Tocado y hundido. Pedri miraba al cielo en busca de una respuesta, una señal divina que explique este castigo. ¿Por qué? ¿De verdad? ¿Qué hemos hecho para merecer esto? Todo eso decían sus ojos. Resoplaba, caminando con los brazos en jarra. Estaba destrozado, con cara de no entender nada. Se tapaba la cara con la camiseta, escogido MVP pero derrotado. Tierra, trágame. Todo al revés. Lo que empezó bien acabó fatal.
El árbitro acababa de pitar el final. Hacía nada que Sorloth había acabado con todos los sueños, que había perforado el corazón del barcelonismo, también el de Pedri. Pasaban 36 segundos del minuto 95 del partido. A punto estaban de cumplirse los seis de añadido que había dado el árbitro, el Barça quería ganar un partido que había perdonado y acabó perdiendo en un contragolpe de manual en la ultimísima acción.
El animador silencioso
Sin Lamine Yamal y sin la grada de animación, el canario abrió el marcador y regaló tres ocasiones claras
La defensa colchonera cortó un pase interior de Raphinha. De Paul avanzó por la derecha y buscó en largo la carrera de Molina, que centró. El envío pasó entre las piernas de Cubarsí y Raphinha no pudo cortarlo. Lo embocó el cazador noruego. Y colorín colorado. Pocas cosas hay más crueles que un desenlace así. La actuación del canario no merecía ese final.
El centrocampista del Barcelona lo hizo casi todo perfecto. Abrió el marcador en la primera parte y repartió caramelos durante la segunda mitad para sus compañeros sentenciasen. No hubo manera. Solo él pudo batir a Oblak. Y así no se puede. Fallando tantas ocasiones claras es imposible que no te penalice.
Incomprensión total
El centrocampista miraba al cielo en busca de una respuesta que explique este castigo. ¿Por qué? ¿De verdad? ¿Qué hemos hecho para merecer esto?
Con Montjuïc huérfano del bullicio sin el espacio de animación, Pedri animó el cotarro. Ni chilla ni canta –apenas levanta la voz– pero cuando tiene el balón en sus botas es como si tuviera un megáfono porque consigue levantar al público de sus asientos y partir a las defensas por la mitad.
A falta de Lamine Yamal, el canario reanimó a un Barcelona que aborrece a los rivales que quieren encerrarse y se luce cuando aparece equipos grandes. Ahí es donde ha podido enseñar su verdadero potencial. Goleó al Bayern y al Madrid, derrotó al Borussia y se quedó a medio camino frente al Atlético, que le robó el liderato.
Sin hacer mucho ruido Pedri resulta un estruendo, sin alaridos proclama que él manda y gobierna. El Barça con él no se queda mudo aunque parte de la grada aún eche de menos los cánticos pidiendo el regreso de los grupos al gol del pebetero. “Volem la grada d’animació”, se escuchó.
Pero Pedri no necesita música para bailar, él mismo pone la melodía y cambia el ritmo con el que rompe las líneas defensivas del Atlético. Se planta en el borde del área donde hace la pared con Gavi, que medio sin querer le devuelve el esférico. Y el tinerfeño, que ha jugado los últimos 17 partidos como titular, coloca el disparo raso a la base del poste.
No es artificial ni exagerado, sino que todo lo que hace es esencial. En la segunda mitad, con tres toques suaves desmonta todo el entramado defensivo del Cholo. Deja solo a Fermín, que no acierta ante Oblak, después a Raphinha (vaselina al larguero) y una vez más al brasileño, que sin ángulo chuta con la derecha. E incluso en el minuto 88 Oblak le saca un gol al propio Pedri, que no se imaginaba lo que pasaría en el 95m36s.