Resultados

Loading...

“Que mi adiós sea a lo grande”

Entrevista

Purito Rodríguez, que se retira tras la prueba de hoy, y Alejandro Valverde conversan en su hotel en Río

Estudiando el circuito. Purito y Valverde, estos días en Copacabana

.leonardo Muñoz / EFE

En ciclismo, hay grandes carreras. Muchas de ellas, de trascendencia mundial: el Tour, la París-Roubaix, el Mundial. Esto es una perogrullada. Lo sabemos todos.

Pero los Juegos...

–Parecen niños. Llevamos desde enero hablando de Río. Cierto: ciclísticamente, el Mundial es más grande. Pero la repercusión mundial de los Juegos es muy superior –dice Javier Mínguez, el seleccionador español, ya un hombre casi en los setenta, de pelo blanco, con una criatura de dos años en casa.

Que se lo digan a Samuel Sánchez, campeón olímpico en Pekín 2008: para él, hay un antes y un después de aquella carrera.

La trascendencia de los Juegos Olímpicos la marcan también reflexiones como las de Joaquim Rodríguez, Purito (37):

–Yo me quiero retirar a lo grande. Y lo voy a hacer aquí, en los Juegos, tras mi carrera en Río (por hoy, a las 14.30 h, hora española)...

Su declaración es una noticia. Sabíamos que Purito se retiraba este año. Lo que no sabíamos era cuándo exactamente. Si iría al Mundial. O a la Vuelta.

–Me quiero retirar en algo importante. En una gran carrera como esta. Ser quinto estaría muy bien. Y una medalla...

Purito es pequeño y compacto. Alejandro Valverde (36) también es pequeño, aunque está flaco y afilado como un pararrayos, y su mirada y su presencia se ausentan en algunos momentos.

Valverde, el bala, habla menos que Purito. Mucho menos. Deja que el otro lleve la iniciativa. A veces responde con monosílabos. A veces, con un simple gesto de cabeza. El cronista se alimenta de sus gestos, más que de sus palabras. El discurso lo lidera Purito.

Ambos fenómenos del ciclismo, claros aspirantes al título olímpico en la prueba en ruta (253 kilómetros), atienden a La Vanguardia en la recepción de su hotel, el Royalty Copacabana. Allí olisquean el ambiente de la prueba: están a pocos metros de la línea de salida.

Ambos tienen su edad, y han ganado cosas. Han peleado por pruebas de tres semanas, por Mundiales, por clásicas.

Y aun así, ante los Juegos se les pone la piel de gallina...

–Es que son los Juegos –dice Purito–. Y estar aquí ya es la hostia. No vienes invitado, te lo has ganado. Que entrar en este equipo es muy difícil (entran cinco corredores, a diferencia de los nueve del Mundial: Valverde, Purito, Izagirre, Erviti y Castroviejo).

–Y el circuito, bufff. Parece una etapa de montaña del Tour –interviene Valverde.

–Es duro. Lo llano es muy llano, y lo duro, muy pero que muy duro –dice Purito.

–Aparte de los puertos, está el resto de repechos. Esto va a ser rompedor. Llegarán dos o tres juntos. Y el resto, a perseguirlos: la última cuesta está a 25 km de la meta –dice Valverde.

–Y el descenso hasta el llano final... es el típico descenso en el que cada curva tiene una sorpresa. Quien se la juega se la juega... –concluye Purito.

Parece que hablen de mountain bike. O de BMX. O de alguna de esas especialidades extremas que el olimpismo empieza a aceptar.

–Ya, pero es que hay cuestas del 16% –dice Purito.

–Si revientas, te caen dos o tres minutos en un santiamén –continúa Valverde.

Se anima la conversación.

Les hierve la sangre. Tres horas antes han inspeccionado el recorrido: se han tragado 120 kiló-
metros.

Por allí pasa Gervasio Deferr. Camiseta de tirantes, la gorra hacia atrás. Parece un niño travieso. Está allí invitado por el Comité Olímpico Español (COE). Qué menos. Dos títulos olímpicos y una plata en gimnasia artística le avalan:

–Venga, chicos. Sois grandes –le dice a Purito y al bala.

Estos se levantan, y todos estrechan manos.

–Gervi, qué grande –dice Purito cuando el gimnasta abandona el escenario.

Purito también dice que la solución a la carrera va a estar en el trabajo en equipo.

–Dice Javier Mínguez que el mejor rematador es Valverde, y que ambos lo tenéis claro –se pregunta.

(Se supone que nadie quiere que se repita el número del Mundial de Florencia 2013: un tuya/mía entre ambos acabó abriéndole la puerta al portugués Rui Costa, oro, con Purito plata y Valverde, bronce).

Aquí se hace el silencio.

Valverde se echa para atrás. Se pone a la defensiva, a rueda.

–Tenemos clara la táctica, y de ahí no nos sacas –dice Purito.

–Lo dice él –replica Valverde.

–¿Y qué hay de Froome? Se supone que el circuito no es para él –última pregunta.

Nuevo silencio.

–¿Para quién va a ser, si no? –replica Purito.

–Yates, Geraint Thomas... –le contrarreplico.

–Esto es para escaladores, no para clasicómanos. Aquí no ganará Gilbert, por ejemplo.