Memoria amenazada

POR LA ESCUADRA

Aprovecho este espacio para hacer terapia: no acabo de adaptarme a la intensidad del calendario. El Barça juega tan a menudo que no tengo tiempo de digerir las emociones de los partidos. Dejé de seguir el baloncesto por la misma razón: juegan tanto que es imposible ordenar los mecanismos de la militancia y la lealtad. Con el Barça de fútbol, paso de la alegría (hace cuatro días con partidos memorables) a la inquietud de ver partidos espesos como los jugados contra el Rayo y, el sábado, contra el Las Palmas. Pero seguimos adelante con la satisfacción de los puntos, sin la sofisticación crítica – el cómo antes del qué– que, no hace tanto, aplicábamos a Luis Enrique, Valverde, Setién, Koeman o Xavi.

Ahora se supone que debo escribir sobre la victoria del sábado, pero con la interferencia de saber que mañana jugamos contra el Atlético. Puedo fingir que tengo un interés impermeable a las circunstancias, pero lo cierto es que aún no he pasado la pantalla del Rayo y se me acumula la faena de interpretar cómo jugamos contra el Las Palmas. Antes un partido te duraba tres o cuatro días. Ahora vivimos instalados en una continuidad que nos atrofia la memoria a cambio de instaurar la dictadura de la atención permanente. Entre las previas (hoy rueda de prensa de Flick) y los post-partidos, el fútbol propiamente dicho se ve fagocitado por estadísticas y polémicas. ¿Y el juego? Hay poco tiempo para analizarlo, y suerte que, en La Vanguardia , tenemos analistas competentes (recorto sus artículos, pero se me amontonan).

El Barça juega tanto que no me da tiempo a digerir las emociones de los partidos

Interpreto que si no soy capaz de adaptarme a los nuevos tiempos es que no soy un culé como dios manda. Sería más honesto explicarles a ustedes que no les puedo comentar casi nada del partido del sábado, pero que tuve la impresión de que el juego era espeso y que solo me iluminó la jugada de Lamine Yamal y Olmo, con ese recorte extra dry que me retrotrajo al fútbol emocional de siempre.

¿La voracidad del calendario me exige centrarme en mañana? Seré disciplinado y hoy seguiré las declaraciones de Flick y mañana veré el partido habiendo olvidado los que jugamos –diría que de manera algo preocupante– contra el Rayo y el Las Palmas. Aquí la frase “show must go on” no sirve porque, en nombre de la rentabilidad, el show es devorado por el negocio. Sobre estas contradicciones entre la usura y la belleza del juego, les recomiendo que, cuando se estrene, vean la película Merca to . Es la historia de un representante de jugadores asediado por las deudas y la mala suerte. Vive los últimos días de mercado superando obstáculos de todo tipo. Uno de ellos es la relación con su hijo de 15 años que, con retintín ideológico, no pierde la oportunidad de darle sermones sobre el capitalismo y la corrupción del sistema. El representante (magnífico Jamel Debbouze) le escucha con la resignación del padre culpable. Al final, harto de tanta superioridad moral, le explica a su hijo que el fútbol también es, en la final de Glasgow del 2002, el centro de Roberto Carlos que Zidane remata con una volea estratosférica. “El fútbol también es que, veintidós años más tarde, te pueda recordar esta imagen”, dice. Contra la aceleración del tiempo y la mecanización de los estímulos, ojalá no perdamos la capacidad de distinguir entre lo que es funcional y banal y lo que es perdurable o eterno.

Las Palmas de Gran Canaria, 22/02/2025.- El centrocampista de la UD Las Palmas Stefan Bajcetic (d) ante el delantero del FC Barcelona Lamine Yamal durante el encuentro correspondiente a la jornada 25 de Laliga EA Sports que disputan hoy sábado en el estadio de Gran Canaria. EFE / Quique Curbelo.

Lamine Yamal controla un balón ante el jugador del Las Palmas Bajcetic

QUIQUE CURBELO / EFE
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