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El ‘procés’ según Puigdemont

Cultura/s

El libro ‘M’explico’ recopila conversaciones, cartas, documentos y textos inéditos del expresident que lo convierten en una lectura clave sobre la historia catalana reciente

Carles Puigdemont

Kenzo Tribouillard / AFP

El testigo privilegiado de la temporada estelar del procés. Para conocer las horas más decisivas de la política catalana de los últimos 40 años hay que leer M’explico. Vale la pena para descubrir episodios desconocidos o matizar versiones sobre escenas concretas, pero sobre todo es importante para conocer desde dentro los miedos, las obsesiones y la mentalidad de Carles Puigdemont (Amer, 1962). Porque él fue, en último término, quién tomó las decisiones trascendentales con consecuencias tan graves (penales, institucionales, económicas y sociales). El volumen es el primero de una serie de dos y el díptico forma un proyecto autobiográfico concebido de entrada por Xevi Xirgo (Cassà de la Selva, 1964).

Pocas semanas después de que el alcalde de Girona fuera investido President, antiguos compañeros de El Punt se apresaron a publicar títulos sobre un político que la mayoría desconocíamos. Xirgo, era y es director del diario, le propuso que mantuvieran encuentros con frecuencia. Grabaría sus vivencias a lo largo de una legislatura crítica. Puigdemont aceptó. Solos o acompañados hablarían horas y horas. Esa es materia prima del libro. Se estructura en forma de dietario, las entradas las escribe una tercera del singular que muestra e interpreta el estado anímico del protagonista, pero el grueso de texto son las reflexiones de Puigdemont o la reproducción de decenas diálogos con diversos dirigentes. En esta edición algunos pasajes están tachadados para evitar que lo explicado pudiera afectar judicialmente a los implicados, el texto ha sido revisado por abogados y su distribución, que no se puede desvincular del papel que quiere jugar Puigdemont en la pugna entre partidos independentistas, se pospuso hasta que el Supremo finalizó la causa del 1 de octubre.

Puigdemont, Junqueras, Carme Forcadell y otros representantes políticos catalanes cantan ’Els Segadors’ en la escalera del Parlament tras la proclamación de independencia el 27 de octubre del 2017

David Airob / Archivo.

Aparte de opiniones y vivencias, el libro hace una aportación documental considerable. Cartas y mensajes que recibió él –por vía oficial o extraoficial, de élites catalanas (Coello, Pujol, Rigol...) o parte del intercambio mantenido con el tenaz lehendakari Urkullu– o mensajes y cartas que recibía Josep Rius –el jefe de gabinete, una de las fuentes más importantes de M’explico–. También accedemos a textos inéditos del propio President. Notas de la libreta donde registraba el posicionamiento de los interlocutores o meditaciones propias. En pleno torbellino, el 16 de octubre, para desahogarse y aclararse, se hace una pregunta clave: “És factible que una fallida del projecte justifiqui una operació d’anihilació del que ha fet que Catalunya sigui el que és?”. Entre el 17 y el 18 llega a una conclusión. “La cosa admet poca discussió: o rendició, o anem fins al final”. La determinación para no rendirse es la clave del liderazgo que va desplegando a lo largo del libro.

En las páginas de ‘M’explico’, los otros filtran, juegan
a dos bandas, callan o son desleales. Omella, Junqueras, Vila. Él no

Es un ejercicio de automitificación que contrasta, de manera insistente, con la conducta que retrata de otros actores principales. Los otros filtran, juegan a dos bandas, callan para no comprometerse o son desleales. Omella, Junqueras, Vila. Él no. Puede sentirse solo, puede sentirse incomprendido, le dicen que lo están traicionando, que lo engañan y le dolerá, pero no se rendirá. Nadie resiste tanto como él y a cambio nota el calor cada vez que alguien en la calle le pide fotografiarse con él. “L’anterior president, quan no sabia cap on anar, es girava i veia milions de ciutadans que li indicaven el camí; ara, quan milions de catalanes no sabem cap on anar, miren endavant i et trobem a tu”. Es el mensaje que Joaquim Maria Puyal le hizo llegar en las horas críticas el día que el Barça jugaba a Montilivi.

Carles Puigdemont a su llegada al Parlament el 10 de octubre del 2017, día en que realizó la primera declaración de independencia, suspendida a los pocos segundos

David Airob / Archivo

Así se autorretrata Puigdemont. Centrado exclusivamente en el procés. Como alguien, firme, con una única misión: proclamar la independencia. Ni terceras vías ni Pactos del Majéstic 2.0. Así lo transmite a empresarios que le piden prudencia, a los que predican diálogo y sobre todo a los políticos estatales con los que se reúne o comparte mesa. Tanto le da con quien hable. Puede ser el presidente del gobierno, los líderes de la oposición (Pedro Sánchez o Pablo Iglesias) o el Rey (de quien transcribe las conversaciones que mantuvieron en varios momentos). No es cuestión de competencias o financiación. Se trata de obtener el reconocimiento que Catalunya es una nación porque, aceptado dicho principio, se derivará la legitimidad de los ciudadanos para ejercer la autodeterminación. Al mismo tiempo sabe que el gobierno central no le permitirá hacer un referéndum, como le dijo a Rajoy (escena explicada como un absurdo en Una España mejor), él va asumiendo que no tiene otro camino que el referéndum. Rajoy no hará nada. Nada. Las tensiones con la CUP fuerzan el rediseño solitario de la “hoja de ruta” en la Casa dels Canonges y lo refuerza la estrategia consciente de impulsar la respuesta popular a la judicialización del 9N. Hay un mensaje y un encuentro con Homs muy hondo. Esquerra, en su relato, no parece hacer casi nada.

No pensó si tenía legitimidad para hacer lo que hacía; el desbordamiento emocional condicionaba

A medida que pasan los meses, perdonando deslealtades y confiado de que el sanedrín hará posible el 1 de octubre, se llega a los episodios culminantes. Aunque en el prólogo dice que hará autocrítica, no problematiza el sabotaje democrático que fueron las leyes de desconexión. Aunque hay una entrada redactada el 8 de octubre, ni menciona que aquel día decenas de miles de catalanes salieron a la calle para afirmarse frente a lo que vivían como una exclusión legalizada por el Parlament. Habla de una cena con Ortuzar. No de la manifestación. Y así llega su momento auténticamente clave. No es el 10 ni el 27 de octubre. Es el 11. El día antes, de una manera ambigua, había suspendido la declaración de independencia porque muchos le habían hecho creer que se abrían canales de mediación para iniciar una negociación. Pero hay Consejo de Ministros, Rajoy enviará un requerimiento y el tictac del 155 se pone en marcha. “El president ha passat de l’esperança a la indignació. A la ràbia”. Ni entonces ni nunca pensaría si tenía legitimidad para hacer lo que estaba haciendo. El desbordamiento emocional condicionaría su conducta.

CARLES PUIGDEMONT CON XEVI XIRGO. ‘M’explico. De la investidura a l’exili’ / ‘Me explico. De la investidura al exilio’L a Campana / Plaza&Janés. Traducción: Ignacio Gómez / Francisco J. Ramos / Efrén Del Valle. 677 / 712 páginas. 20,80 euros