¿Qué tiene Nueva York?

CULTURA/S: CIUDAD LITERARIA

Los libros siguen invitándonos a pasear por las calles y a descubrir los contrastes de una metrópolis única

Especial Cultura|s de Navidad

¿Qué tiene Nueva York?



La fascinación que la ciudad de los rascacielos ha despertado siempre no declina con el paso del tiempo. Nueva York sigue manteniendo intacta su capacidad de seducción. La postal de la urbe –con edificios emblemáticos, el parque o locales famosos– está bien asentada en el imaginario colectivo. La literatura sigue invitán­donos a pasear por sus calles y por los contrastes que ofrece. Su nombre –aparece en once de los libros mencionados en este artículo– o alguna imagen de la ciudad –presente en dieciocho– funciona como un valor seguro en la portada.

Hay artistas tan genuinamente neoyorquinos que sus nombres nos evocan inmediatamente el perfil de la ciudad. Ocurre con el cineasta Woody Allen o con la escritora y guionista Nora Ephron (1941-2012), de quien Libros del Asteroide acaba de publicar una edición conjunta de dos de sus trabajos más famosos: Ni me gusta mi cuello ni me acuerdo de nada (ambos en catalán en L’Altra ), con ilustraciones de Patricia Bolaños. En una de sus páginas, la periodista, con sesenta y nueve años, señala algunos placeres que encuentra en Manhattan como las natillas heladas de Shake Shack o los paseos por el parque. “Solo podía pensar en lo afortunada que había sido por pasar mi vida adulta en Nueva York”, escribe.

Con su escritura incisiva, analítica, cercana y llena de humor, Ephron sigue conectando con nuevas generaciones de lectoras y lectores. Los escenarios de sus escritos, así como los de las películas en las que participó, se fijan en la memoria. Especial es el caso del delicatessen Katz, en el Lower East Side, famoso por sus bocadillos de pastrami, donde un cartel encima de una de las mesas indica al visitante el lugar de encuentro de Cuando Harry encontró a Sally . La madrileña Patricia Bolaños (1985), autora también de varias cubiertas de las ediciones españolas de Ephron, vive en la ciudad desde el 2016. En el volumen New York is the Thing (Mont Ventoux ), nos lleva de paseo por sus calles y nos descubre rincones de la mano de diez personajes, entre los que se encuentra la autora de Se acabó el pastel . Bolaños ha encontrado en el largo recorrido de la L-train, que comunica la isla de Manhattan con Brooklyn, inspiración para sus dibujos. Ha retratado a muchos de los pasajeros que ocupan los vagones, personas de diferente procedencia y condición, y después los ha colgado en una cuenta de Instagram (@subwayfigures).

Ilustración de Patricia Bolaños para la edición de Nora Ephron en Libros del Asteroide

Ilustración de Patricia Bolaños para la edición de Nora Ephron en Libros del Asteroide

P.B.

La muerte de Paul Auster (Newark, 1947-Brooklyn, 2024) ha dejado huérfana a la comunidad lectora que no deja de volver a sus libros. Seix Barral anuncia nuevas ediciones de algunos de sus trabajos (La invención de la soledad , El país de las últimas cosas , Viajes por el scripto rium e Invisible). Auster es otro de los autores profundamente vinculado a las calles de la ciudad –Central Park, Riverside Drive, West Broadway o las de su barrio en Brooklyn–, como demuestran algunos de sus títulos: Trilogía de Nueva York , Sunset Park o Brooklyn Follies ( en catalán en Ed. 62). Al otro lado del río encontró el que sería su hogar junto a Siri Hustvedt y su hija Sophia, tras vivir en veinte casas diferentes. “Ahí es donde vives, y ahí es donde quieres seguir viviendo hasta que ya no puedas subir y bajar las escaleras por tu propio pie. No, más aún: hasta que ya no puedas subir y bajar las escaleras a gatas, hasta que te saquen de ahí para meterte en la tumba”, vaticinó en Cuaderno de invierno.

El bostoniano Amor Towles (1964), tras el éxito de sus obras Normas de cortesía y Un caballero en Moscú –adaptada a la pantalla–, dejó las finanzas a las que se dedicaba, lo que ha supuesto una ganancia indiscutible para los lectores. De escritura elegante, diálogos ágiles y atmósferas muy bien logradas, Towles nos paseó por Manhattan en su debut, del Village y Wall Street al Upper, donde sus personajes descubrían la variedad de una ciudad dinámica ya en los años treinta del siglo pasado: “Así de rápido giran las cosas en Nueva York, como una veleta, o la cabeza de una cobra”.

