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Urtasun adquiere el archivo de Carmen Laforet y el manuscrito de 'Nada' para la Biblioteca Nacional

Una escritora mítica

El Ministerio de Cultura los ha comprado a la familia de la gran autora por 305.000 euros

La escritora Carmen Laforet 

Otras Fuentes

El Ministerio de Cultura ha adquirido a la familia de Carmen Laforet el archivo personal de la escritora y el manuscrito original de Nada. Una novela que fue el primer premio Nadal en 1945 y todo un meteorito en la literatura de posguerra con la historia de la universitaria Andrea, la primera “chica rara” de la literatura española -así la definió Carmen Martín Gaite- y su peripecia vital y emocional en la dura Barcelona salida de la contienda bélica. El Ministerio de Urtasun ha pagado 305.000 euros a la familia de la escritora barcelonesa y el archivo y el manuscrito irán a parar a la Biblioteca Nacional de España, reforzando sus fondos documentales de mujeres creadoras. 

“El fondo es muy variado y rico, muy bonito y creo que importante, un fondo con cuadernos personales, con importantes correspondencias, recortes antiguos, borradores, y con el manuscrito de Nada, una joya”, explica a La Vanguardia el escritor Agustín Cerezales, uno de los cinco hijos de la autora. Un fondo que estará finalmente en Madrid, justo donde Laforet escribió la novela más barcelonesa imaginable “en casa de su tía Carmen, que es la que la acogió al llegar de Barcelona”, recuerda Cerezales. 

“Escribió 'Nada' en Madrid en casa de su tía Carmen, modesta, que vivía con sus dos hijos pero le dejaba el comedor para ella sola y en la mesa extendía las cuartillas”

“Mi madre tiene un artículo muy bonito sobre ese momento. La tía Carmen vivía con sus dos hijos, modesta, pero para que ella escribiera le dejaba el comedor para ella sola, en la mesa extendía todas esas cuartillas, el manuscrito. La imagino muy bien, con todas las cuartillas extendidas, porque luego ves cómo reescribió cosas, otras las juntaba, había un corta y pega, es muy interesante”, evoca el hijo de la escritora.

Que reflexiona que el manuscrito de Nada “es una pieza realmente excepcional, porque es un manuscrito con múltiples variantes, permite estudiar cómo ella fue urdiendo la novela. No es un manuscrito al uso, con algunas correcciones, sino que realmente es un antescrito, una auténtica joya. Creo que difícilmente hay un documento para mi gusto tan valioso en la literatura española del siglo XX. Y además es muy bonito".

Carmen Laforet regaló el manuscrito de 'Nada' y la familia que lo tenía lo vendió y acabó en un librero

Un manuscrito que tuvo que recuperar. “Mi madre lo había regalado en un determinado momento y luego la familia que lo tenía lo vendió y estaba en manos de un librero. Un amigo me dijo dónde estaba y gracias a eso nos pusimos en contacto y lo recuperamos”, recuerda.

Aparte del de Nada no hay en el archivo otros manuscritos completos, dice, pero sí “fragmentos, para un estudioso de su obra será muy interesante, puede encontrar muchas pistas sobre sus proyectos literarios y sobre muchos otros aspectos”.

“Mi madre viajó mucho, cambió mucho y tiró muchos papeles, pero muchos se quedaron en maletas revueltos”

Y luego está la correspondencia, de la que ya se ha publicado estos años sus cartas con Elena Fortún, Emilio Sanz de Soto o Ramón J. Sender. “También hay otras correspondencias muy copiosas con distintos amigos y amigas que abarcan años y que tienen mucho interés. Están las cartas que recibió, algunas que no mandó, borradores, y también ha habido viejos amigos suyos que nos mandaron sus cartas en su momento y están incluidas en los archivos. La obra epistolar de Carmen Laforet es importante y literalmente deliciosa. Mi madre viajó mucho, cambió mucho y tiró muchos papeles, pero muchos se quedaron en maletas revueltos y hemos hecho una labor de recuperación. Incluso hay una gran correspondencia milagrosamente salvada porque se la ordenó una amiga en un momento dado que va desde el año 46 hasta el setenta y tantos, correspondencia con editores, profesores, estudiantes de todo el mundo. Ese también es un campo interesante”.

Agustín y su hermana Cristina han ordenado los materiales -“siempre es un proceso difícil, porque empiezas a mirar cartas, documentos, es una intimidad que tienes que ordenar pero ha sido muy bonito también”- y, subraya, ahora “estamos muy contentos de que todo esto se haya podido juntar y guardar y esté en la Biblioteca Nacional, de que sea preservado. El Ministerio mostró un interés y a nosotros nos pareció bien. Y todos sus hijos estamos de acuerdo, es un buen momento. Si dejas pasar el tiempo, vamos muriendo y luego queda por ahí. Hay una responsabilidad y había que tomar una decisión ”, resume.

La escritora Carmen Laforet 

Propias

Laforet, una escritora libre en un tiempo que no lo era, publicó Nada con tan solo 23 años, y Martín Gaite subrayaba de ella que “en una época como la de la primera posguerra española, donde los modelos de comportamiento ofrecidos a la mujer por la propaganda oficial eran los de restituirla a la pasividad de sus labores, como reacción a las novedades de la República” ella “se descolgaba con una historia cuyos conflictos contrastaban de forma estridente con los esquemas de la novela rosa habitualmente leída y cultivada por mujeres”. 

De hecho, añadía, su protagonista “empezaba a convivir con una idea inquietante, difícil de encajar y de la que cada cual se defendía como podía: la de que no existe el amor de novela rosa”. Un año después de ganar el Nadal se casaría con el periodista y crítico literario Manuel Cerezales, con el que tendría cinco hijos y del que se separaría en 1970. 

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De padre arquitecto -hijo de sevillanos y educado en Barcelona- y de madre profesora toledana -“nos enseñó a mis hermanos y a mí la valentía espiritual de la veracidad, de no dejar las cosas a medias tintas, de saber aceptar las consecuencias de nuestros actos”, recordaba la autora-, Laforet nacería en Barcelona pero a los dos años recalaría en Canarias por el trabajo de su padre. Volvería en 1939 para estudiar Filosofía y Letras por tres años, instalándose en casa de sus abuelos, y luego iría a Madrid a estudiar Derecho -que tampoco acabó-, donde decidiría quedarse. Y donde escribiría en unos meses Nada, fruto de su experiencia barcelonesa.

Refractaria a las rencillas y envidias del mundo literario, se alejó de él pero escribió novelas como La isla y los demonios (1952), a partir de su adolescencia en Las Palmas, y La mujer nueva (1955), Premio Nacional de Literatura de 1956 con el camino espiritual de la protagonista y su conversión al catolicismo. También obras como La insolación, amén de la correspondencia que se ha ido recuperando estos años con Ramón J. Sender o Elena Fortún, en la que revela su vida y sus inseguridades. Falleció en Majadahonda en 2004 tras una enfermedad degenerativa que en los últimos años la dejó sin habla y afectó a su memoria.