En el 2021, Lucia del Greco dejó a todo el mundo boquiabierto con la primera obra que dirigía, El desig del cor, de Caryl Churchill. Era su debut y la forma en que hacía frente al texto de la dramaturga británica convirtió aquella primera vez en una declaración de intenciones. Casi veinte años antes, en el 2003, Jordi Prat i Coll también había empezado su carrera con Churchill, con Lluny, en el desaparecido Festival de Sitges, para después aterrizar en la Beckett. Más tarde, el director volvió, con Una còpia (2007). Ahora, en el Tantarantana, es Mireia Claramunt quien debuta con la decana del teatro británico contemporáneo. Dirige Glass. Kill. Bluebeard, tres piezas breves escritas en la última década que la directora ha reunido en un solo montaje.
“Es una autora que, a nivel escénico, te da lo que quieras y más, puedes hacer malabarismos”, asegura Claramunt. Por esta razón ha escogido a Churchill y estas tres obras, porque “cada una pide una dirección diferente” y porque, en buena medida, es una enciclopedia del teatro, aparte de exhibir radicalidad textual. En Kill, por ejemplo, rompe los clásicos griegos y Shakespeare. “Nos muestra cómo hemos heredado toda aquella violencia”, matiza la directora.

Caryl Churchill en una imagen del 2004
Claramunt asegura que las tres piezas tienen “una longitud cómoda para trabajar”, con textos “muy sensibles, muy delicados”. Y sobre todo “muy lúdicos”, cosa que echa de menos en el teatro que se hace hoy día en Barcelona. Para ella, Glass. Kill. Bluebeard es una comedia negra muy ácida. En la tercera parte, por ejemplo, se atreve a tratar los feminicidios (los personajes hablan de Barbablava, un hombre que colecciona mujeres muertas en una habitación de su castillo) desde un punto de vista que, según ella, no es nada banal, a pesar de estar dispuesta a aceptar la crítica al respecto. “No banaliza el tema, sino que hace humor desde la crítica radical”, dice la directora.
⁄ Nacida en 1938 y aún activa, Churchill es columna vertebral del nuevo teatro, representada en todo el mundo
Antes de hacer su propuesta, Claramunt estuvo estudiando a fondo el corpus dramático de Churchill, formado por una cincuentena de obras. Miró los primeros textos, de los años setenta, como Traps (1976), más conservadora, pero con un punto de vista diferente sobre el concepto de familia. O El séptimo cielo (Cloud 9, 1979), “una maravilla donde habla de la revolución sexual de una manera que solo se puede hacer en un teatro”. Glòria Balañà la montó en la Beckett en el 2014. También le gustaba Vinegar Tom (1976), un musical sobre la caza de brujas. Y más cerca de nosotros, Lluny (2000), i Prou borratxo per dir t’estimo? (2006). Dos obras que hablan de la guerra, muy críticas con el poder establecido y muy de la línea dura de Churchill, una autora muy comprometida con la izquierda que nunca se ha privado de expresar sus opiniones, lo que la ha llevado a soportar todo tipo de polémicas. A Claramunt le gustaría hacer Lluny, pero cree que la versión que hizo Prat i Coll es “insuperable”.

Imagen de un ensayo de 'Glass. Kill. Bluebeard', que se estrena en el Teatre Tantarantana de Barcelona
La directora cuenta en el Tantarantana con cuatro intérpretes (Laura Casanovas, Daniela Fumadó, Jordi Hanley y Enric Marzà) para poner cara a toda la galería de personajes que salen, desde un perro de peluche a los dioses olímpicos. Glass, por ejemplo, es “una pieza súper delicada, sensible, donde vemos toda la herencia violenta de los cuentos de hadas,” protagonizado por una chica de cristal que sufre todo tipo de pesadillas. Kill es casi un monólogo que hace añicos la historia del teatro clásico, empezando por las batallas familiares de los griegos hasta las masacres shakespearianas. I Bluebeard utiliza un cuento popular para hablar de los asesinatos de mujeres. No se está de nada, Churchill.
“Es una autora totalmente vigente, te sigue dando perspectivas nuevas”, exclama Claramunt. Y, a pesar de la dimensión de su obra completa, la directora cree que “siempre está probando cosas nuevas”. Dice que tiene muchas obras “muy atractivas y muy golosas” para cualquier profesional del teatro, porque sabe “exprimir la teatralidad como nadie”.
⁄ ‘Glass. Kill. Bluebeard’ son tres textos “muy sensibles, muy delicados y, sobre todo, muy lúdicos”
El nombre de Churchill suena a menudo como candidata al Nobel de Literatura . Más allá de Tom Stoppard, un clásico contemporáneo como ella, ningún dramaturgo tiene tanta influencia sobre las nuevas generaciones. Y más teniendo en cuenta que, si miramos el siglo XX, tampoco hay muchas dramaturgas que hayan disfrutado de cierto éxito. Si vamos a los años noventa, podemos destacar a Sarah Kane. Más atrás, Marguerite Duras y para de contar. Y Churchill, claro, nacida en 1938 y todavía activa, columna vertebral del nuevo teatro, representada hoy día en todo el mundo. Muchas de las autoras de hoy son discípulas directas suyas, como Alice Birch, de quien en mayo veremos en el TNC Anatomia d’un suïcidi. También tenemos Lucy Prebble, Martyna Majok y Debbie Tucker Green, entre otros. Aquí, Churchill no solo despierta fascinación entre los jóvenes. El año pasado Raimon Molins dirigió Una còpia en la Sala Atrium . Y en el 2021, Magda Puyo montó I només jo vaig escapar-ne (Escape Alone) en el Lliure .
Caryl Churchill
Glass. Kill. Bluebeard
Traducción y dirección: Mireia Claramunt.
Teatre Tantarantana. Barcelona.
Del 20 de marzo al 6 de abril