Ahora llega Mesa para dos (Salamandra), cinco relatos ambientados en Nueva York y una novela corta que transcurre en la otra costa, en Hollywood. Sus protagonistas nos sitúan en calles y avenidas de la Gran Manzana, en el Met o el Carniege Hall, en la Grand Central o en restaurantes y hoteles. El escritor recupera a Eve, uno de los personajes de su primera obra, y rinde homenaje a Paul Auster incluyéndolo en uno de los relatos. Aunque no se conocieron, un amigo común hizo llegar a Auster, ya muy enfermo, el escrito de Towles.

⁄ Central Park, el Metropolitan Museum, o Wall Street forman parte del imaginario lector

Otra excelente noticia es la recuperación de El día de año nuevo, de la neoyorquina Edith Wharton (1862-Saint-Brice-sous-Forêt, 1937), que dentro de la colección “ pequeños placeres” de Ediciones Invisibles, se suma a La solterona , publicado el año pasado. Ambos escritos forman parte de Old New York , donde la escritora retrata las costumbres de la alta sociedad, en la época dorada de la ciudad, que ella tan bien conocía por pertenencia. Ganadora de un Pulitzer por La edad de la inocencia, Edith Wharton recoge de forma magistral el mundo de las familias aristocráticas de Nueva York y sus actividades.

En A resguardo (Anagrama ), David Leavitt (Pittsburg, 1961), nos presenta al matrimonio Lindquits, liberales neoyorquinos de clase media alta, tras el primer triunfo electoral de Donald Trump. El libro transmite las incertidumbres de los personajes y sus contradicciones. Con un tono satírico y humorístico los personajes dialogan y fantasean con un mundo sin el mandatario republicano y planean abandonar la isla y asentarse en Venecia.

Humor gráfico del que fuera editor de ‘The New Yorker’, Robert Mankoff

Humor gráfico del que fuera editor de ‘The New Yorker’, Robert Mankoff

R.M.

La huella de la ciudad en aquellos que vivieron un tiempo en ella ha generado infinidad de volúmenes más o menos testimoniales. El autor colombiano Tomás González (Medellín, 1950), de quien Sexto Piso ha recuperado su primera novela, Primero estaba el mar, y La luz difícil , su obra más conocida, es uno de ellos. La calle Segunda con la Segunda Avenida y los alrededores del East River con el recoleto Marble Cementery que se otea desde el apartamento donde vivió con su mujer y su hijo constituyen el paisaje de la conmovedora novela. “Qué gracia tendría una ciudad sin palomas, ardillas, ratas, indigentes y cucarachas”, escribe el narrador.

Las calles, barrios y edificios de la ciudad son protagonistas de libros como Toda la belleza del mundo (Paidós), del estadounidense Patrick Bringley (1983), que cuenta los diez años que trabajó en el Metropolitan Museum como vigilante de sala. El inmenso museo situado en el corazón de la isla, en Central Park, en la Quinta Avenida a la altura de la calle 82, deviene un microcosmos donde el autor se impregna de arte y humanidad tras la muerte de su hermano.

La 60 Wall Tower se erige en la portada de Fortuna, de Hernán Díaz (1973), autor norteamericano de origen argentino, como símbolo del mundo del dinero y de las finanzas que retrata (Anagrama/Periscopi ). El volumen, premio Pulitzer 2023, traslada al lector a los años veinte del siglo pasado de la mano del magnate Benjamin Rask. La obra está en la estela de la que fue considerada por la crítica “la novela de Nueva York”: La hoguera de las vanidades , de Tom Wolfe, que transitaba desde Park Avenue hasta el Bronx.

