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Didion & Gornick: maestras del ensayo contemporáneo

CULTURA/S

Una californiana y ‘wasp’, la otra judía y del Bronx. Una miró el feminismo desde la barrera, la otra lo predicó. Sin ellas no se entiende el ensayismo personal que hoy se publica. Y ambas, a los 86 años, tienen libro nuevo

 

Ilustración: Marc Pallarès

Las dos tienen suficiente estatus icónico como para protagonizar cubiertas de libro con su propia foto a sangre, en blanco y negro. Una tal y como es ahora, anciana y menuda; la otra, de joven, como la prefieren casi siempre los medios, con el cigarrillo en la mano y esa postura tan imitada de desapego neurótico. Vivian Gornick (Nueva York, 1935) y Joan Didion          (Sacramento, 1934) llevan encontrándose toda la vida y ahora vuelven a coincidir en las librerías con títulos nuevos, libros de retazos pensados sobre todo para el lector completista.

Joan Didion en un retrato del 2005 

Getty

Gornick publica en Sexto Piso, el sello que la ha convertido en un fenómeno editorial en España, Cuentas pendientes. Reflexiones de una lectora reincidente (en catalán en L’Altra Editorial). Allí hace unas memorias de (re)lectura, explicándose a través de lo leído y lo releído, y mezcla la vivencia de sus inicios como escritora y periodista con un ejercicio muy sagaz de crítica literaria. Aunque sus lectores en español la conocen sobre todo por sus textos en forma de collage en primera persona, Apegos feroces –que The New York Times escogió como la mejor memoir de los últimos cincuenta años en inglés– y La mujer singular y la ciudad , Gornick es también canónica en el submundo de los talleres literarios por su libro sobre la narrativa del yo, The situation and the story . Y ha sido toda la vida, como queda patente en el libro, una lectora voraz, tan generosa como despiadada.

No es exagerado decir que casi todas las firmas estimulantes de los últimos 20 años tienen algo de Didion, de Gornick o de ambas

En lo nuevo de Joan Didion, Lo que quiero decir (Literatura Random House), también hay reflexión sobre el oficio y recuerdos de juventud –“ir a trabajar en Vogue era, a finales de los cincuenta, como entrenarse con las Rockettes”–, artículos y crónicas publicadas en prensa desde 1968 hasta el año 2000. Este último, un texto sobre la web de la empresaria Martha Stewart, demuestra que a una periodista excelente como ella jamás se le pasa el arroz. Hace un retrato implacable de fenómenos que veinte años más tarde siguen hipervigentes, aunque con otros nombres: tradwife , culto a la celebridad, estilo de vida.

Vivian Gornick en una visita a Madrid en el 2018 

Efe

Por tener en común, estas dos coetáneas que han llegado a los ochentaytantos convertidas en matriarcas veneradas, coinciden hasta en esos apellidos tan sonoros y evocadores: lo didionesco , lo gornickiano . Resulta tentador enfrentarlas porque representan, al fin y al cabo, cosas muy distintas. Didion viene de la California menos salvaje, de Sacramento, la capital del estado, y ha escrito mucho sobre ese lugar en el que “el futuro pinta bien porque nadie recuerda el pasado”. Gornick, en cambio, lleva Nueva York hasta en las comas. Nació en un piso de protección oficial del Bronx, y en sus libros el callejeo urbano es fundamental y las conversaciones son inseparables de las aceras y las colas de los cines. Si una surgió de lo wasp y de clase media alta –los Didion serían lo más parecido que puede haber en EE.UU. a la nobleza terrateniente británica–, la otra es una hija del éxodo judío de clase trabajadora. Gornick, que tiene un libro inédito en español sobre los comunistas estadounidenses, suele decir que ella fue un “bebé del pañal rojo”. Sus padres no celebraban el 4 de julio pero el Primero de Mayo la sacaban de la escuela para cantar eslóganes marxistas.

JOAN DIDION

Viene de la California menos salvaje, de Sacramento, la capital del estado, y ha escrito mucho sobre ese lugar en el que “el futuro pinta bien porque nadie recuerda el pasado”

De jóvenes, ambas se hicieron un hueco en un mundo tan macho como el del Nuevo Periodismo, el movimiento de reporteros como Tom Wolfe y Hunter S. Thompson, pero lo hicieron desde lugares muy distintos, Didion en las páginas de la prensa generalista y establecida, en Vogue , The Saturday Evening Post y Thew New York Review of Books, y Gornick, que nunca llegó a ocupar el lugar estelar que tuvo Didion en el periodismo, desde la prensa alternativa, escribiendo crónicas para el fundamental Village Voice . Sus vidas se han movido en escenarios muy distintos. Joan Didion conoció el éxito desde muy joven, compaginó la escritura de libros y artículos con el trabajo mucho más lucrativo redactando y corrigiendo guiones en Hollywood y vivió con su marido, el también escritor John Gregory Dunne y su hija fallecida prematuramente, Quintana Roo, entre Malibu, Honolulu y el Upper East Side. Gornick, dos veces divorciada, practica la militancia de la mujer singular y a ella el reconocimiento le llegó ya de mayor. Apegos feroces se publicó en 1987 pero no ha sido hasta esta década cuando se ha encumbrado.

