El rey de los pesebres

Carlos III trajo de Nápoles las piezas del Belén del Príncipe para su hijo, el futuro Carlos IV, consolidando la fiebre por estos belenes. El Palacio Real de Madrid muestra este pesebre compuesto por figuras napolitanas y españolas

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Panorama del Belén del Príncipe en el Palacio Real 

Patrimonio Nacional

Antes de ser convertirse en rey de España en 1759, Carlos III fue rey de Nápoles como Carlos VII, Carlo VII o Carlo di Borbone, y en Nápoles adquirió el gusto por los presepi, en su sentido religioso pero también estético y constructor. Allí adquiere figuras y objetos para el que inició para su hijo, el futuro Carlos IV. Desplegado en el Palacio Real de Madrid, el Belén del Príncipe aúna los elementos religiosos con los costumbristas y los paisajistas, las tierras de Judea metamorfoseadas en la ciudad italiana, y con la expresividad de los personajes. 

Un despliegue de artes y oficios, los que se muestran en acción y los de quienes han trabajado para hacer posibles esas figuras, entonces y ahora, porque la mayoría de las figuras originales se dispersaron, pero se ha ido completando con nuevas adquisiciones y con las que se han fabricado después para convertir el belén que ahora se expone por Navidad en un diorama de escenografía espectacular.

El Belén de Palacio tiene su origen en el Belén del Príncipe, iniciado por Carlos IV cuando todavía era Príncipe de Asturias. Figuras napolitanas, genovesas y españolas, hicieron de él uno de los conjuntos más importantes del siglo XVIII. En los belenes napolitanos cada año se concebía un montaje diferente, tradición que se continúa en la actualidad.

Detalle del Belén del Príncipe donde se aprecia el detallismo de los accesorios o 'finimenti' .

Dani Duch

Puede que la afición viniera de familia, porque su padre, Felipe V, había recibido uno como regalo en 1702, que hizo llevar al Palacio del Buen Retiro. Allí instaló también el que se trajo de Nápoles Carlos III en su primera Navidad en España en 1760; tan amante era de estas escenificaciones que dedicaba parte de su ocio y participaba en su creación junto a su esposa María Amalia de Sajonia, y las damas de esta. De hecho, durante su reinado napolitano fundó la Fábrica de Porcelana de Capodimonte, donde hizo crear figuras para el belén privado de palacio; También creó Real Fábrica de Tejidos en San Leucio, cerca de Nápoles.

/ Este año cuenta con 223 figuras y se despliega en dos salas de palacio, con una de ellas dedicada a los jardines de La Granja

De entre sus hijos, Carlos, príncipe de Asturias, y el infante Gabriel, heredaron la afición, al punto de que Carlos IV hizo crecer el regalo paterno, hasta reunir 5.950 piezas, ya con aportaciones de artistas españoles, no es de extrañar que en el siglo XVIII cuando se desplegaba ocupara casi un ala entera de palacio. Con el tiempo el núcleo original se fue disgregando y en la actualidad en Patrimonio Nacional se mantienen únicamente 89 figuras originales, a las que se sumaron en el 2001 un conjunto de 143 comprado en Nápoles y las creadas por el Departamento de Restauración de Patrimonio Nacional.

¿Qué hizo tan especiales a los belenes napolitanos? La mezcla de elementos religiosos con otros costumbristas cautivó a un público formado en primer lugar por las clases altas, familias nobles y burguesas enriquecidas que lo instalaban en sus salones entre el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, y el 2 de febrero, la Candelaria.

La escenografía del Belén del Príncipe cambia cada año

La escenografía del Belén del Príncipe cambia cada año 

Dani Duch

Tradicionalmente, los nacimientos –que no es lo mismo que pesebres– habían tenido como único protagonista el Misterio, San José con la Virgen y el Niño, con el añadido del buey y la mula. Ahora se amplia, dando importancia primordial a la escenografía, que solía a encargarse a arquitectos, ya que se representaba una ciudad en miniatura, con sus casas, sus comercios, sus escenas domésticas, su mercado callejero puestos de verduras, frutas, carne y pescado, tabernas, y con la inclusión de ruinas, que tanto simbolizaban la antigüedad clásica como la caída de las creencias anteriores al advenimiento del cristianismo. 

Otro detalle del Belén del Príncipe

Otro detalle del Belén del Príncipe 

Dani Duch

También son de máxima importancia los personajes, las figuritas, que se encargan a escultores de renombre. La mayoría de figuras eran articuladas, con un armazón de alambre en su interior recubierto de tela o estopa al que se acoplaban las extremidades, con la cabeza, los brazos y las manos en barro, lo que permitía un buen policromado. Las expresiones de los personajes conseguían dotar de dramatismo a la escena, mientras que con los alambres se facilitaba que pudieran adoptar diferentes posturas. 