⁄ Las obras de Wharton, Auster, Towles o Whitehead retratan en diferentes décadas los barrios

Los mismos territorios que hemos explorado de la mano de Vivian Gornick (1935) –lo siguen haciendo nuevas generaciones lectoras–. En su caso, desde su Bronx natal hasta el Manhattan de su edad adulta. La mirada al pasado y el ajuste de cuentas con su madre están en Apegos feroces /Vincles ferotges ( Sexto Piso /Ara). Brooklyn (Lumen ) es el título de un libro de Colm Tóibín (Enniscothy, 1955) que sitúa a la joven Ellis Lacey, irlandesa como el autor, en el distrito neoyorquino. Lejos de su tierra natal, Lacey evolucionará en un país y una ciudad nueva. Recientemente el autor ha recuperado al personaje en Long Island, una secuela del libro, también llevado al cine. En la misma ubicación, Michael Cunningham (Cincinnati, Ohio, 1952) ambienta su último trabajo Día (Lumen ) y plantea lo exorbitado de la vivienda en la ciudad que obliga a un personaje a convivir con la familia de su hermana.

El doble ganador del premio Pulitzer, el neoyorquino Colson Whitehead (1969), presenta Manifiesto criminal (Random House), la segunda entrega de su trilogía ambientada en Harlem, iniciada con El ritmo de Harlem y protagonizada por Ray Carney. Alejado de los ambientes corruptos y delictivos, el protagonista es un padre de familia que regenta una tienda de muebles. La música se cuela en el relato con alusiones a nuevas tendencias y a los Jackson Five y un cameo del más famoso de los hermanos. La novela transcurre a mediados de los años setenta, cuando Nueva York vivía endeudada y en recesión. Las desigualdades y la discriminación racial son parte esencial de la historia y de su obra, siempre social y política. Unas décadas antes estaba ambientada Jazz , de la nobel estadounidense Toni Morrison.

Siguiendo con la conexión musical, en M Train ( Lumen ), la compositora, cantante, artista y escritora Patti Smith (Chicago, 1946) recuerda sus años en la ciudad, donde aterrizó en la década de los 60. Los cafés fueron un lugar de observación y trabajo. El Ino de Greewich Village fue uno de sus habituales hasta su desaparición. El propietario regaló a Smith la mesa y la silla que solía ocupar y donde se tomaba un café solo y una tostada integral con aceite de oliva.

Sin duda alguna, las portadas de la revista The New Yorker con sus ilustraciones, algunas de ellas icónicas, constituyen un escaparate de la ciudad y su pulso. Robert Mankoff, viñetista y editor del medio durante veinte años, ha reunido parte de su trabajo en un libro ilustrado: El humor de Nueva York (Bruguera). En él explica cómo consiguió vender a la revista su primera viñeta después de que le rechazaran cientos. Fue en 1977. Explica también que ese deseo por publicar lo compartían muchos creadores y relata que el dramaturgo David Mamet fue uno de ellos. “The New Yorker es al mundo de la ilustración lo que Dios es a la religión”, escribe.

Emblema del medio fue el periodista y escritor Joseph Mitchell (Carolina del Norte, 1908-Nueva York, 1996), que recaló en la ciudad tras la debacle bursátil del 29. Procedente de una familia tradicional de Massachusetts y tras pasar por Harvard, vivió en la Gran Manzana como un mendigo, volcado en escribir una historia oral de la ciudad. Precursor del nuevo periodismo, destacó con sus crónicas y perfiles literarios. El autor de El secreto de Joe Gould tuvo predilección por el ambiente portuario y los personajes y actividades que lo rodeaban –el mercado de pescado Fulton, las barcazas, las orillas del Hudson y del East River…– como recoge El fondo del puerto (Anagrama).

 En la misma revista colabora Donald Antrim (Florida, 1958), autor de una trilogía de novelas satíricas. Ahora se publica en nuestro país Otro Manhattan (Chai Editora) , una serie de cuentos protagonizados por artistas, profesores o abogados, personas que buscan mantenerse a flote pese a las contrariedades de sus vidas. Antrim lleva a sus angustiados personajes por calles y locales reconocibles de la ciudad.

⁄ La autora de ‘Nubosidad variable’ disfrutó de una amplia y variada oferta cultural

La edición española del último libro del nonagenario Gay Talese (New Jersey, 1932), otro de los antecedentes del nuevo periodismo, Bartleby y yo (Alfaguara ), lleva el subtítulo “Retratos de Nueva York”. Talese, que ha escrito en The New York Times, The New Yorker, Harper’s Magazine y otras cabeceras emblemáticas, ha puesto la mirada en realidades distintas de la ciudad. Este extenso volumen, que incluye también capítulos que ocurren en Los Ángeles y Las Vegas, plasma el interés de Talese por personas de toda condición.

