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El Barça espera hoy una respuesta de Xavi para sustituir a Valverde

La crisis del banquillo Blaugrana

Tras la eliminación de la Supercopa, el técnico azulgrana queda más debilitado que nunca, más que después de las debacles en Roma y Liverpool

Xavi Hernández aplaude a sus jugadores del Al Sadd en una imagen del pasado verano en Palamós

Eddy Kelele/ Nord Media

Ernesto Valverde ha sido sentenciado. Apenas tiene futuro como entrenador del Barça. Sólo falta por desvelar la fecha de su adiós. Si será un despido inmediato o terminará la temporada. El Barcelona se ha puesto en manos de Xavi Hernández y está aguardando la respuesta del jugador que más veces ha vestido la camiseta blaugrana. Si el de Terrassa les dice que viene se activará el botón nuclear y habrá cambio en el banquillo. Si les contesta que no, la madeja de dudas en la que vive la entidad se multiplicará. Duda el Barça y duda Xavi, que sabe que aterrizar antes de tiem-
po tiene sus contraindicaciones.

Mientras tanto, Valverde queda más debilitado que nunca, más que tras las debacles en Roma y Liverpool. Llueve sobre mojado y en el club nadie desmiente que diversas opciones están abiertas y que no se puede descartar ni el cambio urgente de entrenador ni que Valverde continúe. De hecho, el director general, Òscar Grau, y el secretario técnico, Éric Abidal, seguían en Doha para proseguir los contactos con Xavi, cuyo equipo disputaba ayer la semifinal de la Copa del Emir. La respuesta del egarense se espera para hoy tras una nueva reunión anoche. El Barça le ha ofrecido dos años y medio de contrato. Las negociaciones fueron confirmadas también por su actual club, el Al Sadd, que “le desea suerte allá donde vaya”. La junta de mañana, prevista desde hace semanas, se ha convertido en importante. No está en el orden del día pero el tema central será el banquillo.
Se debatirá qué resolución tomar.

SENTENCIADO

Valverde no tiene futuro en la entidad: sólo resta ponerle la fecha de caducidad definitiva

Golpe de efecto del club. Incorporar a Xavi ahora constituiría un golpe de efecto para Bartomeu y su junta. Al estilo del que dio Florentino Pérez al recuperar a Zidane hace unos meses. Xavi cuenta con el beneplácito mayoritario de la crítica, aunque no tenga apenas experiencia como técnico, y es un símbolo del barcelonismo, que lo recibiría con los brazos abiertos. De entrada su presencia sería una inyección de vitalidad, adrenalina y entusiasmo para un equipo alicaído y revenido.

Además, la junta se marcaría un tanto con etiqueta electoral, ya que el aspirante Víctor Font es el que tiene un pacto tácito con Xavi para incorporarlo a su propuesta como futuro técnico en cuanto se convoquen las elecciones, previstas para el 2021. Ahora bien, si Xavi les contesta que todavía no es el momento, se abre un panorama brumoso. ¿Qué hacer entonces? Lo probable y lo sencillo, burocráticamente hablando, sería mantener a Valverde porque tiene contrato y porque los pesos pesados del equipo, esos que tanto poder tienen, lo vienen defendiendo públicamente. Una cosa es
traerle a Messi, Suárez o Piqué a Xavi y la otra convencerles de cualquier otra opción de emergencia.

La incógnita

Xavi duda sobre llegar ahora y dice que sueña con pilotar al Barça pero que está centrado en el Al Sadd

El dilema de Xavi. Antes de lo que él hubiera imaginado se encuentra ante una disyuntiva. Ayer, tras su partido, el de Terrassa habló en los micrófonos de BeIN. “El Barça es un sueño pero estoy centrado en el Al Sadd, con el que tenemos una final muy importante”, dijo Xavi. Confirmó que había tomado un café con Abidal sin querer entrar en más detalles y afirmó: “Respeto a Valverde, que es el entrenador del Barça”.

