El ciclismo es un deporte de raíces centenarias que conserva algunas tradiciones ajenas a toda modernización, como el coche escoba, el vehículo que por una parte anuncia el final del paso de la carrera y por otra sirve, en teoría, para recoger a los ciclistas que abandonan durante una etapa.
Cuando un corredor pierde contacto con el último grupo y empieza a rodar claramente descolgado, a su espalda aparece de inmediato el coche escoba, como un buitre que sobrevuela una presa que puede caer en sus garras en cualquier momento.
Caleb Ewan, acompañado de sus gregarios, cruza la meta de la 14.ª etapa del Tour de Francia 2022, con el coche escoba al acecho durante un montón de kilómetros
Sin embargo, en la actualidad son muy raros los casos de ciclistas que ponen pie a tierra y reclaman la ayuda del enterrador de ilusiones. Se considera casi un deshonor acabar el Tour en el interior del coche escoba y los ciclistas prefieren solicitar la presencia de un vehículo de su equipo antes que subirse al fúnebre coche escoba.
Su presencia es obligatoria reglamentariamente, aunque ya casi nadie utilice sus servicios. En el vehículo del cobrador del frac del ciclismo se acomodan un conductor y un árbitro, que es el encargado de controlar que los corredores descolgados no reciban ninguna ayuda prohibida.
La presencia del furgón que recoge a los retirados es obligatoria, pero cada vez se utiliza menos
Sin embargo, no es muy extraño que se haga la vista gorda y sea el propio coche escoba el que colabore con ciclistas que, habitualmente enfermos, se resisten a poner pie a tierra. En un balance de las diez primeras etapas del Tour 2022 el chófer explicó que sólo había recogido a un par de corredores y, en ambos casos, para entregarlos poco más adelante al coche de equipo que se había detenido para esperar la entrega de los prisioneros.
Cualquier cosa antes que alcanzar la línea de meta dentro del coche escoba y tener entonces que abrir la portezuela trasera y bajar, bicicleta en mano, delante de todo el público.