El perfume de lo invisible

POR LA ESCUADRA

El perfume de lo invisible

Jude Bellingham es la historia del verano en el fútbol español, un flechazo a primera vista con el Real Madrid. En los tiempos que corren los flechazos no salen gratis. Bellingham costó algo más de 100 millones, pero todo indica que es una ganga. No ha tardado un minuto en funcionar, objetivo siempre complicado en un club que exige rendimiento inmediato y no espera a nadie. Por cada Zidane, Cristiano o Modric existe un Kaká, Owen o Hazard. En Almería, el jugador inglés, mitad delantero, mitad centrocampista y lo que Ancelotti quiera que sea, marcó dos goles y llevó al Madrid a la victoria, más sufrida de lo que el resultado dijo.

La profusión de remates –25 del Real Madrid, 20 del Almería– explica la clase de partido que se disputó en el sofocante calor de agosto. Partido que suele ganar el equipo con rematadores más caros y acreditados en la faena. La estadística también señala un problema del Madrid en estos momentos: le llegan al área con facilidad y mucha frecuencia. Durante la gira de verano por Estados Unidos recibió tres goles del Barça y de la Juve, más dos del Milan. Se podía pensar que eran cosas de la pretemporada, pero frente al Almería se reprodujo la historia.

Bellingham parece que ha nacido en Chamberí. Le ha venido de perlas su paso por el Borussia Dortmund

Las graves lesiones de Courtois, probablemente el mejor portero del mundo, y del eficiente Militão han profundizado en las preocupaciones del madridismo, que hasta hace unos días sólo temía las consecuencias de la marcha de Benzema. Bellingham disipa las dudas con unas prestaciones impecables: tres goles en dos partidos y la facilidad para retrasar su posición, conectar con los centrocampistas y aterrizar en el área con una puntualidad pasmosa. Está claro que tiene un gran timing, esa capacidad innata para llegar al remate en el momento adecuado, sin dejar pistas por el camino. Es curioso como un futbolista de su tamaño, cercano al 1,90 metros, se vuelve invisible cuando irrumpe en el área, cualidad impagable y más aún en el Real Madrid actual, que juega sin un ariete clásico. Ancelotti hizo cuentas y le salieron claras. En un equipo en el que ninguno de sus jugadores ha superado la barrera de los 20 goles en el campeonato de Liga, al polivalente Bellingham le tocaba oficiar cerca o dentro de las áreas rivales.

El chico hace goles y ofrece un registro de gran jugador, con una particularidad añadida. Al contrario que la inmensa mayoría de los futbolistas británicos, que sienten un indisimulado horror al vacío cuando ingresan en los equipos del continente, Bellingham parece que ha nacido en Chamberí. Le ha venido de perlas su paso por el Borussia Dortmund, el club perfecto para adiestrar a jóvenes con talento. Detectó en el Birmingham de la Segunda División –Premiership se llama allí– lo que no vieron los grandes clubs de la Premier. Tres años después el club alemán ingresará más de 100 millones en el banco y el Real Madrid se encuentra con el producto perfecto.

Ancelotti no añora los goles de Benzema porque los marca otro. Tampoco echa de menos la sabiduría del francés para colaborar en la armonía del juego. Bellingham sabe un rato de estas cosas, pero con la ventaja de su juventud, de los 15 años de distancia que hay entre en los dos. Mientras su nombre preside los primeros metros del campeonato español, el inglés no puede ocultar las flaquezas defensivas del Madrid. El Almería encontró toda clase de facilidades para alcanzar el área de Lunin, incluida la temprana jugada del primer gol. Lo marcó Arribas, un zurdo con mucha clase y poco cuerpo que se ha curtido en la cantera blanca. Un buen jugador que nunca tendrá sitio en un equipo donde su puesto lo ocupa un tal Bellingham.

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