Factor anímico

El club, que se reunió anoche de nuevo con el egarense, se marcaría un tanto con la contratación

Ser el técnico del Barcelona es el segundo sueño de su vida. El primero, ser futbolista blaugrana, ya lo cumplió sobradamente. Que algún día se sentará en el banquillo del Camp Nou es algo que todo el mundo da por hecho. La cuestión es de timing tras reunirse el viernes en Qatar con Éric Abidal, y Òscar Grau. Por un lado el excentrocampista se presentaría con una gran ascendencia sobre la plantilla porque los buques insignia siguen siendo sus antiguos compañeros.

Los conoce de sobras y está convencido de que, a pesar del paso del tiempo, el Barça puede jugar mucho mejor de lo que lo está haciendo con los futbolistas de los que dispone. Además, el hecho de que tenga un compromiso moral con Font no parece un obstáculo complicado de sortear porque en el fútbol los trenes se suelen coger en marcha. En cambio, Xavi sabe que venir ahora tiene sus complejidades. Él se imaginaba como entrenador empezando un proyecto desde el principio de una temporada y no a media campaña, con las premuras que eso supone.

Además, no llegaría con las manos libres para tomar algunas decisiones porque eso podría afectar a futbolistas que son íntimos suyos o que coincidieron mucho tiempo con él. ¿Sería capaz de sentar a un Busquets o a un Piqué si el rendimiento así lo aconsejara? Por exponer un claro paralelismo, cuando Joan Laporta le dio las riendas del equipo a Josep Guardiola el de Santpedor exigió la salida de Ronaldinho, Deco y Eto’o para hacer tabula rasa con el pasado. Claro que Pep hacía muchas más temporadas que Xavi que había dejado de ser futbolista del Barcelona. En este sentido las dudas que tiene el egarense son comprensibles. Corre el peligro de quemar su mecha si le sale mal la jugada y sabe que es una apuesta de riesgo.

El vía crucis de Valverde

Es verdad que después de Anfield y de la derrota en la final de Copa Bartomeu estuvo cerca de decidir su destitución pero entonces le salvó

Con reuniones que salen a la luz pública, con la crítica lanzando dardos punzantes y con el equipo cada vez más inconsistente el panorama deportivo para Valverde no es nada halagüeño. Si el club decide romper su contrato pues cogerá la maleta de ruedas metafórica con la que duermen los entrenadores y se irá a otra parte. Pero si al final permanece en el Barcelona queda en una situación de debilidad absoluta. Su autoridad está totalmente socavada. Porque la entidad no ha podido disimular que su trabajo está en cuestión y la plantilla lo sabe y porque el desgaste que sufre su gestión es brutal. No es la primera situación delicada que afronta pero sí la más extrema porque ahora hay luz y taquígrafos.

Es verdad que después de Anfield y de la derrota en la final de Copa Bartomeu estuvo cerca de decidir su destitución pero entonces le salvó y le dio una última oportunidad. En aquel caso ya buena parte de la junta habría tomado la postura de despedirlo pero el presidente (y ahora también vicepresidente deportivo) ejerció de plenipotenciario e hizo valer su cargo. Cuando un entrenador sabe que su etapa toca a su fin suele ser muy complicado mantener la tensión competitiva de los vestuarios, ese hábitat donde el egoísmo es casi siempre el rey.

Los egos acostumbran a dispararse si nadie es capaz de controlarlos y no hay nada más perjudicial que los futbolistas abandonen cualquier principio de solidaridad. Los jugadores veteranos viven bien con Valverde y si saben que el entrenador no va a seguir o que agoniza son más conscientes aún de que el equipo está en sus manos. En esta coyuntura, ¿con qué cara se presentaría Valverde a hablar sobre el Granada? Los tiempos tampoco están jugando a su favor. Cuando hay una derrota como la de la Supercopa los entrenadores y los futbolistas siempre quieren que el partido siguiente llegue rápido. Pero el próximo compromiso del Barça no es hasta el domingo. Ayer colegas de Valverde como Simeone y Zidane tiraron de corporativismo para defender al técnico blaugrana. “Es un grandísimo entrenador”, valoró el argentino. Pero el Barcelona ha dejado de confiar en él.

¿Xavi sería un buen entrenador para el Barça?
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