Nadie puede estar bien su primera noche en prisión. Te llames Dani Alves, o Perico el de los Palotes. El que fue jugador del FC Barcelona e internacional del Brasil, llegó el viernes por la noche al centro penitenciario de Brians 1 desubicado y anímicamente muy tocado. En el pabellón de ingresos le esperaban el jefe de servicio y el responsable de incidencias. No se hizo nada extraordinario ni recibió un trato diferente al de los otros tres hombres que ingresaron también el viernes por la noche en esa misma cárcel.
Alves llegó con la misma ropa con la que fue detenido a primera hora de la mañana por una pareja de los Mossos d’Esquadra y aceptó el lote penitenciario que le ofrecieron nada más llegar, para poder cambiarse y asearse hasta que sus familiares le hagan entrega de más enseres. Los funcionarios de prisiones le realizaron el cacheo reglamentario y el médico de guardia le efectuó una primera revisión rutinaria en la que constataron que estaba bien y que no necesitaba nada, ni está tomando ninguna medicación especial. El médico le ofreció una pastilla para dormir, pero aseguró que no la necesitaba.
Le ofrecieron realizar la llamada a la que tiene derecho, pero no recordaba ningún número de teléfono
Los funcionarios le ofrecieron realizar la llamada a la que tiene derecho, pero no pudo hacerla porque no recordaba ningún número de teléfono. Llegó con una pequeña bolsa de plástico en la que guardaba los cordones de las zapatillas que los Mossos d’Esquadra le retiraron antes de trasladarlo a la Ciutat de la Justícia. No llevaba nada más. Ni un teléfono móvil del que obtener el número de algún familiar o el de su abogada. De hecho, a los funcionarios les extrañó que la letrada del brasileño no se acercara el viernes por la noche al centro precisamente para traerle alguna cosa que pudiera necesitar.
Los funcionarios de prisión ofrecieron al jugador un libro para distraerse, y le entregaron una botella grande de agua. La suya es una celda individual, idéntica al resto, con una ventana al exterior, calefacción, una cama, un pupitre, una ducha y un retrete. Un funcionario le entregó una bandeja con la cena sobre las diez de la noche, pero apenas comió. Solo le apeteció un poco de fruta. Nada extraordinario y muy común en casi todos los recién llegados, que no suelen comer demasiado hasta que pasan los primeros días y se van habituando a la que durante un tiempo será su nueva realidad y cotidianidad.
Este sábado por la mañana, el sistema de megafonía del pabellón advirtió que en cinco minutos se produciría el primer recuento del día. Y el funcionario que abrió la puerta de la celda lo encontró bien. Alves apenas habla, pero lo que dice lo hace con respeto, en un tono bajo y sin añadir palabras de más. No ha pedido nada. No ha preguntado todavía por las que serán las rutinas de su nueva vida en prisión. Y no ha expresado ninguna emoción que haya llamado la atención a los funcionarios que se han cruzado con él en estas primeras horas.
Tras el recuento del sábado, Alves volvió a la enfermería para ser visto nuevamente por el equipo médico del centro penitenciario. Hablaron un rato con el interno y el jugador les explicó que le había costado dormir, pero que no necesitaba nada y que se encontraba bien.
Su paso por el pabellón de ingresos no durará mucho tiempo. Durante las próximas horas recibirá la visita de los distintos profesionales que deberán determinar en una junta de tratamiento el módulo al que será destinado. Hasta entonces no se cruzará con ningún otro interno. Sus salidas de la celda se harán de tal manera que no coincida con el resto de presos que están también en el pabellón de los recién llegados. Sus salidas al patio, si las pide, serán en solitario.
Como al resto de presos, a Alves se le hizo entrega de una tarjeta económica para uso exclusivo en el centro penitenciario con la que podrá comprar algunos de los productos de las máquinas expendedoras que hay en el pabellón de ingresos. Por ejemplo, café, pastas o chocolatinas. Luego ya tendrá acceso al economato, pero eso será en el módulo al que sea destinado y donde sí convivirá con el resto de internos.
A Alves le espera un largo tiempo en prisión, deberá acostumbrarse a las nuevas rutinas en el centro de Brians
A Alves le espera un largo tiempo en prisión. Poco a poco, y como al resto, no le quedará más remedio que ir acostumbrándose a las nuevas rutinas en Brians. Rutinas entre las que podrá solicitar participar en los actividades deportivas.
La estancia del jugador de fútbol en la cárcel ha generado una gran expectación, dentro y fuera de prisión. Y aunque no es la primera ni será la última persona de relevancia pública que ingresa en Brians, desde la dirección del centro hace tiempo que se blinda especialmente toda la información relativa a este tipo de reclusos de renombre. Se tiene especial cuidado de todo lo que tiene que ver con su ficha personal de ingreso, un documento que incluye sus cinco fotos de recluso.