18 años cuando advirtió que algo iba mal. Perdía peso. Tenía hambre y sed. Debía orinar con frecuencia y se sentía cansado.

Fue a preguntar a los médicos del club. Decidieron someterle a un análisis.

–Pensé que no sería nada. Pero a mitad de un entrenamiento, apareció el médico y me ingresaron en el hospital. Estaba bajo de insulina y tenían que estabilizarme los niveles. Descubrí que era diabético.

–¿Y vive y juega con eso?

–Claro, es perfectamente posible. Tengo que controlar todo lo que como. Los horarios, las rutinas... Debo ser más profesional que el resto. Peso la comida, los hidratos... Me mido el azúcar antes de un partido. Según el nivel, tomo algo o no.

–¿Por qué no triunfó en el Barça?

–Se juntó un grupo de jugadores extraordinario y en su máximo esplendor. Estaba Busquets, que jugaba en mi puesto, y su nivel le hacía intocable. Y en los últimos años no se apostó mucho por la cantera. Me cedieron y no salió bien. Y me lesioné.

–Lo que aprendió en el Barça, ¿le sirvió?

–¿Se refiere al sistema? ¡Es un sistema complejo! Desde pequeño te enseñan a salir desde atrás. A formar triángulos. Los extremos, muy abiertos. La orientación, con el cuerpo. En el Vissel, todo esto me ayuda: la propiedad (Rakuten) se pirra por el sistema del Barça. Y encima tengo a Iniesta en el equipo. ¡Qué elegante es jugando!