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La nostalgia es para siempre

El córner inglés

“Las risas son lo que recordaremos cada vez que recordemos tal como éramos, tal como éramos”.

‘The way we were’, de Barbra Streisand

Los entrenadores de fútbol son, como los ministros de gobierno, cabezas de turco profesionales. Las cosas van mal y son los primeros en ser señalados. El despido del entrenador, como el del ministro, es el sacrificio humano exigido para enfriar las frustraciones de las masas. Habitualmente.

Hay excepciones a la regla, como sir Alex Ferguson y el más reciente de sus sucesores al mando del Manchester United, Ole Gunnar Solskjaer. Y Ronald Koeman, claro.

El United ha sido hace medio siglo el club más rico y con más aspiraciones del fútbol inglés. Ferguson, hoy retirado, es una leyenda por los trofeos que conquistó desde que llegó a Manchester en 1986. Pero fácilmente podría haber pasado al olvido. Es un milagro que no lo echaran durante los siete años que tardó en ganar su primer campeonato de liga. En las tres temporadas entre 1988 y 1991 el United acabó en los puestos 11, 15 y 13 de la tabla.

Hoy los dueños del United quieren creer que la historia del fénix y las cenizas se va a repetir. Solskjaer fue fichado hace casi tres años tras la salida de José Mourinho, que dejó al United hecho un manicomio. Los equipos anteriores de Solskjaer como entrenador habían sido el Molde, de su Noruega natal, y el Cardiff City, al que condujo al descenso a Segunda. Es un hombre modesto con buenos motivos para serlo.

Ronald Koeman mira su reloj durante el Barça-Valencia del pasado domingo

Llibert Teixidó

Uno ve jugar al Manchester y parece que sus futbolistas se conocieron la noche anterior, en una orgía

Todo demuestra que ha fracasado en lo que siempre tiene que ser la primera responsabilidad de un entrenador, hacer que el equipo sea más que la suma de sus partes. El United es mucho menos y se volvió a ver el sábado al perder 4-2 contra el Leicester City. Tiene una de las cuatro o cinco plantillas más ilustres de Europa (recientemente reforzada por la llegada de Cristiano Ronaldo) pero uno ve a los jugadores en el campo y tiene la impresión de que se conocieron la noche anterior, en una orgía. Con Mourinho tenían cierta identidad táctica: aprendieron a aparcar el autobús. Hoy ni aparcan ni marcan y no van a ningún lado.

A Solskjaer lo llamaban “el asesino con cara de bebé” cuando era jugador del United. Ahora que tiene a Pep Guardiola y a Jürgen Klopp como killers vecinos habría que renombrarlo “la víctima con cara de despistado”. Lo ficharon por el mismo motivo que el Barça fichó al neerlandés Koeman. Nostalgia. En su caso, Solskjaer marcó el gol decisivo la segunda vez que su club ganó la Copa de Europa, motivo aparentemente para creer que transformaría un currículum mediocre en oro.

Las memorias de los aficionados son tan cortas como las de los mosquitos y la ilusión generada el domingo por la victoria del Barça contra el Valencia ofrece otro caso más de la imaginación que tienen para encontrar esperanza donde el día antes solo hubo desesperación. La dura verdad es que en la Champions, donde mejor se mide la grandeza de un equipo, la máxima pretensión tanto del Barça como del United es seguir vivos en las eliminatorias del año que viene.

Pero ahí siguen Solskjaer y Koeman, hombres muertos caminando. Curioso el fútbol, normalmente tan brutal como el capitalismo norteamericano a la hora de mandar a la gente a la calle pero, de vez en cuando, tan caritativo como San Francisco de Asís. Con los jugadores también. Vean el caso de Gareth Bale: sublime cómo se mofa del Real Madrid mientras se embolsa unos 350.000 euros a la semana. O el del Kun Agüero que sale más barato, solo cien mil por semana, pero que fue fichado por un club en bancarrota no en primer lugar para jugar sino para comer asaditos con su amigo Leo, el que se fue a París con el lesionado Sergio Ramos, que ingresa 200.000 semanales por no hacer nada, posiblemente durante el resto de sus días.

A Solskjaer lo ficharon por el mismo motivo que el Barça al neerlandés Koeman: nostalgia

Hay bastantes más que ganan fortunas sin necesidad de rendir. Eden Hazard en el Madrid, Coutinho en el Barça y Paul Pogba en el United vienen a la mente. Cristiano da señales de unirse a la lista. Pero al menos cada uno de ellos tuvo su época de gloria. Viven del pasado, como Mourinho. Se podría argumentar que su prejubilación es merecida. Más difícil hacerlo con Solskjaer y Koeman. También viven del pasado, pero no el de anteayer. El noruego vive de un gol que marcó hace 22 años; el holandés de uno que marcó hace 29. La memoria es corta en el fútbol, pero la nostalgia es para siempre.

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