Periodistas españoles que vivieron y trabajaron en la Gran Manzana dejaron constancia de ello en volúmenes personales y ricos en información. El corresponsal de La Vanguardia desde el 2009, Francesc Peirón (Barcelona, 1962), fiel al legado de Mitchell y Talese –a quien entrevistó en su vivienda del Upper East Side– o Wolfe, ha recopilado en Me llamo Nueva York (Península ) historias de personas ordinarias con experiencias extraordinarias, como la de dos hermanos negros encarcelados injustamente y al frente de un bar en Brooklyn tras su liberación. Diccionario de Nueva York, de Alfonso Armada o Historias de Nueva York , de Enric González resultaron de sus estancias allí.

LA VISIÓN DE CARMEN MARTÍN GAITE

Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000) aterrizó por primera vez en Nueva York en septiembre de 1980. Allí empezó a confeccionar un cuaderno –era muy aficionada– hecho de collages con sus impresiones, escritos, imágenes y recortes, que Siruela edita de nuevo en su colección gráfica. Visión de Nueva York contiene textos del amigo de la autora, Ignacio Álvarez Bara, y de A. B. Márquez. Señala el primero que “la fascinación de Calila –apodo que utilizaban sus allegados– fue absoluta en su primer viaje a Nueva York”.

La que fuera albacea de su legado, su hermana Ana María, encontró este material en la casa familiar de El Boalo, cerca de Madrid, y fue publicado por primera vez en el 2005. En este relato artístico de la autora de Entre visillos, conocemos de su puño y letra el impacto de la experiencia americana, sus vivencias en Manhattan –vivió en 400 West 119 st–, algunos viajes por el país, la fascinación por los cuadros de Edward Hopper, los trabajos de traducción o su empatía con Virginia Woolf.

La escritora salmantina Carmen Martín Gaite elaboró un cuaderno de 
collages de su estancia en Manhattan, ahora recuperado en un libro ilustrado 
que publica Ediciones Siruela

La escritora salmantina Carmen Martín Gaite elaboró un cuaderno de collages de su estancia en Manhattan, ahora recuperado en un libro ilustrado que publica Ediciones Siruela

C.M.G.

Refleja también la actualidad del momento –las presidenciales Carter/Reagan, el asesinato de John Lennon–, la cotidianidad –la basura en las calles, las ratas o las restricciones al tabaco–, sus cursos en Barnard, el teatro, el cine y la música, y las calles, barrios y edificios de Manhattan. Constata Martín Gaite la dinámica de una ciudad que no deja de ofrecer experiencias: “Es lo malo de Nueva York, que lo quiere uno todo y que continuamente te salen al paso tentaciones inesperadas” –el FOMO que vendría después–. Carmen Martín Gaite volvería a Manhattan en diversas ocasiones. 

Tras la trágica muerte de su hija Marta a los veintinueve años, encontró en la ciudad elementos para sus textos, donde la pérdida circulaba de fondo. En su famoso libro Caperucita en Manhattan se autorretrató como una mendiga llamada Miss Lunatic que se esconde en la estatua de la Libertad.

Larga es la tradición de autores españoles que pasaron por Nueva York y que expresaron la atracción y en ocasiones el rechazo que les causó la urbe: García Lorca y muchos otros poetas de las generación del 27 como Salinas, Guillén o Cernuda; tiempo después el también poeta José Hierro. Más cercanos son los testimonios de escritores como Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo, pareja que vivió años en la Gran Manzana. En volúmenes como Ventanas de Manhattan –Muñoz Molina– o Noches sin dormir o Lugares que no quiero compartir con nadie –Lindo–, todos editados por Seix Barral, compartieron aspectos de su cotidianidad y reflexiones personales de aquella vivencia.

Las experiencias más recientes de las jóvenes escritoras barcelonesas Laura Calçada (1988) y Anna Pazos (1991) dieron lugar a sendos libros: Fucking New York (Ed.62/Destino), de Calçada y Matar el nervi/Matar el nervio (La segona perifèria/Random House), de Pazos. Reflejan un periodo de exploración y crecimiento, de experimentación de los límites, descarnado y lleno de contradicciones. Calçada recaló en Nueva York como au pair y Pazos en un recorrido con paradas previas en Tesalónica o Jerusalén

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