Lo que nos trajeron los astros

CULTURA/S

Con el año nuevo llegan los horóscopos; las estrellas no marcan el destino, pero sí han movido el arte y la cultura durante siglos

Horizontal

La humanidad siempre ha mirado al cielo

Ilustración de José Luis Merino

Si estos días andan mirando el horóscopo para ver cómo se les presenta el año, aparte de un spoiler –mejor que el pasado, lo contrario sería muy difícil– sepan que esa lectura es mucho más reciente de lo que pensaríamos y al mismo tiempo mucho más antigua. Las predicciones como hoy las conocemos no llegaron a la prensa hasta el siglo XX, pero la humanidad hacía ya miles de años que elevaba la vista al cielo nocturno para encontrar en él los trazos que permitieran aventurar el futuro. Con el año nuevo gregoriano llegan los augurios para nuestros Aries y compañía, pero prácticamente todas las culturas disponen de su propio y diferente horóscopo.

Durante miles de años la humanidad consideró al sol y los planetas, las estrellas y las constelaciones como seres vivos capaces de influir en los acontecimientos y en nuestra propia existencia, y así lo reflejaron en construcciones como las pirámides o Stonehenge: los astros podían predecir los ciclos de la naturaleza y de esta manera poner orden en el caos, también en la conducta de los hombres. 

Una guía frente al mundo

La humanidad consideró durante milenios los cuerpos celestes como seres vivos que influían en los acontecimientos

Algunos días eran propicios para determinadas actividades, otros no lo eran. Nuestro zodíaco occidental hunde sus raíces hace más de cuatro mil años en Mesopotamia, donde asirios y babilonios consideraron la astrología una ciencia que transmitieron a griegos y estos a los romanos; nombres y orden grecorromanos que son los que utilizamos actualmente.

La mirada digamos racional al cielo permitió establecer calendarios y plantar cosechas, pero la que ahora consideraríamos irracional, la que tenía por protagonistas los vivos cuerpos celestes, también dejó su impronta; como estableció el gran erudito alemán Aby Warburg (1866-1929), el simbolismo de las estrellas y el zodiaco se ha reflejado en el arte y la cultura de las diferentes civilizaciones, incluida la occidental, hasta el punto de que las representaciones de las constelaciones constituyen posiblemente la única tradición iconográfica ininterrumpida desde la Antigüedad clásica hasta el Renacimiento.

Horizontal

Cáncer. Los doce signos del zodiaco, hechos en mármol, a lo largo de la meridiana de la iglesia San Nicola L'Arena, Sicilia )

Getty

Mucho de ello sigue presente, en ocasiones sin que nos paremos a pensarlo, como la asociación de los días de la semana con planetas, que es prácticamente universal, incluso en lugares como India los días de la semana responden a los mismos cuerpos celestes que en Europa; el orden lo hemos heredado de los astrólogos babilonios, quienes atribuyeron a las siete luminarias (el Sol, la Luna, Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno) poder sobre cada uno de los días. 

Así la vemos

Si la astrología ha nutrido y se ha nutrido de la mitología, no es de extrañar que se haya representado muchas veces en el arte

También se han reflejado en su visualización. Y es que a esta mirada hacia arriba hemos respondido a veces con miedo, a veces con racionalidad, a veces con el arte, que es otra forma de encarar el cielo. La influencia griega se hace evidente en unas representaciones que se han vuelto universales. Nada más apropiado para el masculino Aries que el carnero. Si la astrología ha nutrido y se ha nutrido de la mitología, no es de extrañar que se haya representado numerosas veces en el arte, como el signo Sagitario, encarnada por un centauro, para ello los griegos se basaron en la figura de Quirón, mitad hombre mitad caballo, que fue tutor del guerrero Aquiles. El propio Warburg sostenía que todo historiador del arte debía tener un conocimiento, ni que fuera rudimentario, de la astrología para comprenderlo.

Vertical

Esta pequeña pintura alemana de 1897 dedicada al mes de mayo incluye una representacion de los Gemelos 

Terceros

La presencia de los signos del zodiaco es frecuente durante la edad media en Europa, en especial a partir del siglo XII, cuando empezaron a llegar las traducciones del árabe y hebreo al latín de los textos griegos, en especial de Ptolomeo. Astrología y cristianismo casaban mal, al contrario de lo que había ocurrido con los dioses paganos en la Antigüedad, pero se encontraron maneras para hacerlas cohabitar.

Un ejemplo es Santo Tomás de Aquino (1225-1274), quien afirmó que “si alguien observa las estrellas para anticipar acontecimientos futuros (...) su conducta se basa en una opinión vana y falsa”, pero también que si esta observación se aplicara “para conocer de antemano las cosas futuras que son causadas por los cuerpos celestes, por ejemplo la sequía o la lluvia, no sería una adivinación ilegal ni supersticiosa”. Así las cosas, cada signo correspondía a un mes de calendario y se ligaba a los diferentes trabajos, especialmente agrícolas, que son dependientes de los ciclos de la naturaleza.

Si alguien observa las estrellas para anticipar acontecimientos futuros, su conducta se basa en una opinión vana y falsa"

Santo Tomás de Aquino

La representación de los signos estaba bien establecida y la podemos encontrar en edificios y manuscritos, no así en la pintura o la escultura, consagrados a lo sagrado. Y es que los signos tenían una presencia muy digamos terrenal, se utilizaban sus características para adelantar la fortuna de una actividad. 

