El momento K de una novela

El momento K de una novela
Escritor y enigmista

Quienes escribimos novelas sabemos que siempre hay un detonante que las activa. Un momento cero. No siempre es fácil de establecer, incluso para el autor. Sergi Pàmies ha escrito un prólogo para la reedición agrupada de sus Tres novel·les analògiques (Quaderns Crema) que podría formar parte de cualquiera de sus últimos libros de narrativa breve. Entre otras consideraciones chispeantes, habla del “estímulo primigenio” de su primera novela, La primera pedra (que iba a titularse La primera cana hasta que el diccionario, que acepta canuts pero no canes , lo expulsó hacia la piedra). La imagen televisada del futbolista Miquel Soler en el banquillo de suplentes expandió en la mente de Pàmies la condición de suplente en general, y esta suplencia conectó con aspectos de su vida que lo impelieron a escribir. Recuerdo aquellas tres novelas con mucho gusto, sobre todo Sentimental , y ojalá la última frase del prólogo (”m’ha obert les ganes de tornar-hi”) sea premonitoria.

foto XAVIER CERVERA 18/02/2025 Entrevista a Sergi Pàmies, que publica 'Tres novel·les analògiques', reedició de: La primera pedra, L'instint i Sentimental (retratat a Barcelona)

El escritor Sergi Pàmies 

Xavier Cervera / Propias

Otra novela recuperada es Anna K., de Martí Rosselló, publicada por Quaderns Crema hace un cuarto de siglo. Ahora, quince años después de la muerte del autor, La Segona Perifèria la reedita con dos epílogos de Tina Vallès y Borja Bagunyà. Gracias a este acompañamiento descubrimos el momento cero de la novela, que en este caso podríamos llamar el momento K. 

Según explica Vallès, que frecuentaba la biblioteca de Can Manent de Premià de Mar donde Rosselló trabajaba, la semilla de la novela fue una niña que un día de 1986 entró allí asustada. Durante los once años siguientes Rosselló escribió una novela muy original sobre aquella niña. En Anna K . hay un episodio que reproduce este momento K en la parte central de la novela, pero este estímulo primigenio, por decirlo como Pàmies, viene precedido por un árbol genealógico rocambolesco con ramas muy enredadas (historias aceleradas de amor descortés, envenenamientos y abusos desbocados) que desembocarán en un solo fruto, la pequeña Anna K., ingenua y adámica porque desconoce esos retorcidos recuerdos familiares.

Todas las novelas tienen un momento cero; Sergi Pàmies lo llama el ‘estímulo primigenio’

El momento K, a su vez, precede una tercera sección de la novela en la que asistimos a la educación sentimental de Anna, un ser irrepetible que acaba contratada para vivir en el escaparate, bien amueblado, de unos grandes almacenes como reclamo comercial, en una prefiguración prodigiosa de Instagram.

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La única novela de Rosselló es una de aquellas que acaban siendo consideradas de culto. Paradójicamente, la parte que corresponde al momento K, con la pequeña Anna asustada entrando en la biblioteca, me parece la menos interesante. La primera, un ballet orgiástico hiperbólico; la tercera, una virguería hipnótica; y el final, sublime. Menos mal que Martí Rosselló no optó por la autoficción.

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