Quique Setién empieza a cumplir promesas en su debut
Bajo los focos
El Barça muestra una cara diferente ante el Granada
El colegiado Pizarro Gómez estaba consultando con sus ayudantes que todo estuviera en orden, apenas unos segundos antes de que comenzara el encuentro, y Quique Setién ya estaba de pie, impaciente para por fin iniciar su ilusionante nueva etapa. Con los brazos cruzados y con un abrigo negro para protegerse del frío y del viento, cortesía de la borrasca Gloria, el técnico cántabro desveló los primeros secretos sobre su manera de trabajar en su debut.
Aunque los relojes no habían dado aún las siete de la tarde, más de dos horas antes del Barça - Granada, Setién dio un ejemplo de puntualidad y llegó con aparente tranquilidad al Camp Nou. Sin rastro del abrigo que llevaría después, compareció con una americana gris, un jersey negro de cuello alto, una mochila y un botellín de agua en la mano, saludando amigablemente a los trabajadores del estadio.
Las riendas del Barça
Setién y su ayudante, Sarabia, formaron un tándem muy activo
Mucho se había barruntado sobre las que podrían ser sus apuestas futbolísticas desde que se anunció su fichaje por el club azulgrana pero la alineación no reveló ninguna revolución. Setién apostó por un once que bien podría haber firmado su predecesor, claro que tenía pocas alternativas entre lesiones y sanciones. La primera noticia fue que Riqui Puig empezara en el banquillo y Arturo Vidal, un futbolista al que cuesta imaginar en el juego preciosista que predica el nuevo técnico azulgrana, como titular. El canterano, eso sí, saltó a calentar en el minuto 58 y entró al terreno de juego en el 71 en sustitución de Rakitic. A buen seguro que Setién tomó nota de la ovación que se llevó el menudo centrocampista de su afición.
En el calentamiento del Barcelona, en cambio, sí se empezaron a vislumbrar algunos cambios en la preparación de los partidos, con algunos ejercicios novedosos como combinaciones en grupos de cinco futbolistas. Además, sentado en el banquillo junto a Éder Sarabia, Setién quiso seguir el calentamiento en directo, una escena muy poco habitual en los últimos años en el Camp Nou. La afición, por cierto, se mostró bastante indiferente cuando se anunció el nombre del entrenador por megafonía, aunque un paseo por los vomitorios del recinto aclaraba que la goleada de los turistas extranjeros a los socios era cuanto menos aplastante y la leyenda de Setién, de momento, no ha traspasado los Pirineos.
La puesta de largo del preparador santanderino dejó bien a las claras su confianza ciega en Éder Sarabia. Más nervioso incluso que su jefe, el vasco no paró de dar indicaciones a los futbolistas, tanto sentado como de pie, por mucho que el reglamento no se lo permitiera. Si siempre es tan inquieto, se puede ahorrar la cuota del gimnasio. A los ocho minutos recibía la primera consulta de Setién en el banquillo para comentar las primeras impresiones que estaba dejando el choque.
Antes de la media hora, el Barça lanzó su primer córner y Setién dejó su lugar a Sarabia en el área técnica como hacía Guardiola con Tito Vilanova o Luis Enrique con Unzué. Pero debió ser un desajuste puntual porque en los posteriores saques de esquina la escena no se repitió. Al lado de Setién y Sarabia, Fran Soto seguía el partido a través de una tableta, intentando descifrar los secretos del rival a tiempo real.
Fue precisamente Soto el que se llevó el primer gran abrazo de Setién como entrenador azulgrana. Con Sarabia en la parte opuesta del banquillo dando instrucciones, el gol de Messi cogió a Setién junto a su segundo ayudante, con el que se fundió en un abrazo con sendas sonrisas de oreja a oreja. Enseguida se unió Sarabia, menos efusivo y más pendiente de dar instrucciones. El tanto, por cierto, se originó en un robo de balón de Riqui Puig . Está naciendo una estrella y el telescopio lo maneja Setién.
Sobre el terreno de juego, el manual del cántabro también se dejó ver. Primero, a la hora de sacar el balón desde atrás ante la presión del rival, ofreciendo nuevas soluciones. Y también en el dibujo, con Jordi Alba jugando de extremo en ataque y dejando sólo tres defensas. Aunque el juego no fue tan brillante como algunos habían soñado, lo cierto es que el Barça superó el 80% de posesión de balón, alcanzando registros de la época de Guardiola, y dio 1.005 pases. Para poner esta cifra en contexto hay que recuperar el partido de esta temporada con Valverde en el que el conjunto azulgrana había dado más pases. La cifra fue de 719. “No hace falta decir nada más”, que resolvería Schuster.