La imagen de los doce signos era muy similar a la actual, Piscis dos peces, Escorpio un escorpión... Y a menudo decoraban los llamados Libros de Horas, vinculados a los trabajos estacionales.Dos ejemplos son los libros Belles Heures (1406-1409) y Les très riches heures (1411-1416) de Jean de France, duque de Berry, en los que los signos del zodiaco aparecen, negros y dorados, en un firmamento azul salpicado de estrellas. Tan inocente se consideraba esta representación que incluso encontramos los signos zodiacales en el pórtico de la catedral de Chartres y en sus vidrieras (eso o tenían algún significado oculto, como defienden algunos astrólogos ).

Vertical

Imagen de Libra en el tratado 'Matali el saadet', de Mehmed Ibn Emir Hasan El-Suudi, Constantinopla, 1582 

Getty

También encontramos en esta época los signos zodiacales asociados al cuerpo humano, ya que se creía que cada uno de ellos regía una parte del organismo y que su estado dependía de la relación de la constelación con la luna. El llamado Hombre del Zodiaco, la imagen de un cuerpo humano cubierto de signos zodiacales, ayudó a los médicos de la edad media a diagnosticar y curar según ese sistema. También se consideraba imprescindible consultar las estrellas antes de practicar una de aquellas sangrías que servían para todo...

Cada signo regía un órgano corporal

El llamado 'Hombre del zodiaco', una imagen de un cuerpo humano cubierto de signos zodiacales, 'ayudó'  a muchos médicos de la Edad Media

Y el firmamento augur siguió siendo imprescindible en Occidente durante unos cuantos siglos más. William Shakespeare escribió en el acto IV de El Rey Lear (1605-1606): “Son las estrellas, sí; son las estrellas que están sobre nosotros las que ordenan nuestro destino”. Pese a que las nuevas teorías defendidas por científicos como Galileo Galilei estaban a punto de hacer saltar por los aires las cosmogonías medievales, hacerse una carta astral fue tremendamente popular durante el Renacimiento, como afirma la historiadora de la universidad de Edimburgo Monica Azzolini, tanto que recurrieron a ellas personajes como Alfonso de Aragón, Alejandro Sforza, el emperador Maximiliano I o Giovanni Pico della Mirandola. 

'Hombre anatomicus' o del zodiaco del libro 'Les très riches heures' del duque de Berry, 141-1416

'Hombre anatomicus' o del zodiaco del libro 'Les très riches heures' del duque de Berry, 141-1416

A diferencia de la edad media, las representaciones ahora de esos cuerpos celestiales tan vivos se realizaba por medio de la pintura, como los frescos de la villa romana de la Farnesina, en una de cuyas bóvedas se representa el horóscopo de su propietario, Agostino Chigi, siguiendo la iconografía romana... y mostrando en conjunto un retrato muy afortunado del pagano, en el sentido no religioso sino de quien pagaba la pintura, que funciona aquí como una hagiografía. Ya sabían lo que se hacían (con los astros).

"Son las estrellas, sí; son las estrellas que están sobre nosotros las que ordenan nuestro destino"

William ShakespeareEl Rey Lear, Acto IV

La astrología y el Siglo de las Luces demostraron ser incompatibles. Isaac Newton, aunque fascinado por la alquimia, se mostró indiferente ante el zodiaco, que prácticamente desapareció de los salones aristocráticos para convertirse en material popular. Y fue esta condición la que acabaría devolviéndola al primer plano. Alrededor de 1850 se publicó en el Reino Unido el Raphael’s Profetic Almanac, en el que por primera vez se incluían predicciones anuales para personas nacidas el mismo día, aunque todavía no se agrupaban por signos.

Vertical

La clásica representación de Sagitario como un centauro en una iluminación india de 1810 

Terceros

A principios del siglo XX, empezaron a publicarse estas predicciones agrupadas por meses, pero no fue hasta mediados de siglo cuando apareció una nueva iconografía, las columnas con los pronósticos para cada uno de los doce signos astrales. Para entonces los diarios británicos y estadounidenses ya contaban de forma rutinaria con astrólogos para averiguar el futuro de los famosos, incluso The New York Times afirmaba en 1908 que el presidente Theodore Roosevelt, un Sagitario,”podía haber sido diferente con otro cumpleaños”. 

En el siglo XX

La publicación del horóscopo de la recién nacida princesa Margarita del Reino Unido desató una fiebre popular

Pero el despegue de los horóscopos se produjo con ocasión del nacimiento de la Princesa Margarita y la publicación en el Sunday ­Express de las pre­dicciones para su vida según su carta astral. Como el astrólogo de la alta sociedad, conocido como Cheiro, que había leído las palmas de las manos a Churchill o Mark Twain estaba muy ocupado, se lo encargaron a otro, un tal RH Naylor, quien valiéndose de las artes llegadas a nosotros desde Mesopotamia desarrolló un sistema de predicción basado en los signos solares y de paso auguró en su horóscopo a la recién nacida princesa una vida “agitada”. En eso no se equivocó.

Fuentes: Bryan E. Prenpase, “The power of stars. How Celestial observations have shaped civilization”; Nicholas Campion, “Astrology and popular religion in the modern west”; Linda Rodriguez McRobbie, “How are horoscopes still a thing”, Smithsonian Institution; Byan C. Keene, “Written in the stars: Astronomy and astrology in Medieval manuscripts”, Getty Institution; Monica Azzolini, “Refining the astrologer’s art”.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...