Tras décadas de frustrar a poderosos multimillonarios empeñados en dominar el mundo, James Bond ha acabado cayendo en las manos de uno de ellos. El 20 de febrero, la hermética organización mundial conocida como Amazon anunció que había adquirido el control creativo de la franquicia de películas de espionaje a Barbara Broccoli y Michael Wilson, la hija y el hijastro de Cubby Broccoli, quien fue el responsable de llevar a Bond por primera vez a la gran pantalla en 1962. Para comprar el control del agente doble cero, se dice que Amazon ha pagado una cifra de nueve ceros.
La franquicia cinematográfica de Bond sigue siendo rentable al cabo de 60 años. Ha recaudado alrededor de 21.000 millones de dólares al cambio actual. Sin tiempo para morir (2021), la última película de la serie, se estrenó en un momento en el que ir al cine significaba a menudo hacerlo con mascarilla; recaudó 900 millones de dólares. De todos modos, la serie parece estancada en términos creativos. Antes todos los dos años se estrenaba una nueva película de Bond, pero transcurrieron seis entre Sin tiempo para morir y su predecesora, Spectre 007. La espera para la próxima película puede ser más larga aún: al cabo de cuatro años, todavía no hay guion, ni actor para el papel principal.
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Una de las series de la franquicia Star Wars
Los Broccoli son admirados por los fans debido a su protección de la marca Bond. Daniel Craig, el último actor en interpretar al espía, ha elogiado, sin nombrar a Amazon, su resistencia frente a las “muchas personas y organizaciones [que] han intentado imponer su huella en Bond”. Sin embargo, para el gigante tecnológico, que pagó 8.500 millones de dólares en 2022 por MGM, el estudio que tiene los derechos de distribución de las películas de Bond, trabajar con los Broccoli ha sido a veces como tratar con el Dr. No. El único estreno nuevo de Amazon de Bond desde la costosa transacción de MGM ha sido un concurso-reality digno de pasar al olvido llamado 007. Rumbo al millón.
Ahora Amazon tendrá las manos libres para explotar la franquicia. El modelo obvio que debe seguir es el desarrollo del universo de Star Wars llevado a cabo por Disney, que lo compró a George Lucas en 2012 como parte de un acuerdo por valor de 4.000 millones de dólares. Desde entonces, Disney ha obtenido los beneficios de cinco películas, más de una docena de spin-offs televisivos y también ha incorporado la franquicia a sus parques temáticos. Sin embargo, Amazon no es Disney en lo que se refiere a la adaptación de propiedad intelectual. Su versión de El señor de los anillos ganó espectadores, pero no estuvo a la altura de su astronómico precio. Los fans temen que los nuevos responsables de Bond echen a perder la marca. Citadel, la costosa pero poco convincente serie de espionaje de Amazon, dirige a los espectadores a productos que se venden en el sitio de comercio electrónico de la compañía. El casting de Bond suele ser un secreto celosamente guardado; Jeff Bezos, fundador de Amazon, ha preguntado a los usuarios de X quién creen que debería interpretar ese papel.
Amazon quiere crear un universo de Bond propio con la vista puesta en la caducidad de los derechos de autor del original
¿Qué hizo que los Broccoli entregaran a su espía a semejante destino? Wilson tiene 83 años y planea jubilarse. Broccoli tiene 64 años y todavía hace películas; puede que sencillamente se haya cansado de pelear con Amazon, cuyo modelo de negocio de streaming es del todo opuesto al enfoque de éxitos de taquilla en salas de cine que ha sostenido a Bond durante 27 películas.
Una razón a más largo plazo para vender es una fuerza más poderosa incluso que los enemigos de Bond en Spectra: la legislación sobre derechos de autor. Las estrictas normas estadounidenses de propiedad intelectual mantendrán a 007 bloqueado hasta 2049, 95 años después de la publicación por parte de Ian Fleming de la primera novela de Bond. Sin embargo, en otros lugares, Bond ya se desliza hacia el dominio público. En Japón, los libros están libres de derechos desde 2015, 50 años después de la muerte de Fleming. El país ya ha visto una adaptación teatral de Casino Royale (en la que Bond era interpretado por una mujer). En Gran Bretaña, donde la bondmanía es más fuerte, la obra pasará al dominio público en 2035. Sin duda, surgirán nuevas interpretaciones.
Las características que son exclusivas de las películas seguirán bajo la protección de los derechos de autor, como la secuencia de apertura del cañón de la pistola y la melodía principal. Ahora bien, el núcleo del material está en las novelas. Casino Royale presenta a M, la Sección Q y los martinis con vodka que se agitan, no se remueven: en otras palabras, todo lo que hace que una película de Bond sea una película de Bond.
Amazon tiene tiempo para fortalecer su activo contra los imitadores. Puede construir un universo cinematográfico bondiano, consolidando a actores en los papeles clave (o incluso añadiendo nuevos personajes sujetos a derechos de autor) para que las futuras producciones rivales sientan que están fuera del verdadero canon. Haga lo que haga Amazon con la franquicia, James Bond acabará siendo un agente libre y se escabullirá de las manos de otro multimillonario frustrado más.
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Traducción: Juan Gabriel López Guix