El último regate de Bartomeu
La crisis del FC Barcelona
Pese a la presión reinante, el presidente blaugrana agotará su mandato con Koeman como lujoso parachoques
“No he conocido persona más resiliente”. Emili Rousaud, exdelfín de Josep Maria Bartomeu convertido hoy en una de sus piedras en el zapato, repite esa descripción del aún hoy presidente del FC Barcelona. No dimitió ayer Bartomeu, persona de fachada risueña, paso cambiante y resistencia a prueba de bomba, sino que optó por un último regate, fiel a un mandato serpenteante plagado de golpes de timón, erróneos en especial en la segunda mitad de su trayecto. La presión, asfixiante y lógica después del insoportable fado lisboeta (2 a 8), no ha provocado un avance de las elecciones como se demandaba desde amplios sectores del barcelonismo. Bartomeu, después de una larga reunión con su reducido pero fiel grupo de directivos, algunos de ellos partidarios de dejar el cargo cuanto antes y por tanto engullidos durante el encuentro matinal, anunció a través de un comunicado que las elecciones se celebrarán en el mes de marzo, en plena competición. Conclusión: no habrá avance electoral y sí cumplimiento de mandato. ¿Dimisiones? Resiliencia.
A efectos institucionales, la histórica derrota contra el Bayern no modificará ni un pelo la agenda de quienes gobiernan, que transcurrirá como sigue: remodelación profunda de la primera plantilla de la mano del nuevo entrenador; asamblea en octubre para someter a la votación del socio el último ejercicio económico (con pérdidas millonarias debido a la crisis pandémica); referéndum acerca del Espai Barça para aprobar el préstamo de 800 millones de euros financiados por Goldman Sachs, y elecciones en marzo para iniciar después una singular cohabitación entre presidentes. El entrante lo será oficioso hasta tomar posesión el 1 de julio pero podrá teóricamente iniciar la planificación del siguiente curso y el saliente lo será de facto hasta el 30 de junio. Un guión retorcido que, obviamente, no satisface en absoluto a algunos de los aspirantes a la sucesión.
IMPACTO INSTITUCIONAL NULO
La derrota de Lisboa no modifica nada: Bartomeu pone entrenador y celebrará asamblea y referéndum
Bartomeu pretende explicar el porqué de su decisión hoy mismo en una entrevista emitida en Barça TV con representantes de los diarios deportivos como interrogadores. Al menos ese era el plan anoche. Sus argumentos para no adelantar las elecciones, personales e intransferibles como el carnet del Barça pero no demasiado compartidos, serán los siguientes: no dejar en manos de una comisión gestora sin margen de maniobra la revolución que demanda el primer equipo y apurar el mandato alegando motivaciones económicas. Esto explicaba a La Vanguardia un miembro destacado de la directiva al acabar la reunión: “Hacemos un ejercicio de responsabilidad. Si nos vamos a media temporada nuestros sucesores asumirían unos presupuestos que no son suyos. ¿Y si hay pérdidas?”. Radica ahí parte del quid de la cuestión. La actual directiva, con el escenario creado, se queda con las llaves de la caja y puede aprovechar los dos mercados, el de verano y el invernal, para llevar a cabo compras pero sobre todo, tal como está el patio, ventas de jugadores. La amenaza por parte de quienes les releven en el palco de impulsar una acción de responsabilidad en función del resultado de la auditoría pertinente de las cuentas hace tiempo que planea. Cuanto más tiempo en el poder, más margen para ordenar la tesorería en tiempos de coronavirus.
Como parachoques de lujo para amortiguar las previsibles reacciones negativas que el no adelanto de los comicios provocará, Bartomeu espera descubrir en breve su enésimo as en la manga. Se trata ni más ni menos de Ronald Koeman como entrenador del primer equipo para su última temporada en el palco, elevando su habilidad para la prestidigitación a nivel posgrado.
La confesión
Koeman tendrá plenos poderes. “Estamos como cuando llegó Johan en el 88”, le ha dicho Bartomeu
Koeman, leyenda blaugrana, dará el sí dejando para ello su puesto de seleccionador de Holanda. La oficialidad del acuerdo está al caer, falta el acuerdo económico. Koeman no es Pochettino, tampoco García Pimienta, ni siquiera Valverde y mucho menos Setién, ayer destituido de manera oficial. Koeman es Koeman. Tintín, el héroe de Wembley, el jugador que perforó la red de Pagliuca y levantó la primera Copa de Europa para la entidad en 1992. El entrenador de aquel mágico día era Johan Cruyff.
Koeman, llevado por su eterno deseo de ser entrenador en el Camp Nou, acepta un cargo envenenado. De mentalidad centroeuropea, se ve capaz (incluso después de haber sufrido un infarto en el pasado mes de mayo) de ejercer de cirujano en un vestuario que requiere de una intervención profunda, en especial entre los jugadores que se encuentran en la etapa crepuscular de sus carreras. Vendrá el holandés, cuyo contrato será de un año más un segundo supeditado al visto bueno del nuevo presidente, acompañado de dos personas de su confianza y con la idea de cambiar de arriba a abajo el vestuario. No solo deben temerle los futbolistas, la intervención afectará a servicios médicos, fisioterapeutas y otros cargos internos. Pepe Costa, enlace con los jugadores y persona íntimamente ligada a Leo Messi, continuará. También lo hará Éric Abidal, secretario técnico que se le atraganta al argentino.
Las sensibilidades
Pepe Costa, aliado de Messi, seguirá, pero también lo hará Abidal, a quien el argentino no traga
En las múltiples conversaciones que Koeman y Bartomeu han mantenido desde hace meses (pudo sustituir el holandés a Valverde dos veces, en verano del año pasado y en enero del presente), el presidente equiparó el momento actual con el del año 1988. “Esto está igual que cuando llegó Johan”. Ese año llegó Cruyff como entrenador y cambió de arriba abajo la plantilla. Entró sin manías: dio nada menos que doce bajas.