Tenía que ser el sucesor de Messi, quería marcar una época y lo tenía todo a su alcance, por sus cualidades y porque el tiempo jugaba a su favor. Estaba en el lugar y el momento adecuado. Pero renunció.
En febrero lo más probable es que Neymar Jr. cumpla los 33 años, la edad de Cristo, como futbolista del Santos después de rescindir de mutuo acuerdo su contrato con el Al Hilal saudí.
222 millones para comprar su libertad
En el 2017 se convirtió en el fichaje más caro de la historia y ha movido 400 millones con sus traspasos
La anunciada era del extremo, en realidad, nunca terminó de llegar. Se fue del Barcelona para ser el número 1 y el siguiente dominador del planeta fútbol pero, desde que se convirtió en el fichaje más caro de la historia al pagar los 222 millones de la cláusula liberatoria, su carrera siempre tuvo inclinación descendente.
Buscaba ser el futbolista que recuperase para Brasil el Balón de Oro pero el país del jogo bonito ya hace 17 años, desde Kaká en el 2007, que no puede presumir de tener al mejor jugador del mundo. Era una de sus obsesiones –lo usó de excusa para justificar su adiós del Camp Nou– pero el tiro le salió por la culata y solo ha podido estar dos veces en el podio (2015 y 2017). Hasta el reinado efímero de Ronaldinho fue más largo.
Sin Balón de Oro
Se fue para ser número 1 pero solo logró estar dos veces tercero en el podio
Si en la Champions League no pudo dejar más huella que el título de Berlín’15 con el Barça y la final perdida con los parisinos frente al Bayern en el 2020, con la selección no ha tenido mucha más suerte pese al oro en los Juegos de Río y una Copa Confederaciones. Quizás por eso, su idea sea la de preparar el Mundial de 2026, su última gran cita, en casa.
Después de acumular el dinero de Qatar, propietario del PSG con aires de grandeza, y de Arabia Saudí, donde firmó un contrato faraónico, a Neymar solo le queda jugar la baza emocional. Sin nadie en Europa que se la juegue por él, con sus maltrechos tobillos y la incógnita de la recuperación de su rodilla izquierda operada, al delantero solo le queda el abrazo del Santos, del club que le vio surgir y en el que militó entre el 2009 y el 2013. Todas las piezas encajan en el club peixe, el que se hizo grande a la estela de Pelé, pues justo acaba de conseguir el ascenso a la primera división brasileña.
En poco tiempo, Neymar ha pasado de jugar al lado de Messi y Mbappé en el PSG a competir con Cristiano Ronaldo y Benzema en Arabia, y ahora, cuando se confirme el regreso, va a tener que codearse en la Serie A con compatriotas como Lucas Moura, Hulk, Coutinho, Thiago Silva, Deyverson, Alex Telles u Oscar, o incluso extranjeros como Memphis, Payet y Braithwaite, futbolistas casi todos en el ocaso.
En febrero cumple 33 años
La llegada del futbolista sería el mejor reclamo propagandístico para un Santos que acaba de subir a Primera
El brasileño, desde muy joven ligado a los deseos de su padre y a las fiestas de sus amigos Tois, se convirtió más en un producto que un futbolista. Su gran legado es el de exprimir como nadie publicitariamente sus goles y regates.
Neymar ha movido 396 millones en traspasos que nunca dejaron indiferente. En el 2013 eligió al Barcelona por delante del Real Madrid en un contrato, firmado por Rosell y Bartomeu, que acabó con el club blaugrana condenado por delito fiscal. En el 2017, el PSG le cubrió de oro tras pagar la claúsula de 222 millones. Y en el 2023, el Al Hilal pagó otros 90.
104 millones por temporada y 8,6 millones al mes
En el Al Hilal, el delantero, que cobraba 12.500 euros a la hora, solo jugó siete partidos y marcó un gol
No le ha salido nada rentable la inversión al equipo de Riad, que le extendió un contrato de 208 millones de euros de sueldo por dos temporadas. Ney solo ha jugado siete partidos con su camiseta, apenas cuatro como titular en una temporada y media claramente marcadas por las lesiones. “Lo di todo por jugar y hubiera deseado que disfrutásemos de mejores momentos juntos en la cancha”, se despidió.
Cada hora que ha pasado en la capital saudí, la caja registradora de Neymar ingresaba 12.500 euros religiosamente. Son 8,6 millones al mes –y ha estado un total de 17–. Por eso, el futbolista se va agradecido. “Ahora conozco la verdadero Arabia Saudí y tengo amigos para toda la vida. Siempre sentí su amor y pasión por el fútbol. Seguiré el viaje hacia 2034. Su futuro será increíble”, dice en el comunicado en referencia al Mundial que albergará el país. Algo contribuyó él en esa elección.