Antonio Machado escribió en 1912 aquello de “ Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Los versos del poeta cobraron fuerza con la Guerra Civil y mantuvieron su vigencia en la posguerra y en la transición. Parece que todavía una de las dos Españas tenga que helar el corazón de los españolitos que vienen al mundo.
Pero después de tanto tiempo quizá haya llegado el momento de la reconciliación y eso es lo que quiere poner sobre la mesa Julio Medem con su nueva película, 8, que ha pasado por el Festival de Málaga. La cinta cuenta la historia de Octavio (Javier Rey) y Adela (Ana Rujas) a través de ocho episodios que reflejan ocho décadas de la reciente historia de España.
Octavio y Adela nacen el mismo día, el 14 de abril de 1931, y sus vidas se entrelazan durante ocho décadas
Octavio y Adela nacen el mismo día, el 14 de abril de 1931, coincidiendo con la declaración de la II República en España. Viven en pueblos colindantes y les atiende el mismo médico. La madre de Adela muere en el parto y ella se queda sola con su padre, un maestro republicano.
El padre de Octavio, un hombre aficionado a la pesca, es franquista y, aunque en su pueblo manda los republicanos, a finales de la guerra Civil decide salir de su escondite y pasar un día con su familia pescando a orillas del río. Está convencido de que no corre peligro porque la victoria de Franco es inminente.
Pero se equivoca. Un grupo de hombres armados comandado por el padre de Adela aparece en el lugar y fusila al hombre. Octavio crece y se convierte en militar. Trabaja en la prisión donde está encerrado el padre de Adela al que fusilan los franquistas en los años 50.
Vidas entrecruzadas
Las vidas de los dos protagonistas siguen entrecruzándose a lo largo de las décadas siguientes, cuando ambos se han instalado ya en Madrid. Adela junto a un hombre al que no quiere, pero que ha tenido la generosidad de hacerse cargo del hijo que ella esperaba. Octavio se ha convertido en taxista. Su matrimonio ha fracasado.
Medem recorre los ya más alegres años 60 tras la larga posguerra, los 70 y su transición que trajo el divorcio y los primeros avances de las mujeres, la consolidación de la democracia de los 80 y el desarrollo del país en los 90 a través de las vidas de Octavio y Adela que inevitablemente se entrelazan y que son la metáfora de la reconciliación, de la idea de que ninguna España ha de helarte el corazón.