Toda la polémica cae en el mismo lado

Por la escuadra

Toda la polémica cae en el mismo lado

El clásico generó lo clásico: mucha polémica y victoria del Madrid. Hubo cuatro grandes decisiones arbitrales: el supuesto penalti de Cubarsí a Lucas Vázquez; el gol fantasma del Barça; otro penalti de Rüdiger a Fermín y otro de Camavinga a Lamine Yamal. Todas cayeron del mismo lado: el blanco. Como lo de la mantequilla en la tostada. Aceptando que fueran jugadas dudosas, todas beneficiaron al Madrid. Ni una al Barça. Pleno. Al club blaugrana le están haciendo pagar el caso Negreira.

Lucas Vázquez pareció Garrincha por la banda con un Cancelo que lleva una mala semana en lo que a marcajes se refiere, a pesar de ser un gran jugador. Cuando el lateral blanco se internó al cuarto de hora de iniciado el encuentro se encontró finalmente a Cubarsí, que ocupó un espacio con su pierna para frenar el avance. Lucas, perro viejo, hizo que su pie golpeara con la pierna del excelente defensa blaugrana y engañó al árbitro, que picó y pitó una pena máxima que no fue revisada por el comité de videoarbitraje (VAR) al considerar que al existir contacto no debía entrar. Pero para ser justos, debió hacerlo y contemplar la jugada tal como fue en realidad. Para eso se pone el VAR, para que un penalti en un clásico en el que se están jugando la Liga se analice hasta el fondo. Una.

Las cuatro o cinco decisiones clave del clásico beneficiaron al Madrid: desde los penaltis hasta el gol fantasma

Diez minutos más tarde, Lamine Yamal desvió con la espuela un córner cerrado de Raphinha y Lunin sacó el balón con su cuerpo en la portería. Hay imágenes en las que se ve claramente cómo entró la pelota, pero ninguna de las 36 cámaras instaladas fue capaz de discernir si fue gol, y la Liga no tiene instalada la herramienta de ojo de halcón que mide precisamente si la pelota ha entrado o no de forma científica, aunque también se equivoque en ocasiones, como ha sucedido en otras ligas. Dos.

Poco después, Lamine Yamal se fue por la línea de fondo y cayó ante la entrada de Camavinga dentro del área. El colegiado consideró que no existió contacto. Tres.

Unos diez minutos después del descanso, Rüdiger se desentendió del balón y derribó con la cadera en el área blanca a Fermín, el canterano blaugrana, en una obstrucción clarísima que debió ser señalada como penalti, pero que pasó con el típico “Jueguen, jueguen”. Cuatro.

Ni una de las polémicas más gordas favoreció al Barcelona. Hubieron también temas menores, como no mostrar una tarjeta amarilla a Modric en el 45, que hubiera supuesto su expulsión al enseñarle otra en el minuto 83, o que la celebración del gol del Madrid con la grada está penada con tarjeta, pero ninguno de los celebrantes la vio. Nada. Semana trágica.

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