Clubs y cabarets, el arte de la noche
Cultura/s
En la Europa de entreguerras, en el Teherán de los 60 o en el África poscolonial, la creación artística se dio la mano con el baile o la canción
Sobrevolar la noche como hacían los personajes de Bulgákov y después apoltronarse en una butaca para beber, hablar y, por qué no, también escuchar Strange de Grace Jones. La exposición Into the Night , que ha pasado del Barbican de Londres al Belvedere de Viena, es un viaje fantástico que exige del visitante una alta dosis de imaginación para escuchar, reflexionar y observar lo que sucede a su alrededor en una época llena de cambios de vida, de estructuras, de códigos, de maneras de comunicarse, de expresarse.
La comisaria Florence Ostende propone un recorrido que nos haga comprender lo que pensó Oskar Kokoschka cuando en 1909 el recién inaugurado Cabaret Fledermaus de Viena le propuso llevar a cabo una pieza inaugural de teatro y parte de los decorados de la misma, donde los creadores diseñaron desde el menú hasta el pin que llevaban los camareros o el pimentero de plata con el que sazonar los platos.
Y desde donde se iniciaron los caminos del secesionismo al expresionismo, en donde los grandes artistas encontraron su sitio más allá de los lienzos comerciales. O de ofrecer el marco con el que se pueda entender por fin la propuesta que, desde la década de 1880, sitúa en primer plano la vida nocturna de las ciudades modernas, en París con el Chat Noir en el barrio de Montmartre y su teatro de las sombras en que se proyectan los interiores de las almas, en donde Degas y Monet encontraron asilo o donde un sorprendente y maravilloso Henri de Toulouse Lautrec captaba el ritmo mágico y cautivador con el que Loïe Fuller bailaba en el Folies Bergère en un movimiento alimentado por la primera revolución del cine de los hermanos Lumière.
También en Londres en la Cave of the Golden Calf durante esas noches de las que ya no queda nada sino un recuerdo en papel o en la pupila; en Zurich hacia 1916, en el Cabaret Voltaire donde Tristan Tzara entonaba poemas oscuros como la noche para crear Dadá; en Berlín, durante la República de Weimar, cuando los ciudadanos huían hacia delante entre el luto por la terrible guerra pasada y la angustia por la que creían ver en el futuro, en ese Berlín de la noche donde lo miserable de las drogas y la prostitución le hace adoptar un tono ácido de la mano de George Grotz y Otto Dix, un tono crítico con el dadaísmo de Hannah Höch, un ritmo trepidante en los bailes oblicuos y expresionistas de Valeska Gert y Anita Berber, una mirada comprometida ante el impulso de las mujeres en la nueva Alemania, retratada por las observadoras de la vida nocturna, como fueron Jeanne Mammen y Elfriede Lohse-Wätchtler.
También sucedió en otros lugares: en Roma, donde el futurismo reconstruye el universo de la mano de Giacomo Balla y Fortunato Depero; en Estrasburgo, donde, en el L’Aubette, experimentan los artistas modernistas y se consagra el Ciné-Dancing, junto a un minimalismo que inspira al movimiento. Y, lejos de Europa, en Harlem con sus nightclubs y cabarets, el universo musical de Louis Armstrong, Ella Fitzgeralt, Duke Ellington; en Ciudad de México, en el Café de Nadie o en el Carpa Amaro, iniciados en 1921 tras la revolución siguiendo el movimiento del estridentismo.
El interés fuera de Europa se hace evidente cuando el postcolonialismo reclama su identidad también en el valor de la noche. Así, a partir de 1960 se abren clubes nocturnos como el Mbari Club en Nigeria, fundado por artistas, escritores e intelectuales universitarios hacia el diálogo de la modernidad occidental y la tradición. Interesante y bello es también el apartado al Rasht de Teherán, activo entre 1966 y 1969, donde se escuchaba a Janis Joplin, los Beatles y Led Zeppelin con una deliciosa creatividad en los carteles publicitarios en una mezcla de pop art y tradición iraní.
Una exposición como esta abre una perspectiva que va más allá de una mera descripción empírica de lo que sucede en la noche y nos introduce en la luz irreal de una visión de la historia del siglo XX tan fascinante como insólita. Mejor no perdérsela
INTO THE NIGHT. CABARETS AND CLUBS IN MODERN ARTS COMISARIA: FLORENCE OSTENDE. BELVEDERE. VIENA. WWW.BELVEDERE.AT. HASTA EL 1 DE JUNIO. CON ANTERIORIDAD PUDO VERSE EN EL BARBICAN, LONDRES