Àlex Palou, vida más allá de la F-1
Automovilismo
La promesa de la cantera catalana es el único español que corre en la IndyCar
“Estoy donde quería estar; correr en la IndyCar era un sueño”, asegura convencido Àlex Palou Montalbo (Sant Antoni de Vilamajor, Barcelona, 1 de abril de 1997). Su gran día ha llegado: este sábado debuta en las series automovilísticas de EE.UU., en la Genesys 300, en Dallas. Pero ¿y la F-1? ¿No habíamos quedado en que era el sueño de cualquier piloto de automovilismo?
–Para mí ya hace tiempo que no era ni un sueño ni la principal prioridad. Está muy bien pensarlo cuando eres pequeño, pero cuando te das cuenta de lo que hace falta para llegar, y no sólo resultados (tener el mejor coche, el mejor equipo, patrocinadores...), ya lo ves. Desde el karting lo empiezas a ver. Vengo de familia modesta y llegar al karting ya era la hostia. Por lo tanto, la F-1 no ha sido nunca mi objetivo realista –asegura el piloto vallesano.
Decepcionado
Para mí hace tiempo que la F-1 no era ni un sueño ni la prioridad; está muy bien cuando eres pequeño”
Todo sinceridad, Àlex Palou, 23 años, es la confirmación de que hay vida más allá de la F-1. Al restringido gran circo sólo llegan cuatro, para ir renovando 20 volantes que se rejuvenecen bajo dos criterios: ser un crack indiscutible (como Verstappen o Leclerc), o bien llevar bajo el brazo un buen fajo de billetes, propios o dejados (como Stroll o Latifi, el último novato en entrar), o bien estar apadrinado por un programa de jóvenes pilotos. Ninguno de estos tres fue el caso de Palou, señalado como la última gran esperanza de la cantera catalana y española para seguir los pasos de Carlos Sainz hacia la F-1.
En él confiaban firmemente desde el Circuit de Barcelona - Catalunya, impulsor desde el 2005, junto con la Federació Catalana d’Automobilisme, la secretaría general del Esport y el RACC, del programa JovesPilots. Palou era su punta de lanza del 2014 al 2016. “Es el único piloto al que veo con progresión. No veo a ningún otro como él en toda España; es nuestra perla”, decía el entonces presidente del Circuit, Vicenç Aguilera. Y lo ratificaba Adrián Campos, el expiloto y propietario de equipo, que en el 2014 subió a Palou del karting a los monoplazas: “Àlex tiene oficio de piloto y un potencial acojonante. Estoy convencido de que es el siguiente que llegará a la F-1, si todo está en su sitio y él cumple”. Los dos requisitos de Campos, sin embargo, no se acabaron de cumplir para llegar a la cumbre.
El motorsportes así”, se encoge de hombros Palou. “Cuando todo va bien, todo el mundo tiene ganas de empujar”. No busca excusas. “Después de un muy buen primer año en monoplazas [3.º en la Eurofórmula y 2.º en elCampeonato de España de F-3], en la GP3 empecé a flaquear en resultados por falta de dinero. Aunque Adrián hiciera un esfuerzo enorme, no funcionó por pasta”, dice el piloto vallesano, que recuerda los quebraderos de cabeza que tenían él, sus padres y Campos para cubrir los 700.000 euros que costaba hacer una temporada de GP3.
El hecho es que Palou no se consolidó en el antepenúltimo peldaño previo a la F-1 (fue 15.º en el 2015 y 10.º en el 2016), y probó suerte en la F-3 japonesa, en las WS Fórmula V-8, la F-3 europea y, finalmente, en el 2019, corriendo todo el año en el Japón, en la Super Formula Nippon (3.º) y el Super GT (15.º).
La meca de Palou
La Indycar siempre me llamó la atención y fue un objetivo; es un campeonato serio, de los más complejos”
La experiencia oriental le abrió puertas. “Hice muy buena relación con Honda; quedaron muy contentos conmigo. Les dije que quería correr en la IndyCar y me pusieron facilidades: me ofrecieron hacer un test (en julio del 2019) y los sorprendí. Correr en Japón no es el camino normal, pero era el único que tenía y me ha permitido entra en la Indy”.
Debuta este sábado en Dallas, en la Genesys 300 (la carrera, a las 3.00 de la madrugada del domingo, hora española), después de una odisea por el coronavirus: por el aplazamiento del campeonato (tenía que empezar el 15 de marzo), por el visado, por las embajadas cerradas que lo obligaron a pasar por Costa Rica, los tres meses en casa, en Girona, sin saber si podría volver a EE.UU., y, finalmente, la dificultad de volar a Austin, vía México. “Pensaba que no llegaba a la primera carrera, nadie me podía ayudar, las embajadas decían que no era posible entrar en EE.UU.”, explica a La Vanguardia Palou desde Austin, donde ha establecido su base de operaciones. “Vivo solo en un piso; de vez en cuando me visitará mi novia, Esther”, dice el joven, que emprende una aventura que siempre le llamó “la atención, desde que veía a mi padre mirando las 500 Millas... Es un campeonato de verdad, uno de los más complejos, ya que necesitas ser rápido en circuitos permanentes, ovales y urbanos, con coches que son iguales”, dice Palou, con ganas de competir con mitos como Dixon, Carpenter, Kanaan o Will Power. “Me irá bien, estoy donde quería”, dice. Aunque con la pandemia no ha podido entrenarse en tres meses.