De ninguna manera, ni por la fuerza más bruta, me sacarán de esa calle de Londres, donde vive y trabaja el corpulento y desaliñado Cormoran Strike. Siéntese lector, no se vaya, lo digo en serio: son 1.196 páginas, pero Robert Gallbraith (seudónimo de J.K. Rowling) se mete al lector en el bolsillo con este hijo de un viejo rockero, tan feamente atractivo, al que le atribuyó un mundo tan vivo y detallado, en esa calle donde los legendarios de la música grababan sus primeras obras. Un corazón tan negro (Salamandra ) es una nueva entrega (no importa si no se han leído las anteriores) y lo pone a él y a su pareja –seguimos en tensión con lo que ocurre entre ellos, tan distintos– en un asunto bien actual e intrincado: el asesinato de la joven creadora de una serie que arrasa, una chica acosada en internet, y en esa red, la visible y la oscura, se resuelve gran parte de esta intriga.
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J.K. Rowling, alias Robert Gallbraith
Hay otro barrio y otra casa de la que no me sacan, ni de la mesa de juego, la noche entera hasta nochevieja, con Oriol Comas y sus amigos, unos friquis cultos y astutos de los juegos de mesa. En la vida real, Comas acaba de donar a Bibliotecas de Barcelona su inmenso tesoro de libros y juegos. En la ficción de Màrius Serra, en esta nueva entrega, la simpatiquísima y descarada sobrina de Oriol tiene un novio del que su tío (que odia que le digan tiet ) recela. A este chico le gustan los juegos rol; a la vez andamos por Horta, con una excelente historia de apropiación de herencias y mucho más. El rol del Roc (Empúries ) seduce, encanta y desafía la mente.
Esta selección recibe con los brazos abiertos a Dolores Redondo, y sumisamente vamos detrás de esas dos mujeres asomadas por el puente, contemplando el implacable paso del río Baztán. Hay más de lo que creemos en común entre Amaia Salazar y la psicóloga forense apodada NASH (ya verá el lector por qué). Entre la ciencia y la tradición oral, fantástica, con madres empecinadas en destruir hijas, Las que no duermen (Destino ) es, una vez más, un sensitivo abordaje de cuestiones personales, el hallazgo de un cadáver que exonera a la presunta asesina, cuando NASH y su equipo ejercían de espeleólogos, sin hacer mucho caso a las historias de las brujas del Medioevo.
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Dolores Redondo
Colson Whitehead viaja, una vez más, a Nueva York en los años setenta. Como en su excelente novela El ritmo de Harlem , hay un héroe que quiere desmarcarse de la criminalidad congénita. Ray es padre de familia, asiste día a día a los malos tratos de los polis blancos en su comunidad. Así y todo prospera. Hasta que su hija sueña con una entrada para los Jackson 5, y entonces este fabricante de muebles tiene que pactar. Como con Dennis Lehane en Boston, Manifiesto criminal (Random House ) es un fresco con aroma a fatalidad, desde los ratones en un piso del barrio hasta las miradas recelosas y la aparente prosperidad.
⁄ Gallbraith, o Rowling, que es lo mismo, se mete al lector en el bolsillo con un relato de más de mil páginas
Asuntos muy duros, todos ellos, y en el caso de El corsario (Roja & Negra ) todo huele a verdad, a delitos bien conocidos y estudiados por el investigador de los mossos de esquadra Xus González. Los chanchullos de un abogado de clase alta que lo sitúan, literalmente, colgando boca abajo de esas alturas a las que llegó gracias a clientes como el narco que se está haciendo con todos los territorios. Por otro lado, una mossa d’esquadra que investiga. Narración intensa y calibrada.
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Llort
Para estas fiestas Llort aparcó casi por completo su talante entre sutilmente macabro y gamberro, pero sigue fiel a sí mismo, a su notable seña particular: una forma de narrar que se abre como una tenaza que ya no suelta ni al lector ni a este protagonista al que le arrebata todo en pocas páginas. La maquinaria de Demolició (Premi L’H Confidencial 2024, Clandestina ) es imparable. Y cuidado con Andreu Martín: apela a toda su sabiduría narrativa para que, literalmente, y felizmente, nos movamos como locos entre un atraco en un banco de Valencia, la figura de un padre éticamente dudoso, pero con mucho más que lo que su figura pública decía. Dinero para los muertos / Diners pels morts (Clandestina / Alrevés ) es un festín a varias voces, todas ellas perfectas guías en la turbulencia de un relato de mafias y traiciones, de acuerdos y trampas de alto nivel.
No sé si querría quedarme aquí. Si uno se pierde en este inmenso, laberíntico bosque del parque de Adirondack lo que tiene que hacer es quedarse quieto, sentarse y gritar. Hasta que lo encuentren. Y son esos gritos interminables –uno muy antiguo, otro que aparece como un eco del anterior– los que atraviesan esta historia premiada por público y crítica (y con toda justicia). Liz Moore narra desapariciones en un campamento juvenil –¡ay esas niñas púberes y avispadas!– y de allí tira de hilos inesperados para tramar la notable El dios de los bosques (ADN ).
La muerte inspira ficciones, pero la muerte es real, y es un trabajo. Esta misma editorial (Capitán Swing ) nos regaló Escrito en los huesos , de la antropóloga forense Sue Black, sobre la ingente información que da nuestro esqueleto. Y ahora es Hayley Campbell como periodista de singular biografía (el cómic en su vida hizo mucho) quien lleva a cabo un viaje por toda América en busca de los trabajadores de la muerte. El testimonio, por dar sólo un ejemplo, del que accionaba los mandos de la silla eléctrica (o el veneno para la inyección), o el del que se ocupa de limpiar escenarios de crimen, son parte de un crisol sorprendente, a veces muy turbador. Siempre veraz y altamente (y vehementemente) recomendable: Todos los vivos y los muertos .
⁄ Regresos: Dolores Redondo a los Valles Tranquilos; Màrius Serra a los juegos de rol con misterio
Me despido con dos felices regresos. En realidad Alan Parks nunca se ha ido, y con él merece la pena pasearse por Glascow en 1974, en sus turbulencias y asaltos imprevistos, detrás del detective Harry McCoy. Un mayo funesto (Tusquets ) es tensa narración, viva e históricamente enriquecedora.
Los buenos lectores de intriga criminal e histórica pueden reencontrarse con C.J. Sansom (que lamentablemente ha muerto hace poco) y su investigador jorobado descubriendo las miserias y aberraciones de monasterios ingleses en 1537, en plena reforma de Lutero. El gallo negro (Salamandra) es una oportuna reedición.