Lo de Hansi Flick con el barcelonismo ha sido un flechazo, un amor a primera vista. Ya el 31 de agosto, cuando el Valladolid se llevó siete goles de Montjuïc, un sector amplio de la grada coreó el nombre del entrenador alemán. Al público le gustó desde el principio lo que veía. Ambición, fútbol ofensivo, entusiasmo, jovialidad, voracidad y un optimismo no contaminado de rencillas. Todo eso es lo que transmitía un Flick que ha llevado al Barça a tener posibilidades en todas las competiciones entrados en el mes de febrero. Campeones de la Supercopa, semifinalistas de Copa, peleando en la Liga y en octavos de la Champions, su equipo ha superado el bache de resultados que le descabalgó de la cabeza del torneo de la regularidad con otra serie de actuaciones alucinantes. 37 goles acumula el Barça en los 10 partidos disputados este año, a 3,7 por encuentro.
Registros impresionantes liderados por un Flick que exige con dulzura, que es estricto pero que sonríe, que tiene mano de hierro para castigar los retrasos (que se lo digan a Iñaki Peña), pero que da segundas oportunidades si se ha cometido un fallo. El entrenador tiene en el bolsillo a la directiva porque entre sus mil focos de conflicto dio en la diana con la contratación de Flick. Pero es que también ha conquistado a la afición, a la crítica y a la mayor parte de su plantilla.
En la actualidad, solo Iñaki Peña reúne motivos para sentir que se le ha tratado con injusticia. El resto de futbolistas, incluido un Ansu Fati que cuenta poco y nada, aunque cuando jugó no enseñó aquel ángel que le catapultó, no tiene razones para discutir el reparto de minutos de Flick.
En verano, el equipo parecía muy limitado; hoy hasta 18 jugadores son potencialmente titulares
El entrenador alemán arrancó la temporada con una plantilla que se presumía muy corta, entre lesiones, pocos refuerzos y futbolistas bajo sospecha. Pero nunca puso excusas. Primero se sacó de la manga como pivote a Marc Bernal, lesionado de gravedad en Vallecas a principios de temporada, y después convenció a Marc Casadó de que lo podía bordar. A la par le proporcionó a Raphinha las funciones en el campo perfectas para sus características, convertido ahora el brasileño en uno de los delanteros más en forma de Europa. Con él, Lewandowski, al que viene dosificando como no había pasado antes, recuperó números del artillero de primera línea que siempre fue. Y con él, otro veterano como Iñigo Martínez se ha ganado la renovación como líder en la guardería blaugrana y capataz a la hora de tirar el fuera de juego.
Poco a poco, aquella plantilla limitada se ha ido abriendo como un desplegable. Por el camino regresó Gavi, y Pedri volvió a ser el Pedri de su primera temporada pero con más experiencia. Siempre sumando, hasta ha conseguido que la superpoblación de futbolistas en la mediapunta no haya supuesto un problema.
Dani Olmo, entre sanciones y problemas burocráticos, ha demostrado su calidad, Gavi ha sido muy útil y Fermín ha recobrado la pólvora.
En los 10 partidos del 2025, el Barcelona ha metido 37 goles, una media de 3,7 tantos por encuentro
Para conseguir la cuadratura del círculo, el aficionado se puede detener también en la evolución de Frenkie de Jong. Lesionado mucho tiempo en el tobillo, de morros con la directiva y silbado por parte del público, el neerlandés viene creciendo en cada encuentro hasta recordar en parte ya al futbolista por el que se peleaba media Europa cuando despuntaba en el Ajax.
Ahora mismo, Flick maneja un grupo de 18 futbolistas que pueden ser perfectamente titulares. En defensa le dijo a Eric Garcia que no se fuera al Girona, y el catalán ha jugado unos últimos partidos de fábula. También puede recurrir a Araújo, aunque es el que peor interpreta la táctica del fuera de juego. Los dos pueden dar oxígeno al incombustible Cubarsí y a Iñigo. En el centro del campo se pueden combinar Casadó y De Jong, de la mediapunta ya se ha hablado y arriba Flick ha encontrado en un Ferran Torres en racha un relevo de garantías para un Lewandowski que a su edad ya no conviene que lo juegue todo. Para los laterales no tiene tantos recursos, aunque Gerard Martín ha progresado a la sombra de un potente Balde. Pero, en líneas generales, el Barcelona es mucho más fuerte, más creíble y con más fondo de armario que en agosto. La fórmula Hansi Flick funciona.