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Sergei Bubka: “No lo sé: no soy Dios”

Vuelta y vuelta

El zar de la pértiga ignora los límites de Armand Duplantis, el Bubka del siglo XXI

Sergei Bubka conversa con los periodistas, el domingo pasado en Berlín

Ian Gavan / Getty

Quien dice que juega al límite es porque lo tiene

Michael Jordan

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Sergei Bubka (56) contempla a Armand Duplantis (20), el plusmarquista mundial de la pértiga, y se recuerda a sí mismo de crío.

Más crío, incluso, de lo que hoy mismo es Duplantis.

Bubka se va a Lugansk, al Este de Ucrania, pegado a la frontera rusa.

–Cuando tenía diez años, yo aún no había visto una pértiga –dice Bubka.

Nada que ver con Duplantis, pues.

Duplantis, el Bubka del siglo XXI, viene de Luisiana.

Y ya saltaba con la pértiga a los 4 años.

Aquello era cosa de Greg, su padre.

Greg Duplantis llamaba a Armand y a sus dos hermanos. Los sacaba fuera, al patio trasero de la familia, en Lafayette. Colocaba la colchoneta al fondo de un corredor, improvisaba un listón, le daba una pértiga a los chavales y alehop : les hacía volar.

A mis diez años usaba piedras como porterías de fútbol; no sabía nada del salto con pértiga”

Sergei BubkaEx plusmarquista mundial de salto con pértiga

–Yo competía con Greg, ¿sabes usted? –me cuenta Bubka.

–¿Y era un rival duro?

–Desde luego. En los años 80, Greg Duplantis se iba muy alto (hasta 5,80 m). Lo que quiero decirle es que Armand Duplantis no es un recién llegado a este mundo. Está saltando desde que tenía cuatro años. ¡Lleva 16 años! Es mucho tiempo. Y con ese tiempo puedes construir, hacer de la pértiga tu vida.

–¿Y usted?

–¿Yo...? A mis diez años usaba piedras como porterías de fútbol. Tras las clases, teníamos mucho tiempo libre. Saltábamos una valla para entrar en una zona militar. Cualquier herramienta nos servía para jugar a algo. Teníamos una enorme pasión por el deporte, por cualquier deporte.

–¿Y cómo llegó a la pértiga?

Sergei Bubka se echa hacia atrás.

Contempla a sus interlocutores. La tarde hierve. Decenas de mitos ocupan sus mesas. Este es el horseshoe en Berlín, la cita de las leyendas de la gala Laureus.

La hora bruja: las leyendas atienden a los periodistas.

En las mesas contiguas se han sentado Boris Becker, Missy Franklin, Alexei Nemov, Ruud Gullit o Daley Thompson.

Bubka es uno más entre todas aquellas personalidades.

Bubka, en los premios Laureus

Simon Hofmann / Getty

El zar recuerda, recuerda:

–Entre mis amigos había un chaval de trece años. Me vio cualidades y me dijo que quería llevarme a una escuela de atletismo.

–¿Qué cualidades?

–Yo era bueno.

Bubka era rápido y coordinado. Me cuenta que entonces solo jugaba al fútbol. Y que, solo con eso, cualquiera ya podía saber si un chaval valía o no para el deporte.

–¿Y qué ocurrió?

–Primero, mi amigo le preguntó a su entrenador si había sitio para uno más. El hombre le dijo que yo era demasiado joven: ‘¿Solo tiene diez años? ¡Tráelo cuando tenga doce!’.

–¿Y qué ocurrió?

–Mi amigo insistió. Dijo: ‘De verdad, que este muchacho es muy bueno’. Insistió tanto que me dieron una oportunidad. ¿Sabe quién era aquel primer entrenador? ¡Vitaly Petrov! Y con él me pasé toda mi carrera.

Cierto: Petrov dirigió la carrera de Bubka. Le llevó a seis títulos mundiales.

Y a 35 récords del mundo.

–Con Petrov lo ganamos todo –me dice.

–¿Y cuándo se dio usted cuenta de sus posibilidades?

–Hombre, mi entrenador lo vio pronto. Entre mis ocho y mis catorce años, Petrov cambió mucho de ciudad. Lo hizo cinco o seis veces. Me mantuvo siempre en su equipo. Al principio, no teníamos ni pértigas ni colchonetas. No las tuvimos hasta que llegamos a Donetsk. Para entonces yo ya saltaba cinco metros.

Armand Duplantis no es un recién llegado. Está saltando desde que tenía cuatro años. ¡Lleva 16 años! Con ese tiempo puedes hacer de la pértiga tu vida”

Sergei BubkaEx plusmarquista mundial de salto con pértiga

–¿Y qué opinaba su familia de todo ese ajetreo? ¡Usted era un crío!

–Claro, Petrov arriesgaba mucho al llevarme con él. Pero mi hermano insistió. Y por ahí, cuando se topaban con nuestro grupo, todos decían: ‘El bueno es ese pequeño’. Se referían a mí. Siempre me entrenaba con chavales dos años mayores que yo. Y al año los superaba. A los diez años, con solo doce meses de entrenamiento, ya superaba 2,70 m. A los dos años, ya hacía 3,50 m...

Por un momento, parece que Bubka esté hablando de Armand Duplantis, y no de sí mismo.

Desde que tenía seis años, Armand Duplantis ya iba batiendo los récords mundiales de su edad: de 6, de 7, de 8, de 9... Ahora ya está en 6,18 m, tres por encima de los 6,15 de Bubka.

–¿Hasta dónde va a llegar Duplantis?

–No lo sé. No soy Dios. Creo que nos va a brindar más hermosos momentos.

–¿Y dónde está la clave del éxito?

No sé cómo se entrena, ni conozco a su entrenador, ni qué come. Supongo que la clave está en su técnica. Si no haces bien las cosas técnicamente, tienes barreras. Te quedarás en seis metros. Con Lavillenie (anterior plusmarquista) ya hubo cambios.

–¿Y usted? ¿Tuvo suficiente con su plusmarca de 6,15 m?

–Me sorprendió que mi récord durase tanto tiempo (desde 1994 hasta el 2014). Cuando me retiré, pensé que llegaríamos pronto a 6,40 m. En los Mundiales de Atenas’97, superé el listón que estaba en 6,01 m. Pero si lo miran en vídeo, descubrirán que en ese intento me fui hasta 6,40 o 6,50 m. Ahí es donde deberíamos estar ya ahora.