Aprendió con el tiempo
Adiós a Josep Lluís Núñez
“Aunque me declaró persona non grata e intentaron volcar mi coche en el Camp Nou, acabamos siendo amigos”, recuerda el veterano periodista sobre el expresidente barcelonista
Sólo hay dos oficios, profesiones o ambiciones que no exigen titulación alguna. Puedes ser político sin tener ni siquiera el graduado escolar. Y para ser directivo de un club de fútbol tampoco te exigen estudios. ¿Qué consecuencias ha tenido ello en nuestra sociedad? Pues que políticos y directivos hayan llegado a los cargos totalmente en ayunas de conocimientos. Eso pasó con Josep Lluís Núñez.
Aunque era un empresario de éxito, sus principios en la presidencia fueron penosos y lamentables. ¿Y quién pagaba las consecuencias? El FC Barcelona, obviamente. En aquel entonces era un hombre soberbio, imprudente y que siempre se creía en posesión de la verdad. De una única verdad: la suya. No aceptaba las críticas.
En esa época me declaró persona non grata. Finales del siglo XX ¡y persona non grata! Parece surrealista, algo casi de ciencia ficción. Recuerdo que cuando fui al Camp Nou con este extraño sambenito tuve que hacerlo rodeado de policías, como si fuera el Lute. Y, a pesar de todo, los vándalos zarandearon y casi hicieron volcar el vehículo en el que iba. También agredieron a quienes me acompañaban, entre ellos a mi amigo Rafa Carrasco.
Pero Josep Lluís Núñez no era torpe y fue aprendiendo con el tiempo hasta convertirse en el mejor presidente de la historia moderna del Barça. Esa es mi opinión. Con mucha diferencia, ha sido y es el mejor, desde el decenio de los años cincuenta hasta nuestros días. Estuvo 22 años en el cargo, cosechó muchos títulos, entre otros la primera Copa de Europa. Fichó a Johan Cruyff como entrenador, y a otras leyendas como Maradona y Stoichkov. Pero, más allá de sus aciertos deportivos, activó una forma de presidir que puso al club por encima de todo.
Los lectores se preguntarán cómo pudo llegar tan verde al Barcelona un empresario tan listo. Conviene recordar que el fútbol es completamente distinto a todo. Es relativamente fácil hacer un presupuesto en una empresa, pero ¿cómo hacerlo en una organización que depende de que la pelota entre o no en la portería? Un balón que rebote en el travesaño y que no sea gol puede significar una pérdida millonaria. ¿Quién puede cuantificar lo que supone jugar o no una final de la Copa de Europa? Josep Lluís tardó mucho en aprenderlo, pero lo aprendió.
Y creció como dirigente. A mi juicio tuvo dos grandes obras maestras, intangibles, pero que lo convierten –repito y reitero– en el mejor presidente del Barcelona. Una consistió en mantener la independencia mediática del FC Barcelona, a pesar de las tremendas presiones que recibió por parte de sectores empresariales muy importantes. Pero, contra viento y marea, mantuvo al club al margen de guerras y guerrillas periodísticas. Su segunda gran virtud fue impedir, en la medida de sus posibilidades, que unos u otros jugaran políticamente con el nombre del FC Barcelona. El Barcelona era de todos y estaba por encima de esas voluntades. Ese es el presidente que yo admiro y estimo. Porque primero me declaró persona non grata, pero terminó siendo mi gran amigo. ¿Cómo y por qué se produjo esta transformación?
Muy sencillo.
Cuando Josep Lluís Núñez era un pésimo presidente por su desconocimiento y porque era un recién llegado, los asalariados del aplauso le encumbraron. Pero cuando se convirtió en un buen presidente y en un buen mandatario, esos mismos exégetas no tuvieron inconveniente en denigrarlo. ¿Cuáles fueron los motivos? De nuevo, muy sencillos. Josep Lluís Núñez iba a dejar la presidencia y los asalariados del aplauso tenían que correr para colocarse a los pies de los candidatos que aspiraban al trono que iba a quedar vacío. Digo ahora lo mismo que dije cuando falleció Pablo Porta: todo lo que le tuve que decir a Josep Lluís, primero malo y después bueno, pero siempre con una absoluta independencia, se lo dije en vida. Ahora sólo puedo hacer lo mismo que hice con Pablo Porta: rezar por él. Y si puedo arreglar un tema personal mío muy complicado, le acompañaré en su último viaje. Envío mi dolor y mi pesar a su esposa, Maria Lluïsa. Y a sus hijos y a todos sus seres queridos. En la hora del adiós, me despido de quien fue el mejor presidente del FC Barcelona y uno de los grandes bastiones del fútbol español.