Aquí no se juega al críquet
Deportes sin fronteras
Un pueblo italiano prohibe a los bangladesíes su deporte favorito
Para los aficionados al fútbol o al baloncesto, el críquet seguramente resulta lento y no es el más atractivo de los deportes. Pero de ahí a decir que es responsable de la islamización de Europa, un enemigo de los valores cristianos y culpable de las esencias culturales de Occidente, hay todo un trecho. Eso es sin embargo lo que afirma Anna Maria Cisint, parlamentaria europea y hasta hace muy poco alcaldesa de Monfalcone, un pueblo del norte de Italia próximo a Trieste.
La política de 60 años, de la Lega de Salvini (ultraderecha antiinmigración) ha aprovechado su larga gestión municipal para prohibir la práctica del críquet dentro de los límites de la población a la amplia colonia bangladesí que llegó en la década de los noventa para construir cruceros en los astilleros Fincantieri, uno de los mayores del mundo, con sueldos tan bajos que muy pocos nativos están dispuestos a trabajar para ellos. “Si nos fuésemos todos, no se construiría un solo barco en por lo menos cinco años”, dice Miah Bappi, el capitán del equipo local.
La señora Cisint no oculta su profunda antipatía a los inmigrantes de Bangladesh (y a todos en general), y la rabia que le da que los hombres de esa comunidad se sienten a charlar en los bancos de los parques, y las mujeres vayan a la playa con burkinis en vez de bikinis, a pesar de que, sin los forasteros que trabajan y contribuyen a la Seguridad Social, Monfalcone se moriría, y sería de esos pueblos de la Italia vaciada que regalan viviendas abandonadas por un euro para atraer pobladores.
El críquet es el deporte más popular entre los 160 millones de habitantes del país asiático, por delante del fútbol, y también entre sus inmigrantes, ya sea en el Reino Unido o en Italia. Pero en Monfalcone, gentileza de Cisint, no pueden jugarlo en los parques, bajo pena de una multa de cien euros (hay cámaras de vigilancia en todas las esquinas), sino que han de hacerlo sobre el duro cemento de unos terrenos próximos al aeropuerto que ya no forman parte del municipio.
Multas de cien euros
El pretexto oficial, ya que admitir la xenofobia no está demasiado bien visto, es atribuir a la falta de dinero y las reglas de planificación urbana que no se construya un campo de críquet propiamente dicho, y al peligro que constituyen los pelotazos la prohibición de jugar en los parques. Pero el auténtico motivo es la búsqueda de votos en la extrema derecha, y Cisint no lo disimula demasiado: “Los extranjeros no ofrecen nada a cambio de lo que les damos y son libres de irse cuando quieran”, ha afirmado según la BBC. No es la persona más popular entre el 30% de habitantes de Monfalcone que vienen de fuera, hasta el punto de que ha recibido amenazas y se encuentra bajo protección.
Se estima que una décima parte de la población de Italia, algo más de seis millones de personas, son inmigrantes, y que el año pasado llegaron unos 200.000 indocumentados, muchos de ellos en pateras, a grave riesgo de sus vidas. La Lega de Salvini, el partido de Cisint, es aliado de los Hermanos de Italia de la primera ministra Giorgia Meloni, que no tiene una especial sensibilidad con el drama de los africanos y asiáticos que vienen a Europa en busca de un futuro mejor. En cambio denuncia la “disolución de la cultura”.
Italia cuenta con uno de los índices de natalidad más bajos del mundo (1,2 hijos por mujer), y en el 2023 solo nacieron 379.000 bebés y necesita un mínimo de 280.000 inmigrantes al año. Muchos no los quieren, y en Monfalcone les ponen difícil hasta rezar en las mezquitas para “evitar las acumulaciones”. La musulmana no figura entre las trece religiones con estatus oficial en el país. Y se ve que el críquet tampoco entre los deportes...
HISTORIA DE BANGLADESH
Un incendio en un campo de críquet fue la chispa para la guerra
Los británicos llevaron el críquet al subcontinente asiático en el siglo XVIII, y poco después se estableció el primer club en Dacca, integrado casi exclusivamente por miembros del establishment colonial (a los locales les resultaba prohibitivo, porque un bate costaba el equivalente del sueldo de un año). Antes de la independencia, cuando era el Pakistán Oriental, la administración del deporte estaba a cargo del Pakistán Occidental y sus jugadores eran sistemáticamente ignorados. Un incendio provocado en un estadio en 1971 fue la chispa que desató la guerra y la partición. Hoy Bangladesh ocupa el noveno lugar en el ranking .