El Barça sigue buscando cerebros en el exterior
UN centro del campo incierto
Si se acaba reforzando con Pjanic, habrá incorporado a diez centrocampistas en los últimos años, todos extranjeros excepto Denis Suárez
El famoso derbi de las bengalas en Montjuïc tuvo consecuencias. Han pasado más de 11 años y los aficionados del Barcelona no pueden comprar entradas para acudir al estadio del Espanyol. Pero aquel 29 de septiembre del 2008 también fue la primera vez que Xavi, Iniesta y Busquets formaron el centro del campo del Barça. Habían coincidido en el once una semana antes en El Molinón pero allí Keita hizo de interior y el de Fuentealbilla jugó de extremo. Desde aquel día y durante casi una década, el equipo blaugrana dominó el fútbol con tres jugadores de la casa en la sala de máquinas. Nada es eterno y Xavi se marchó en el 2015 e Iniesta dijo adiós tres años después. No se puede decir que el Barça no se haya preparado para el relevo, aunque no siempre haya acertado. Si se acaba reforzando con Pjanic, habrá incorporado a diez centrocampistas en los últimos años, todos extranjeros excepto Denis Suárez. Ha importado talento para añadirlo a su ADN pero sigue buscando recambio de tres jugadores irrepetibles para su estilo.
De Jong
Un fichaje estratégico
Cuando todo parecía perdido en enero del 2019, Josep Maria Bartomeu tomó un avión y se plantó en Ámsterdam y convenció a Frenkie de Jong, al que se relacionaba con fuerza al PSG. El fichaje (75 millones de euros) ilusionó cuando aún faltaban siete meses para que se pudiera poner la camiseta. Pero su primera temporada, casi siempre jugando de interior ya que en el Barça la posición donde jugaba en el Ajax (doble pivote) no existe, está siendo de adaptación con 37 partidos y 2 goles. El centrocampista holandés es una pieza estratégica. Por su frescura, dinamismo, autoconfianza y edad (23 años) debe ser el motor de los próximos años. Es tan moderno que deja atrás a algunos compañeros.
Arthur
Un heredero ‘made in Brasil’
Cuando Robert Fernández descubrió a Arthur Melo en el Gremio pronto se dio cuenta de que había encontrado una aguja en un pajar. En Brasil predominan los medios físicos y de contención como Casemiro o Fabinho. Mientras Arthur, bajito, toca y toca el balón y medita las jugadas. Parecía ideal para el Camp Nou y el precio no era desorbitado (31 millones). Él mismo confesaba que había estudiado el juego de Xavi e Iniesta. Aunque quizás abuse de ralentizar el juego. Cambió de continente con 22 años y se esperaba que le costase el traslado. Lleva el estilo en las venas pero sobre todo le ha pasado factura físicamente. Apenas ha completado 10 partidos enteros en estos dos años. Y a veces amistades como la de Neymar hace que la cabeza se le desvíe del fútbol. Al verse en algún truque, ya ha hecho público que no quiere dejar el club.
Pjanic
Última llamada a los 30 años
Parecía que el Barça había dado con la tecla para mucho tiempo con De Jong y Arthur, ambos de 23 años, pero este verano vuelve a buscar un cerebro. Miralem Pjanic no es nuevo en el radar. De hecho, es justo eso lo que más sorprende: que el Barcelona no hubiera movido ficha cuando jugaba en el Lyon (3 temporadas) o en el Roma (un lustro). Ya en la treintena y tras jugar cuatro cursos en el Juventus, es la última llamada para el bosnio, un futbolista inteligente y elegante con buen pie para el desplazamiento en largo y con disparo lejano. Otro jugador para imponer estilo como lo hubiera sido en su día el italiano Verratti.
Arturo Vidal y Paulinho
El músculo que el vestuario aplaudió
Con la excusa de que al equipo le faltaba contundencia e intensidad en los partidos fuertes de la Champions, sobre todo a domicilio, se incorporó a Paulinho (2017, que solo estuvo un curso) y a Arturo Vidal (2018). Veteranos y tatuados, el modelo barcelonista no encaja con ellos pero los pesos pesados del vestuario los apadrinaron porque son ganadores y dan resultado. No son interiores sino que casi juegan por libre, de segunda punta, con llegada y despliegue. A la hora de la verdad, el brasileño no jugó en la eliminación de Roma pero el chileno, querido por la afición por su antimadridismo, sí que estuvo en la debacle de Anfield. Jugó 75 minutos y tampoco pudo evitar el naufragio.
Rakitic y André Gomes
Cuestión de sacrificio
Ivan Rakitic era una estrella en el Sevilla y supo sacrificar su brillo para el beneficio del equipo. Se hizo imprescindible cubriendo las espaldas de Messi en la banda derecha y juntando al equipo, sin perder nunca la posición. Entendió que retrasando un poco su puesto se haría grande. Unos 18 millones muy bien invertidos. André Gomes fue una oportunidad de mercado en el 2016. Quizás por miedo a que acabase en el Madrid como Kroos, Modric o Asensio, el Barça se lanzó (35 millones). Se pensaba que rodeado de cracks, sus prestaciones se multiplicarían. De ahí aquella cláusula por si alguna vez era finalista del Balón de Oro. Nada más lejos de la realidad. La presión le pudo. Entrenaba mejor que competía. Era alto pero no físico. Tenía presencia pero no imponía.
Que el más caro no sea una carga
La secretaria técnica vio en él el sustituto perfecto de Iniesta y Philippe Coutinho esperó al Barça. Pocos han hecho tanto por vestir de blaugrana. Llegó en enero del 2018 después de declararse en rebeldía en el Liverpool de Klopp, que sin él lleva dos finales de Champions y casi una Premier seguidas. Calidad no le falta, pero no encuentra la regularidad. No es que alterne grandes y malos partidos, es que le cuesta redondear actuaciones. Le pasaba en Anfield, le pasó en el Camp Nou y le pasa en el Allianz Arena de Munich, donde el Barça lo cedió. El Bayern no se lo quedará ya que la opción de compra era de 120 millones (lo mismo que el Barça pagó). Contablemente es una carga por más que a Setién le gustase contar con su magia carioca. El objetivo es que el fichaje más caro del club no se convierta en un nuevo Arda Turan. El turco, otro que no era interior ni extremo, ha estado dos años y medio cedido sin levantar cabeza. 34 millones decepcionantes.