Los productores de cualquier película hecha en Reino Unido están obligados a mostrársela a un organismo llamado British Board of Film Classification (en sus orígenes, las mismas siglas servían para referirse a Comité Británico de Censores de Películas, mucho menos eufemístico) que le otorga una etiqueta de recomendaciones por edades, basada en la cantidad de escenas violentas, sexuales o lenguaje soez que contiene. En el 2015, el cineasta independiente Charles Shackleton, que tenía entonces solo 22 años, estaba furioso por tener que pagar unas 1000 libras al BBFC por cada una de sus películas autodistribuidas de ínfimo presupuesto, así que decidió organizar una especie de protesta situacionista. Recolectó dinero entre otros cinéfilos cabreados para rodar una película que se llamase Paint Draying, o sea Pintura secándose, y que consistiese en eso, minutos y minutos de un plano de una pared de ladrillos pintados de blanco en proceso de secarse. El metraje sería tan largo como dinero consiguiese recaudar. Fueron diez horas y siete minutos, que los miembros del BBFC tuvieron que tragarse. La película tiene una segunda vida en la red social Letterboxd, donde está colgada y la gente la utiliza para contar cualquier cosa diarística que les pase por la cabeza. Ha acumulado más de 18.0000 comentarios y tiene una puntuación de 4,9 estrellas sobre cinco.
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Fotograma de 'Hidden Master: The Legacy of George Platt Lynes'
EL MAESTRO DEL DESNUDO MASCULINO
A todas luces, George Platt Lynes (1907-1955) era una de esas personas con el raro pero útil talento de saber rodearse de gente interesante. Cuando sus padres lo mandaron de Nueva Jersey a París para prepararse para entrar en Yale (no era precisamente buen estudiante), se hizo inmediatamente amigo de Gertrude Stein, que lo introdujo en su círculo, y sin haber cumplido aún los 20 años, empezó a alternar con Salvador Dalí, Jean Cocteau, E.M. Forster, Christopher Isherwood y Marc Chagall. Llegó a entrar en la Universidad, como quería su familia, pero duró solo un trimestre, porque tenía cosas más interesantes que hacer, como fotografiar a estrellas de Hollywood de los años 30 y 40 para Vogue y Harper’s Bazaar. La parte más valiosa del trabajo de Lynes, sin embargo, no es esa sino la que nunca vio la luz mientras él estuvo vivo: los desnudos masculinos que hacía, a veces con poses historicistas y vagamente mitológicas, que podían haberle costado la cárcel por pornográficos y que acabó donando al Instituto Kinsey (el del famoso estudio Kinsey sobre la sexualidad) para que se preservasen. Desde hace unos años su figura se reivindica por ser como una especie de padre antecesor de fotógrafos como Peter Hujar y Robert Mapplethorpe. Sus fotografías se pudieron ver en la Fundación Loewe de Madrid hace un par de años durante Photoespaña y el festival Amores on Fire! Programa estos días en Barcelona el documental Hidden Master: The Legacy of George Platt Lynes, de Sam Shahid
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Portada del libro
HIJOS DEL PRIMER DIVORCIO
El divorcio no se legalizó en España hasta 1981 y los relatos que novelan la experiencia de los hijos de aquellas familias que estrenaban formato han tardado bastante en llegar a la literatura, quizá porque los propios protagonistas no se dieron cuenta hasta bien entrados en la adultez de que vivieron algo nuevo y anómalo. Laura Ferrero novelizó su experiencia como hija a tiempo parcial en dos casas no comunicadas en Los astronautas (Alfaguara) y ahora el escritor y guionista Enric Pardo i Ramírez presenta en L’home de la casa (La Magrana) un relato iniciático narrado por un niño también llamado Enric que mira en contrapicado a los adultos que le rodean, fumadores de Fortuna y de Ducados que discuten sobre un tal Felipe. El libro, salpicado de canciones que van de Sisa a la sintonía de Los mosqueperros, se presenta como un homenaje a la madre del autor, una de esas mujeres que se convirtieron en los hombres de su casa sin que las hubieran preparado para eso.
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Timothée Chalamet como Bob Dylan
BOB DYLAN Y LO RARO DE VERTE IMITADO EN LA PANTALLA
La lista de personajes que han detestado al intérprete que ha hecho de ellos y ellas en un biopic es larga. Mark Zuckerberg apenas pudo mirar a Jesse Eisenberg cuando coincidieron en una ocasión, las hijas de Nina Simone imploraron a Zoe Saldaña que no osara ni pronunciar el nombre de su madre y Julian Assange escribió a Benedict Cumberbatch un correo de diez páginas para pedirle que se abstuviera de encarnarlo en El quinto poder. En el caso de A complete Unknown, la película sobre los inicios de Bob Dylan que se estrena el próximo día 28 de febrero, el cantautor ha salido de su habitual silencio mediático para expresar su aprobación por el trabajo de Timothée Chalamet haciendo de él, pero la que se ha mostrado más entusiasta a la par que sibilina ha sido Joan Baez. La compositora aprueba la interpretación de Monica Barbaro, y cómo ha captado hasta sus gestos más nimios, y, hablando de la película, no ha desaprovechado la oportunidad de lanzarle un dardo a su ex amante y ex amigo: “Cuando entraba en una habitación, él se quedaba con todo el oxígeno. Mi papel se veía siempre disminuido en su presencia. En ese sentido, el filme está ajustado a la realidad”.