Ambas ocuparon, además, trincheras distintas en la revolución feminista. Gornick como partisana de primera línea, Didion como escéptica observadora. “Ella no era una enemiga pero tampoco una amiga del feminismo, estaba del otro lado”, dice la neoyorquina [ver entrevista].

VIVIAN GORNICK

Nació en un piso de protección oficial del Bronx y lleva Nueva York hasta en las comas. En sus libros el callejeo urbano es fundamental y las conversaciones son inseparables de las aceras

Y sin embargo, a pesar de todo lo que las separa, estas dos autoras conviven bien en el canon contemporáneo. Quien las tenga a ambas colocadas en la misma estantería notará que sus libros se entienden, que hacen buenas migas. Y sobre todo comprobará hasta qué punto las dos han sido influyentes en cómo se escribe y se publica ahora.

Si los medios digitales están hoy llenos de artículos ensayísticos que entran y salen sin mucho protocolo de la primera persona es porque sus autores se han dado un hartón de leer el Álbum blanco y Arrastrarse hacia Belén en sus años formativos –esos libros siempre son más citados y referenciados que otros igualmente rupturistas de Joan Didion como Salvador –. Si se construyen libros enteros en forma de collage conversacional y la memoir se ha desligado de la estructura biográfica tradicional es porque los libros memorialísticos de Vivian Gornick crearon nuevas reglas sobre lo que se considera válido como material de escritura. Si a todo ensayo literario, sobre el tema que sea, se le exige hoy al menos una parte de experiencia personal es porque la literatura de estas dos mujeres ha pasado a ocupar un lugar central y ha redefinido lo que se entiende por escritura de prestigio. Sin ellas, sencillamente, no se explica el boom de la no ficción contemporánea.

Joan Didion en una imagen de 1981 

Janet Fries / Getty

No es muy exagerado decir que casi todas las firmas estimulantes que han surgido en los últimos quince o veinte años tienen algo de Didion, de Gornick o de ambas a la vez. Se identifican sus trazas en los libros, salvajemente diversos, de Ben Lerner, de Rachel Cusk, de Leslie Jamison, de Bret Easton Ellis, de Sheila Heti, de Ta-Nehishi Coates, de Maggie Nelson, de Carmen Maria Machado, de Susan Orlean, de Deborah Levy, incluso de Rebecca Solnit, a quien no le gusta especialmente Joan Didion.

Hay algo más que tienen en común las dos pioneras, y no es poca cosa: tienen lectores. Si fuéramos estadísticamente cuidadosos, diríamos lectoras. No vamos a ponernos ahora a considerar el éxito comercial como medida válida de la relevancia literaria, pero algo habrá que decir de la manera que estas dos autoras nada fáciles ni complacientes, ambas de inflexible autoexigencia, han encontrado para llegar a las manos de tantos lectores (lectoras) que las veneran, que acuden, aún en el caso de Gornick –Didion lleva años retirada de la vida pública– a sus actos en festivales literarios abrazadas a sus ejemplares y llenan auditorios para escuchar sus textos leídos en voz alta.

Vivian Gornick en una imagen de juventud 

Archivo

¿Y qué opina Didion de Gornick y Gornick de Didion? Lo primero es imposible saberlo. Nunca se ha pronunciado al respecto y Didion ya no concede apenas entrevistas. A la autora de Apegos feroces , que exhibe una agilidad física y mental envidiable a los 86, sí le hemos preguntado y dijo esto: “Ella ya tenía una carrera mucho más establecida que yo cuando empecé. Creo que es una gran periodista y ensayista. No la admiro como novelista. Es una mujer que utilizó su propia ansiedad como principio organizador. Cuando la usa para explorar un tema, es intocable, pero cuando su ansiedad se va tanto de madre que se convierte en el tema del ensayo, ya no es tan buena. Me parece que entrará en la gran literatura norteamericana como ensayista. Tampoco me gusta como autora de memoirs . Siento que está cansada, que ya no está inspirada, pero estaba maravillosamente inspirada cuando yo empezaba a escribir. La leí y, como profesora, la enseñé. En The situation and the story la utilizo para enseñar qué fantástica puede llegar a ser. Lo que lograba en tres páginas era admirable. Pero, no creo que El año del pensamiento mágico sea un libro potente”.

–¿Cree que ese libro debe su éxito a motivos extraliterarios, al tema del luto?

–Por supuesto. A los diez minutos de su publicación, 55.000 viudas ya se lo habían comprado.

Lo que quiero decir

Joan DidionTraducción: Javier Calvo. LITERATURA RANDOM HOUSE.      128 paginas. 17,90 euros

Cuentas pendientes / Comptes pendents

Vivian GornickTraducción: Julia Osuna / Martí Sales. SEXTO PISO / L'ALTRA. 168 / 16O páginas. 18,90 euros