Victoria Camps (Barcelona, 1941), catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universitat Autònoma de Barcelona, miembro desde el 2018 de la comisión permanente del Consejo de Estado, es autora de títulos como Breve historia de la ética , premio Nacional de Ensayo 2012, o Virtudes públicas. Ha participado en distintos comités éticos vinculados a la atención sanitaria.
Publica ahora Tiempo de cuidados (Arpa), una oportuna aportación a la reflexión en plena crisis de la covid donde resalta el valor del cuidado.
"Al cuidado se le ha dado poco relieve hasta hace poco porque ha sido un trabajo invisible, a cargo de la familia y de las mujeres".
La pandemia ha revelado que somos frágiles y vulnerables y ha puesto en evidencia que la ética individualista de la sociedad actual no es suficiente. Usted recoge en su libro la idea de una ética del cuidado. ¿En qué consiste?
La ética del cuidado pone en el centro de la reflexión moral el deber de cuidarnos unos a otros y también el derecho a ser cuidados cuando lo necesitemos. Todos necesitamos que nos ayuden en algunos momentos o etapas a lo largo de la vida, más aún cuando la esperanza de vida crece y aumentan las dependencias y las enfermedades crónicas. Hablar del valor y la necesidad del cuidado es subrayar la interdependencia de los humanos, una realidad que la lógica individualista propiciada por el liberalismo y la economía de consumo ha ignorado. La pandemia nos ha hecho abrir los ojos sobre nuestra fragilidad.
El cuidado, vinculado tradicionalmente al ámbito doméstico y a la mujer, sigue estando poco valorado. ¿Cree que lo que estamos viviendo nos hará cambiar esta concepción? ¿Apreciaremos más la dedicación de las personas y colectivos que atienden a los más vulnerables?
Al cuidado se le ha dado poco relieve hasta hace poco porque ha sido un trabajo invisible, a cargo de la familia y de las mujeres. Eso es lo primero que hay que corregir. La obligación de cuidar es de todos ya que todos somos demandantes de cuidados. Y si bien ciertos cuidados son deberes familiares, un estado social también tiene la obligación de proporcionar otros, como las guarderías, las políticas de conciliación o las distintas formas de asistencia a los mayores y a los dependientes. No sé si cambiaremos y reconoceremos más el trabajo de las personas que cuidan. La pandemia ha sido una experiencia que no deberíamos desaprovechar para corregir muchos “descuidos” que se han hecho más evidentes en este tiempo.
Usted reflexiona sobre afrontar la vejez y encarar el final de la vida. ¿Cómo cree que se debe acompañar a los mayores para preservar su dignidad?
"Estoy orgullosa de que España se cuente entre los países que han despenalizado la eutanasia. La ley es buena, pero aplicarla es complicado".
Encarar bien el envejecimiento, que va acompañado de un declive y un deterioro inevitables, depende en parte de cada persona, de acostumbrarse a aceptar el paso de los años y la muerte como propio de la condición humana. Ayuda a vivir bien la vejez el trato que la sociedad da a los viejos, si pasa de ellos, o bien si les ofrece oportunidades, si reconoce su derecho a decidir sobre su vida, si no los ve como un colectivo homogéneo en el que uno entra sin remedio a partir de una determinada edad.
¿Qué opina de la ley de la regulación de la eutanasia recientemente aprobada en nuestro país?
Estoy orgullosa de que España se cuente entre los países que han despenalizado la eutanasia. La ley es buena, pero aplicarla es complicado. Hay que constituir unas comisiones de evaluación que controlen el acto de la eutanasia, consensuar criterios para tomar decisiones que nunca son sencillas, gestionar la objeción de conciencia. No son cuestiones fáciles.
Apunta en su ensayo que de los tres valores modernos (libertad, igualdad y fraternidad), el último fue el que quedó más desdibujado. Tras la covid, ¿será la fraternidad la bandera de la humanidad?
Hemos vuelto a hablar de la fraternidad en los últimos años porque nos damos cuenta de que cualquiera de los grandes problemas que tenemos se afronta mal si no contamos con ese vínculo entre las personas que las lleva a interesarse incluso por aquello que afecta más a otros que a uno mismo. El virus ha hecho resurgir el valor de la fraternidad porque nos amenaza a todos. Veremos si ese valor se mantiene a la hora de hacer frente al desempleo y a la pobreza derivadas de la crisis económica.
¿Cómo ha vivido usted estos meses? ¿Han cambiado sus prioridades?
Tengo la suerte de estar acostumbrada al encierro, a trabajar en casa y sola, y lo hago con gusto porque disfruto con mi trabajo. Los sucesivos confinamientos me han regalado tiempo para, por ejemplo, escribir el libro que ahora se publica.
Tiempo de cuidados
Victoria Camps
ARPA 208 PAGINAS 17 EUROS