Antivirales: la reina se mete en obras
Cultura/s
Al igual que serio no es lo mismo que aburrido, trivial no es igual a irrelevante. La actualidad cultural deja detalles que nunca se contagiarán en las redes; compartirlos mejora la conversación
Es un problema poco común, pero lo cierto es que los palacios son muy caros de mantener. En diciembre, Isabel II se meterá en obras en Buckingham y ha decidido reubicar su colección de arte, que incluye uno de los 35 Vermeers que existen y obras de Rembrandt, Rubens, Tiziano, Van Dyck y Canaletto, durante un año en la vecina Queen’s Gallery. Será la primera vez que el público pueda ver esa colección con criterios de museo y más allá de las visitas guiadas en verano. La muestra durará un año, empezará en diciembre e incluye el que se dice es el cuadro preferido de la reina, El armador Jan Rijcksen y su mujer, de Rembrandt. El gran forjador de la colección de la familia real británica fue Jorge IV, que empezó a reinar en 1820. Jugador, bebedor, impopular y tenido por inculto y excesivo, Jorge tenía, al parecer, genuino interés por el arte, una rareza entre los suyos.
BOROS AL TELÉFONO
A los coleccionistas, ya fuera en tiempos de Jorge IV o ahora, les encanta tener acceso directo a los artistas vivos. Pueden comprar sus obras sin problemas pero no siempre pueden comprar su tiempo. Eso ha cambiado con la pandemia. “Durante tres meses, hablamos con los artistas por teléfono todos los días. Todos tenían tiempo porque no estaban cogiendo aviones ¡Hablé con Olafur Eliasson durante tres horas por Facetime! El único límite fue que se acabó la batería!”, decía Christian Boros, titular de la colección Boros, que se exhibe en un búnker de Berlín. En esas conversaciones se gestó el proyecto Studio Berlin, que llevará obras de 80 artistas al club nocturno Berghain. Serán obras producidas durante el confinamiento, cuando no estaban charlando con sus clientes.
YOGA EN LA MIRÓ
Hasta octubre, y SLPLP (si la pandemia lo permite), la Fundació Miró de Barcelona programa todos los viernes y sábados unas sesiones que mezclan una visita comentada de una obra en concreto y una práctica de yoga relacionada con esa obra, que se suelen hacer en el patio norte. En total, hay siete sesiones distintas que responden a los siete niveles de conciencia del yoga. Empiezan con Mont-roig, la iglesia y el pueblo (1918), que tiene que ver con la conciencia material, y acaban con la Pintura sobre blanco para la celda de un solitario, el famoso tríptico ultraminimalista de 1968.
SISTEMA DE FAVORES
James Mangold, director de películas como Ford vs Ferrari, explicó recientemente en una entrevista con la revista New York cómo funcionaba parte del sistema de favores entre Miramax, la productora de Harvey Weinstein, y los (algunos) críticos de cine en los 90, en la época dorada del sello. Los Weinstein solían mostrar a los periodistas copias en bruto de las películas y estos hacían sus sugerencias de cambios. Si se hacían efectivos, el crítico era automáticamente más amable con la película cuando por fin se estrenaba, y a la productora no le había costado ni un dólar, tan solo un masaje de ego y la irritación del director.
¡AH!, VIVIR DEL AMOR A LOS LIBROS
La industria editorial está aquejada de varios problemas crónicos: bajos salarios, acceso desigual, concentración empresarial, etcétera. Y, sin embargo, la incidencia de la organización sindical y laboral dentro del sector es bajísima y se producen, en general, pocas huelgas y protestas pese a que sus reivindicaciones podrían dar mucho de sí. Un informe de Jacobin, la revista de los nuevos izquierdosos estadounidenses (en la imagen, el logo), concluye que el principal motivo que explica el fenómeno de falta de conflictos es el maldito amor a los libros. Existe la creencia entre los que trabajan haciéndolos o vendiéndolos que es ya un privilegio estar ahí y que el sacrificio va incluido con la vocación. En las librerías, en concreto, un gran obstáculo para la mejora de las condiciones laborales y sociales de sus trabajadores es, según el citado estudio de Jacobin, la glamurización del empleo de librero, de manera que en muchas ocasiones evitan verse a sí mismos como empleados del comercio.