/ Los belenes napolitanos aúnan las escenas religiosas con las de vida cotidiana en una ciudad mediterránea

Y de gran importancia eran los finimenti, detalles, instrumentos musicales, libros, las piezas de verdura, de fruta, todo tipo de objetos, en los que además de los materiales tradicionales como terracota, porcelana, madera o vidrio, se utilizaban cuentas de coral y perlas, incensarios de plata, castañuelas de marfil, y tejidos buenos, como raso, seda, hilos dorados, reproduciendo con exactitud la vestimenta de la época.

El Belén del Príncipe cada año cambia su escenografía para su exposición en el Palacio Real, explica a Cultura/s Miguel Ángel Gacho, historiador y restaurador de Patrimonio Nacional, en el que se integra el pesebre, que este año cuenta con 223 figuras y se despliega ocupando 40 metros en dos salas, a diferencia de otros años, en que se instalaba únicamente el Salón de Alabarderos. 

El verismo de los accesorios es fundamental

El verismo de los accesorios es fundamental

Dani Duch

Cada escenografía hace referencia a un tema y este año, en que se conmemora el 300 aniversario del Palacio Real de La Granja se han reproducido elementos emblemáticos del Real Sitio, como las fuentes de los Dragones Bajos y de Los Baños de Diana, o el laberinto, nexo de unión de las escenas.

También cada año el departamento de restauración añade nuevos elementos, como el zaguán del Palacio Real. Para recrear los jardines de La Granja, explica Gacho, no se ha cortado ninguna planta, sino que son productos de la poda, las hojas se pegan a mano. Y también de estos talleres salen figuras nuevas, dos como máximo cada año, y los detalles: para el personaje de un vendedor de telas se han utilizado recortes de las que se encuentran en el Palacio Real. No es Nápoles, pero es igualmente emocionante.

DE LA CUEVA A LOS SALONES DE PALACIO

La Via San Gregorio de Nápoles es un hervidero de belenes y figuras durante todo el año, algo así como las tiendas de siempre es Navidad, pero de verdad. El belén sin embargo no nació aquí, sino en una cueva, hace ahora 801 años: fue en 1223 cuando San Francisco pidió permiso al papa Honorio III para crear una escena que “exaltara la devoción de los fieles”, según el relato que hizo San Buenaventura. Y efectivamente en una cueva cercana a la ermita de Greccio hizo preparar un pesebre con heno, un buey y una mula, el niño Jesús fue sustituido por un muñeco debido a las bajas temperaturas.

Detalle del belén napolitano del Museo de Artes Decorativas de Madrid

Detalle del belén napolitano del Museo de Artes Decorativas de Madrid

MNAD

Las representaciones de la Natividad han sido consustanciales al cristianismo, la primera conocida es un fresco del siglo II encontrado en las catacumbas en Roma. Y el Papa Sixto III hizo construir la Santa María ad Praesepem para albergar una reproducción de la Gruta de la Natividad donde acoger una reliquia de madera de la Santa Cuna.

Praesepium en latín significa el lugar donde comen los animales, y de ahí pesebre. Curiosamente esta raíz da nombre a estas construcciones en alemán -krippe–, italiano –presepe–, francés –crèche– o catalán –pessebre–.

El belén napolitano en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

El belén napolitano en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid 

LV

Fue San Cayetano de Thiene quien ideó en 1534 un pesebre con figuras de madera pintadas y con ropajes de época. El belén se puso de moda ya en el barroco y había alcanzado los salones de las casas nobiliarias antes de Carlos III. En nuestro país se conservan un buen número de belenes napolitanos. Uno de ellos, perteneciente a la Colección Isidro Brunete, se puede ver estos días en el vestíbulo del museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Del siglo XVIII, destaca un conjunto espectacular de ángeles y las figuras de la Virgen y San José, con sus ropajes azul y rosa ella y morado y amarillo él, siguiendo la tradición napolitana. También destaca la incorporación como personaje del pintor Antonio López.

Figura de pesebre masculina siglos XVIII-XIX

Figura de pesebre masculina, Nápoles, siglos XVIII-XIX 

Museu Frederic Marès. ©Foto: ArtWorkPhoto.eu

Otro belén napolitano se expone en el museo de Artes Decorativas de Madrid, con piezas pertenecientes a diferentes colecciones. Uno de los más completos se puede ver en el Museo Nacional de Escultura, en Valladolid: 620 piezas del siglo XVIII. En el Museu Marés de Barcelona se conservan una Natividad y unas figuras de pesebre de los siglos XVIII y XIX, de la escuela napolitana.

Reportaje elaborado con informaciones de Patrimonio Nacional y el Museo Nacional de Escultura; Ángel Peña Martín: 'El gusto por el pesebre napolitano en la corte española', y Pau Llacuna i Ortñinez: 'El pessebre'.

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