Después de su retirada del tenis en noviembre en la pasada Copa Davis en Málaga, Rafa Nadal ha usado el portal Players' Tribune para escribir una carta en la que se abre para hacer énfasis en algunos capítulos de su carrera en un emotivo escrito. El medio es frecuentado por grandes deportistas, a los que se les da un altavoz para que profundicen en su lado más personal. Primeramente, el manacorí ahonda en sus inicios. A los 12 años, tenía una gran afición por la pesca y un día que la practicó, aprendió una valiosa lección de la mano de su tío Toni, su entrenador en la mayor parte de su carrera.
“Un día, salí a pescar cuando podría haber estado entrenando. Al día siguiente, perdí el partido. Recuerdo que estaba llorando en el coche de vuelta a casa, y mi tío, que a esa edad tenía una gran influencia en mí, y que fue quien me hizo enamorarme del tenis, me dijo: “Está bien, es solo un partido de tenis. No llores ahora, no tiene sentido. Si quieres pescar, puedes pescar. No hay problema. Pero vas a perder. Si quieres ganar, entonces tienes que hacer lo que tienes que hacer primero”, abunda el mallorquín.
Las lesiones siempre fueron su mayor freno. “Me lesioné cuando tenía 17 años y me dijeron que probablemente nunca volvería a jugar al tenis profesional. Aprendí que las cosas pueden terminar en un instante. No era solo una pequeña fractura en mi pie, se trataba de una enfermedad. Una enfermedad sin cura, solo se podía gestionar: Síndrome de Müller-Weiss. ¿Qué significa eso? Pasas de la mayor alegría a despertarte al día siguiente sin poder caminar. Pasé muchos días en casa llorando, pero fue una gran lección de humildad”, detalla el ganador de 22 Grand Slam.
Nadal siempre ha destacado por el manejo de los sentimientos y su resiliencia en la pista. Sin embargo, no todo fue tan fácil. “Durante 30 años, la imagen que transmitía al mundo no siempre era lo que sentía por dentro. Honestamente, siempre he estado nervioso antes de cada partido que he jugado; eso nunca se va. Cada noche, antes de un partido, me iba a la cama sintiendo que podía perder. En el tenis, la diferencia entre los jugadores es muy pequeña, y entre los rivales, aún más. Cuando sales a la pista, cualquier cosa puede pasar, así que todos tus sentidos deben estar despiertos, vivos”.
"Durante la mayor parte de mi carrera fui bueno controlando esas emociones… con una excepción. Pasé por un momento muy difícil, mentalmente, hace unos años. Al dolor físico estaba muy acostumbrado, pero hubo momentos en la pista en los que tenía problemas para controlar mi respiración y no podía jugar al más alto nivel. No tengo problema en decirlo ahora. Después de todo, somos seres humanos, no superhéroes. (...) Lo que más me enorgullece es que, aunque luché, nunca me rendí. Siempre di lo máximo, profundizó el manacorí.
Otro aspecto presente en la carta son algunos de los mejores recuerdos de su carrera. “Hay muchos momentos de alegría que nunca olvidaré. La Copa Davis en 2004, Roland Garros en 2005, Wimbledon en 2008, mi primer US Open y cuando cerré el círculo de los torneos del Grand Slam en Melbourne. Y no olvido esos torneos como Madrid y Barcelona en mi país, o Indian Wells o Cincinnati, el hermoso Montecarlo... Me siento lleno de recuerdos increíbles. Sin embargo, nunca puedes dejar de exigirte. (...) Así fue como me convertí en un mejor jugador”.
El mallorquín siempre se ha apoyado en su entorno y lo ha tomado como ejemplo tanto dentro como fuera de la pista. “En el fondo, cuando todo está dicho y hecho, uno recibe lo que da. Espero que mi legado sea que siempre traté de tratar a los demás con profundo respeto. Esta era la regla de oro de mis padres. Cuando era un niño, mi padre siempre me decía: “Inventar es difícil, copiar es mucho más fácil”. No hablaba de tenis. Hablaba de la vida. Mira a tu alrededor y observa a las personas que admiras. Cómo tratan a la gente. Qué es lo que te gusta de ellos. Actúa como ellos, y probablemente vivirás una vida feliz. (...) No me alimentaba del odio hacia mis rivales, sino de un profundo respeto y admiración”, confiesa el doble oro olímpico.
Nadal concluye el escrito analizando lo dado por lo recibido durante su carrera tenística: “Durante más de 30 años he dado todo lo que podía a este juego. A cambio, he recibido alegría y felicidad. Alegría y felicidad, amor y amistad, y mucho más...”.