La prueba de que el Barça tiene mejor plantilla que la temporada pasada fue el gol de Raphinha en el minuto 20. La diferencia la marcó justo antes Lewandowski con una maniobra técnica en la que enroscó su pie derecho y el balón como si ambos elementos fuesen una misma cosa. Quizás lo sean. Hasta ese momento el equipo de Xavi había sido zarandeado por el Sevilla, un hecho sobre el que no hay que dramatizar pero que hace medio año hubiese acabado mal. Jugadores como Lewandowoski, que después metería el segundo en otra acción de alta calidad (control con el pecho y empalme académicos), son capaces de transformar radicalmente partidos con mala pinta (ayer) o elevar los que ya la tienen buena (Valladolid).
Pese a que la característica más subrayada para enaltecer el juego del Barça suele ser la de la posesión, los equipos blaugrana más laureados siempre tuvieron en sus alineaciones a los mejores delanteros del mundo, de esos que prefieren comerse la pizza antes que ver como el cocinero la amasa.
Lewandowski mejora lo que había y entronca con delanteros como Eto’o o Suárez
Samuel Eto’o fue el contrapunto irracional idóneo al metódico Barça de Guardiola; Luis Suárez actuó como un depredador para Luis Enrique, que si uno se fija en su época de futbolista también jugaba odiando y, si echamos la vista atrás, Ronaldo convirtió su temporada 1996-97 en un curso antológico de lo que debe ser y hacer un nueve. Lewandowski entronca con el instinto animal de aquellos precursores. Sucede que su manera de expresarlo es más refinado.
Gavi y Dembélé son los primeros en felicitar a Lewandowski tras su gol
¿Por qué ha fichado Guardiola a Håland si no es para afilar a su Manchester City y dotarlo de la brutalidad que le falta? ¿Por qué Koeman, alias “esto es lo que hay” con toda la razón del mundo, hubiera dado uno de sus riñones a cambio de un delantero así de decisivo?
El Barça ha empezado la Liga pisando fuerte porque tiene jugadores más buenos que antes. El fútbol es más simple de lo que a veces se piensa. Lewandowski es uno de ellos, pero también mejoran a sus predecesores Koundé y Raphinha, por poner dos ejemplos de fichajes millonarios.
Alguien dirá que con dinero todo es más fácil, pero ese alguien que levante la mano que no sea por favor quien se trajo al Camp Nou a delanteros como Malcom por 40 millones de euros, Trincão por 31 o Braithwaite, por 18. Por no hablar de Griezmann (100 largos) o Coutinho (100 larguísimos).
Después de temporadas adquiriendo naderías en el mercado que vulgarizaron al equipo y ralentizaron el necesario cambio generacional, hoy Xavi tiene en sus manos una plantilla amplia y fiable con un recorrido esperanzador aunque aún por descubrir. Es pronto para saber si ganará trofeos pero lo que ha quedado ya claro es que competirá con posibilidades de lograrlos.