“Al lugar donde has sido feliz no debieras tratas de volver”, cantaba Joaquín Sabina. No piensa lo mismo Ángel Di María, que 13 años después y tras un largo periplo por el Real Madrid, el Manchester United, el PSG y la Juventus, volvió a Lisboa en el verano del 2023. Al Estadio Da Luz. A vestir la camiseta del Benfica, el equipo que le abrió las puertas de Europa. Ayer el argentino, que descansó en el último encuentro que el Benfica ganó ante el Famalicao porque tenía una sobrecarga, saltó sobre el césped de entrenamiento al cien por cien. Muchos en Lisboa respiraron aliviados al verlo. El capitán, de 36 años, es todo un ídolo. Es de la misma generación que Robert Lewandowski. Y, igual que el delantero del Barça, es el máximo goleador del Benfica esta temporada con 13 goles en 27 partidos, diez de ellos en los últimos 14 envites. “Da gusto verle jugar. Es un jugador fantástico”, dijo Hansi Flick.
El Barcelona nunca fue su especialidad. De los 20 partidos que ha disputado contra los blaugrana -16 con la camiseta del Real Madrid, tres con la del PSG y una con el Benfica- solo ha marcado cuatro goles. En cambio, sufrió en sus carnes goleadas barcelonistas como la del 5-0 en el Camp Nou en la era de Guardiola y Mourinho. Y, con el PSG, fue de los más criticados tras la remontada azulgrana en el Camp Nou (6-1) con Luis Enrique en el banquillo. Y eso que ‘El Fideo’ anotó dos de los cuatro goles que el conjunto parisino le endosó al Barcelona en el Parque de los Príncipes.
Pero volvamos a Lisboa. A los orígenes. Fue aquí donde Di María se hizo futbolista. En Argentina solo había jugado 36 partidos con su Rosario Central cuando el club, que pasaba graves problemas económicos, recibió una propuesta del Benfica. El club de los diablos rojos acababa de perder a Simao, que se había marchado al Atlético de Madrid. Y no dudó ni un instante en ir a buscar a ese flacucho zurdo con tanta proyección. Pagaron seis millones de euros. Era mucho dinero para un Rosario Central que estaba en crisis. Con 22 años, Di María cruzó el Atlántico y le pidió a su familia que le acompañaran. La adaptación fue dura. Como le pasó a Messi en Barcelona, sus hermanas volvieron a su país natal, su madre iba y venía y el futbolista se quedó con su padre en la capital portuguesa. Empezó jugando más bien poco. Le costó un mundo adaptarse. Pero lo consiguió. Disfrutó conviviendo con jugadores como el actual presidente Rui Costa, Pablo Aimar o Saviola. Y ganó un pasaporte para marcharse al Real Madrid.
El resto, es historia. En el Real Madrid levantó la Champions en el 2014 precisamente en Lisboa. Pasó por Inglaterra, París y Turín. Y fue campeón del mundo, el gran sueño de todo argentino. De nuevo, apareció Lisboa en el horizonte para cerrar el círculo. Lo está haciendo con su mujer, cuya historia empezó en la capital portuguesa. Y con sus hijas Pía y Mía. Tras un primer año de prueba decidió seguir. Está dentro del top-20 de jugadores con más partidos en la historia del club del Águila y se ha ganado a todos: directivos, afición y compañeros.
“Es muy sacrificado. Tiene una rutina muy definida pero también le ayuda su físico", dice su entorno
“Es muy sacrificado. Tiene una rutina muy definida pero también le ayuda su físico. Ha demostrado que no necesita demasiado músculo”, explican desde su entorno. Fuera del estadio de Da Luz también es un pilar para el resto de sus compañeros. Sobre todo de los novatos. Di María siempre les explica que todo lo que sabe de la vida lo aprendió de su padre, que repartía carbón en Argentina. 'El Fideo' le acompañaba. Después iba a la escuela y después se entrenaba con su Rosario Central.
El jugador , que quiso ir al Barça, ha ejercido de mentor de los jóvenes
A pesar de su paso por el Real Madrid, el jugador habría escuchado una oferta del Barcelona. Es más, su nombre sonó en el 2017 para sustituir a Neymar. Messi no pudo cumplir el sueño de jugar con su socio de la selección, su 'muchacho' favorito en el club de su vida. También hubo contactos en el 2022 cuando terminó su vínculo con el PSG. Para el argentino no era un problema su pasado como madridista. “Mi relación con el Madrid ha terminado, porque mi ciclo allí terminó. Francamente, no tendría ningún problema en jugar en el Barça, al contrario. El único club con el que no podría firmar es Newell's Old Boys porque soy fanático de Rosario Central”, reconoció el futbolista, que se puso en contacto con Xavi Hernández. Le descartaron por su veteranía. El Barça ya tenía a su Lewandowski.
El duelo con Robert Lewandowski
El polaco se encontrará con un Di María que goza de su madurez. Que toma mate a menudo. Que comparte mucho tiempo libre con su familia y que organiza asados con su compatriota Otamendi para unir al equipo. Sobre todo para incluir a los jóvenes, a los que recuerda que el fútbol está para divertirse y que, cuando uno se divierte sin presión, las cosas salen mejor y, como consecuencia, hay más opciones de ganar. Les pone como ejemplos la Champions y el Mundial de Argentina. Además también le gusta organizar reuniones en su casa. “Las llama 'juntadas'. Ejerce de capitán dentro y fuera del campo. Le gusta ser accesible con todos”, cuentan desde el club. Y ponen dos ejemplos, como la ayuda que el capitán le prestó a Gianluca Prestianni, argentino que llegó a Lisboa con 18 años. O Álvaro Carreras, canterano del Real Madrid que aterrizó en el Benfica el pasado mercado de invierno.
Hoy estará a punto para jugar contra el Barcelona. Y disfrutar del que podría ser su último año en el fútbol profesional. Di María vive el día a día y todo dependerá de cómo se encuentre y de las pretensiones del Benfica. Pero está tranquilo. Él ya lo ha ganado todo. Algunas veces comenta la posibilidad de volver a su Rosario Central. Pero es ir demasiado lejos. De momento, quiere ganarle al Barça de un Robert Lewandowski que llega a Lisboa con ganas de reivindicar sus números. Son mejores que los de Di María. 26 dianas entre todas las competiciones. El partido de Da Luz será un duelo de veteranos que disfrutan de sus últimos capítulos del fútbol profesional.