Decía Ramón Masats (1931-2024) que incluso en sus fotografías más irónicas y humorísticas, siempre procuró no ensañarse con la gente, ni manipularla o enmascararla. Tenía claro de quién reírse y de quién no. Porque aunque su mirada podía ser burlona o humorística, cargada de esa socarronería inteligente propia de las obras más transgresoras e irreverentes, el humor se esfumaba de golpe cuando tenía ante si a trabajadores o gentes de a pie, por los que sentía un respeto reverencial. “Aunque si estos vestían con sotana o con uniforme militar, no aparecerá la crítica revolucionaria, pero sí mucho cachondeo”, señala Jaume Fuster, autor de una tesis doctoral sobre la fotografía de Masats, a quien Foto Colectania ha confiado los textos de El fotógrafo silencioso , la formidable retrospectiva que dedica a uno de los más grandes de la historia de la fotografía en España, fallecido hace poco menos de un año.
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Barcelona, hacia 1954
Masats es autor de algunas de la fotografías más icónicas de la España de Franco, como la del seminarista, el aspirante a sacerdote vestido con sotana que en su intento por parar un gol estira su cuerpo hasta alcanzar un plano casi horizontal respecto al suelo, o la del propio Franco frente a unos micrófonos en 1958, con el rostro oculto por la hoja de papel en el que lee su discurso. Retrató a jóvenes con los brazos en cruz en cursillos de cristiandad, a las madres de la División Azul rezando de rodillas (no vemos sus rostros, solo los zapatos de tacón dislocados bocabajo en el suelo) o la boda de La Chunga.
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Misa de las Madres de la División Azul, Madrid, 1957
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Verbena. Plaza Mayor. Madrid, 1964
“Obviamente, Masats no habría podido hacer una fotografía reivindicativa o abiertamente crítica en aquella época. La censura lo habría impedido. Como otros fotógrafos hizo a veces fotografías que sabía que no se podrían publicar y que guardaba para si, pero trabajaba con honestidad y con una mirada muy libre”, apunta Pepe Font de Mora, director de la Fundación Foto Colectania y comisario de una exposición que toma su título, El fotógrafo silencioso , de una frase de su colega y discípulo Chema Conesa: “[Masats] está empeñado en que el ruido no perturbe sus imágenes”.
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Antonio Gades, rodaje de 'Con el viento solano', de Mario Camus, 1964
“No tenía preparación formal y sin embargo supo lo que tenía que hacer desde que cogió la primera cámara”
Se trata de una muestra excepcional. Masats siempre lo es, no solo por la reunión de obras icónicas e imágenes inéditas que por primera vez ven la luz, como un retrato de Antonio Gades o la de una Pinito del Oro descabalgada del trapecio, absorta en la labor de tejer con una madeja de lana, sino porque el comisario ha trabajado con los negativos que el propio Masats revisó cuando tenía 90 años con la complicidad de su hija Sonia, la cuidadora de su archivo. “La manera de mirar de alguien que ya lo ha vivido todo, el significado que imprime el tiempo en las imágenes, añadiéndole un valor que en su momento no tenían, ha abierto nuevas puertas a la hora de enfrentarnos a su legado. Un archivo fotográfico es algo vivo. Mirándolo, el mismo autor, con la distancia que dan los años, puede tener una lectura totalmente diferente”, argumenta.
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Imagen del fotolibro 'Neutral corner', sobre el boxeo '
Las 140 fotografías expuestas recorren el primer periodo creativo del autor, desde sus inicios en 1953 hasta 1965. En 12 años realizó una obra prodigiosa para la que otros habrían necesitado una vida entera, máxime si tenemos en cuenta que se trata de “alguien que no tenía preparación formal ni antecedentes familiares artísticos de ningún tipo, y sin embargo supo lo que tenía que hacer desde el primer momento en el que cogió una cámara”, remarca Fuster, que aventura que debió aprender composición organizando la furgoneta de reparto de pescado de su padre, que poseía una bacaladería en el mercado, el destino familiar que le aguardaba a la vuelta de la esquina y del que logró escapar huyendo a Madrid. Tras esta primera etapa, dejó la fotografía por el cine y la televisión, para regresar en los ochenta, pero ya en color.
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Un grupo de personas mira a través de unas rendijas los toros al otro lado del muro en los Sanfermines
El fotógrafo silencioso dedica un amplio espacio a dos fotolibros: Viejas historias de Castilla la Vieja (Lumen), con textos de Miguel Delibes, con quien recorrió la zona a bordo de un 600, y Neutral corner , una auténtica obra maestra fruto de un encargo de Esther y Oscar Tusquets sobre el mundo del boxeo, la violencia del combate y la cruda realidad de unos boxeadores que se dejaban el alma en gimnasios oscuros y húmedos, en este caso con textos de Ignacio Aldecoa escritos a partir de las fotografías. La exposición da a conocer también al primer primer Masats, el que, todavía un aficionado, quiso mostrarse a si mismo y a los demás sus capacidades yendo a los Sanfermines (el primer viaje a Pamplona lo realizó en 1956), imágenes “luminosas, alegres, irónicas y divertidas” que luego darían lugar a un libro y le abrieron las puertas de la profesión.